El acento

Sinfonía en París

El encuentro España-Francia de Saint Denis fue el triunfo del fútbol y una lección de armonía

SOLEDAD CALÉS

Antes del partido Francia-España del martes dos aficionados de los respectivos equipos nacionales fueron interpelados por un tercero: quién va a ganar. El francés dijo que se produciría un empate. Ante la misma pregunta el español dijo: ganará España.

Los dos aficionados vieron juntos el partido. Cuando el árbitro (un húngaro que no gustó demasiado a los españoles) pitó el final, los dos aficionados se saludaron deportivamente. No se supo qué se dijeron, pero sonrieron con alegría. Había sido un partido emocionante, España jugó de maravilla, y Francia aguantó muy bien el chaparrón estét...

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Antes del partido Francia-España del martes dos aficionados de los respectivos equipos nacionales fueron interpelados por un tercero: quién va a ganar. El francés dijo que se produciría un empate. Ante la misma pregunta el español dijo: ganará España.

Los dos aficionados vieron juntos el partido. Cuando el árbitro (un húngaro que no gustó demasiado a los españoles) pitó el final, los dos aficionados se saludaron deportivamente. No se supo qué se dijeron, pero sonrieron con alegría. Había sido un partido emocionante, España jugó de maravilla, y Francia aguantó muy bien el chaparrón estético del conjunto más sereno de la historia del fútbol de selecciones. Así que ni el francés podía quejarse ni el español ocultaba su alegría.

Los que vieron el partido como aquellos dos aficionados disfrutamos de la rivalidad, satisfecha por parte española, pero sobre todo contemplamos encantados qué nivel de felicidad pueden vivir dos aficionados como aquellos y todos los buenos aficionados del mundo ante un espectáculo como el que prodigan los jugadores que Vicente del Bosque tiene a su cargo.

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Los griegos llaman al acuerdo sinfonía. Estos futbolistas, desde Valdés a la punta de la delantera, juegan de acuerdo, establecen una sinfonía de recursos que se van entregando en función de las necesidades del espectáculo. El resultado es magistral; mandados por los Xavi (uno con b, el otro con v), alentados por la música increíble de Iniesta, defendidos con autoridad por Piqué, Monreal y Ramos, ofrecieron en Saint Denis mucho más que una lección de fútbol.

Ver a España sobre este campo de juego fue contemplar a once, doce o trece futbolistas que son capaces de renunciar a su brillo particular para que el conjunto alcance esos niveles sinfónicos. Como ha dicho Del Bosque más de una vez, ese ejercicio democrático del acuerdo es la esencia del fútbol, porque comporta además una pedagogía. No fue tan solo el triunfo del fútbol sino la victoria de una idea de la armonía. Fue, seguro, una lección para muchos, de la que disfrutaron evidentemente aquellos dos aficionados, Mariano Rajoy y François Hollande.

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