Cartas al director

La gran mentira

Si uno se para a pensar por un momento en todos aquellos millares de personas que un día decidieron invertir su dinero, y hoy lo han perdido prácticamente todo, en las llamadas acciones preferentes o en esas hipotecas eternas como días sin un pan que ahora más que nunca escasea. O bien repara en toda esa ingente cantidad de obras públicas que actualmente se encuentran paralizadas, fundamentalmente porque no existen ya suficientes fondos para poder sufragarlas.

Si uno se detiene un instante a examinar la tremenda reducción de personal en las empresas de nuestro país, en la creciente y co...

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Si uno se para a pensar por un momento en todos aquellos millares de personas que un día decidieron invertir su dinero, y hoy lo han perdido prácticamente todo, en las llamadas acciones preferentes o en esas hipotecas eternas como días sin un pan que ahora más que nunca escasea. O bien repara en toda esa ingente cantidad de obras públicas que actualmente se encuentran paralizadas, fundamentalmente porque no existen ya suficientes fondos para poder sufragarlas.

Si uno se detiene un instante a examinar la tremenda reducción de personal en las empresas de nuestro país, en la creciente y colapsadora cola de un paro que no deja de extender su red y de perpetuar su recalcitrante esencia de mordaza inmovilizadora en medio de un panorama que tiende permanentemente a la desolación, al volver la vista atrás, no podrá sino agudizar su sensación de haber vivido, durante demasiado tiempo, en una embaucadora irrealidad, inmerso en una devastadora y gran mentira.— David Pérez Tallón.

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