Un intenso olor a añejo
Aunque no está en mi cabeza regalar o recomendar a una mujer un libro del estilo Cásate y sé sumisa, pues nunca he logrado llegar a entender que aproximadamente la mitad de la población mundial deba disfrutar de un menor grado de derechos sociales y dignidad personal por el mero hecho de haber nacido con el sexo femenino, la verdad es que la publicación del título mencionado no me ha causado sorpresa o estupor.
Como es sabido, el progreso científico y tecnológico y las ideas no siempre caminan de la mano, y estar en el siglo XXI no significa que los planteamientos o esquemas me...
Aunque no está en mi cabeza regalar o recomendar a una mujer un libro del estilo Cásate y sé sumisa, pues nunca he logrado llegar a entender que aproximadamente la mitad de la población mundial deba disfrutar de un menor grado de derechos sociales y dignidad personal por el mero hecho de haber nacido con el sexo femenino, la verdad es que la publicación del título mencionado no me ha causado sorpresa o estupor.
Como es sabido, el progreso científico y tecnológico y las ideas no siempre caminan de la mano, y estar en el siglo XXI no significa que los planteamientos o esquemas mentales con intenso olor a añejo estén en vías de desaparición.
A poco que se practique el ejercicio de asomarse a la ventana de la realidad global y observar el paisaje cotidiano, el espacio reservado para el asombro va estrechándose —no así el de la indignación motivada por el volumen de necedad, intolerancia, atropello y discriminación que arrolla sin miramiento alguno la vida de tantas mujeres—. En materia de respeto e igualdad de género (y también en desigualdad social), por desgracia, es obvio que aún queda mucho por recorrer.— Alejandro Prieto Orviz.