Cartas al director

Educación pública

Mi padre solamente fue al colegio durante ocho meses cuando tenía ocho años. Después tuvo que empezar a trabajar. Emigró a Madrid desde el pueblo y aprendió lo que pudo en clases nocturnas. Tiene cuatro hijos, tres de los cuales tenemos una carrera superior y estudios de posgrado, todo ello estudiando en institutos públicos y en la universidad pública. Creo que esto es una muestra palpable de cómo en una generación ha avanzado nuestro país y cómo ha mejorado nuestra educación. Ahora veo peligrar todo esto; al devaluarse la educación pública, al encarecerse las tasas universitarias me pregunto ...

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Mi padre solamente fue al colegio durante ocho meses cuando tenía ocho años. Después tuvo que empezar a trabajar. Emigró a Madrid desde el pueblo y aprendió lo que pudo en clases nocturnas. Tiene cuatro hijos, tres de los cuales tenemos una carrera superior y estudios de posgrado, todo ello estudiando en institutos públicos y en la universidad pública. Creo que esto es una muestra palpable de cómo en una generación ha avanzado nuestro país y cómo ha mejorado nuestra educación. Ahora veo peligrar todo esto; al devaluarse la educación pública, al encarecerse las tasas universitarias me pregunto si en la actualidad mis hermanos y yo podríamos haber accedido a una educación como la que tenemos.

Por otro lado, mi trabajo como profesor en un colegio privado me hace ver la brecha educativa entre la educación privada y la pública. La diferencia en los medios con los que se cuentan, el acceso a tecnología, el seguimiento a los alumnos con unas clases cada vez más numerosas me hace pensar que de seguir así, solo podrán tener una educación de calidad aquellos que se la puedan pagar. Los recortes en educación son un atentado al futuro de nuestro país.— Víctor Aunión Borreguero

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