No todo es tsunami populista
La esencia del populismo es decir a cada cual lo que quiere escuchar, pero sin intención de cumplir lo prometido. Pero no descalifiquemos un discurso simplemente porque sea la música que todos queremos y necesitamos escuchar. Quizá haya voluntad de cumplir lo que se promete, en coincidencia con lo que quiere la sociedad. Otra cosa es que la sociedad deseara el suicidio colectivo, pero hoy, aquí, no es el caso. Criticar la corrupción y hablar de honestidad y de transparencia; hablar de la necesidad de esfuerzo personal; exigir legalidad y legitimidad; defender una reforma del sistema de partido...
La esencia del populismo es decir a cada cual lo que quiere escuchar, pero sin intención de cumplir lo prometido. Pero no descalifiquemos un discurso simplemente porque sea la música que todos queremos y necesitamos escuchar. Quizá haya voluntad de cumplir lo que se promete, en coincidencia con lo que quiere la sociedad. Otra cosa es que la sociedad deseara el suicidio colectivo, pero hoy, aquí, no es el caso. Criticar la corrupción y hablar de honestidad y de transparencia; hablar de la necesidad de esfuerzo personal; exigir legalidad y legitimidad; defender una reforma del sistema de partidos y de su financiación para que sean más representativos y menos refugio de chupópteros; denunciar la poltrona y la politización sindical, tampoco.
Un discurso que aúne aspiraciones bipartidistas de la izquierda y de la derecha, o sea, de la mayoría de la población, es un discurso ético y necesario, un discurso de concertación, de gran pacto nacional. ¿Miedo al fin del bipartidismo? Los políticos que teman el fin de su cómoda hegemonía pensionada cuasi vitalicia, en lugar de temblar, podrían ponerse de acuerdo en solucionar los severos problemas que padecemos. Sin populismos. Con voluntad de gobernar para todos hacia una vida mejor.— José Luis Hernangómez de Mateo.