Cartas al director

¿Policía protectora?

Sobre las siete de la tarde del domingo 6 de octubre recibo una llamada de mi mujer diciéndome entre sollozos que está retenida por la Policía Municipal en la explanada que existe delante del estadio de fútbol Santiago Bernabéu. Cuando le pregunto el motivo de tal retención me dice que es por el gravísimo delito de haber arrojado “un papel” al suelo, según consta en la denuncia. Efectivamente, mi mujer, que iba andando por la acera, se había sonado con un kleenex e indebidamente lo tiró al suelo al no ver una papelera cercana, si bien lo más cerca posible del bordillo.

Ante tan...

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Sobre las siete de la tarde del domingo 6 de octubre recibo una llamada de mi mujer diciéndome entre sollozos que está retenida por la Policía Municipal en la explanada que existe delante del estadio de fútbol Santiago Bernabéu. Cuando le pregunto el motivo de tal retención me dice que es por el gravísimo delito de haber arrojado “un papel” al suelo, según consta en la denuncia. Efectivamente, mi mujer, que iba andando por la acera, se había sonado con un kleenex e indebidamente lo tiró al suelo al no ver una papelera cercana, si bien lo más cerca posible del bordillo.

Ante tan grave delito medioambiental, un miembro de la Policía Municipal que se encontraba con el coche aparcado en la citada explanada, con una valentía rayana en lo heroico, interpeló a gritos a mi mujer: “¡Señora!, ha tirado un papel al suelo”. Mi mujer reconoció el hecho y pidió disculpas, por la prisa que llevaba. Según el agente de la ley, aquello no era suficiente, era necesario humillar en público al culpable e imponerle un correctivo inmediato, por lo que volvió a interpelar a mi mujer, pero esta vez ya con un tono imperativo y chulesco: “Recójalo inmediatamente”.

La negativa de mi mujer a recoger ese kleenex ya usado y manchado se produjo por el rechazo a la humillación a la que la quería someter el aguerrido y joven agente, quien seguramente pensará que su uniforme le dota de una autoridad tal que no admite réplica ni negativa a sus órdenes. ¡Faltaría más! El episodio acabó una hora más tarde, cuando mi suegro y yo nos personamos en el escenario del crimen y pudimos recoger a hija y mujer en un estado de nervios incontrolable.

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Había estado llorando todo el rato por el susto de verse retenida por cuatro agentes, ya que, ante la peligrosidad de una mujer de 53 años acudió otra patrulla, por la indignación y por la humillación sufrida ante los paseantes y turistas que tomaban fotos del estadio. ¿Es esta la Policía Municipal de ahora, o hemos tenido la mala suerte de topar con un miembro que tira por tierra el sentimiento de protección y seguridad que deberíamos percibir en ellos los ciudadanos normales?— Luis Nieves Mascuñán.

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