El vals de la primera dama amancebada

A la pareja del presidente alemán, Daniella Schadt, aún le cuesta ser bien recibida

Daniella Schadt.REUTERS

A ver al Papa no la dejaron ir. A pesar de que Daniela Schadt lleva 12 años conviviendo con el presidente federal de Alemania, Joachim Gauck, él está casado con otra mujer, Hansi Gauck, desde que ambos tenían 19 años. Y, aunque se separaron hace ya 21, no se han divorciado.

El jefe de Estado alemán, que cumplirá 73 en enero, se ha dejado acompañar por Schadt, de 52, en muchos de sus viajes oficiales, como la visita a Israel en mayo o a Reino Unido hace poco más de un mes. Cuenta el diario populista Bild que a...

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A ver al Papa no la dejaron ir. A pesar de que Daniela Schadt lleva 12 años conviviendo con el presidente federal de Alemania, Joachim Gauck, él está casado con otra mujer, Hansi Gauck, desde que ambos tenían 19 años. Y, aunque se separaron hace ya 21, no se han divorciado.

El jefe de Estado alemán, que cumplirá 73 en enero, se ha dejado acompañar por Schadt, de 52, en muchos de sus viajes oficiales, como la visita a Israel en mayo o a Reino Unido hace poco más de un mes. Cuenta el diario populista Bild que allí llevó con “bravura” su pintoresca situación de primera dama amancebada. Sin embargo, en el Vaticano dicen que “el debate sobre su situación matrimonial habría ensombrecido la visita” de Gauck al jefe de la Iglesia católica. El presidente alemán, pastor luterano, pudo hablar en su propio idioma sobre asuntos teológicos o mundanos con su compatriota, el Papa Benedicto VI, pero tuvo que dejar a Schadt en su residencia de Berlín.

A juzgar por el gran reportaje de portada que le ha dedicado la revista Bunte en uno de los últimos números del año, Schadt también sabe entretenerse sola. Explica la publicación que esta antigua periodista “ha renunciado a su independencia” para acompañar al presidente en su andadura política. Una vida “excitante en las tablas internacionales”, entre el caserón de Berlín-Dahlem, donde viven los presidentes alemanes, el palacio neoclásico de Bellevue, en el centro de la ciudad, y las capitales de medio mundo. Una mujer, cuenta Bunte, “que sabe transformarse”. Hasta que Gauck asumió la Jefatura del Estado en marzo, Schadt era jefa de la sección de política del periódico regional bávaro Nürnberger Zeitung.

La publicación alemana recrea en sus páginas un baile de gala en un hotel de lujo berlinés en el que Gauck estaba nervioso porque era, según cuentan, la primera vez que abría un baile público. Lo hizo mediante un vals junto a Schadt, cuya aparición vestida de “rojo burdeos” desató “una ola de exclamaciones admirativas”.

Pero no acaba aquí su actividad junto al presidente. También lo “asesora discretamente”. Porque su pareja “no tiene poder real, pero está obligado a hacerse valer en la arena política”. La Presidencia federal alemana es un cargo representativo y formal, comparable al de un monarca constitucional moderno.

Joachim Gauck, pastor en la República Democrática Alemana (RDA) empezó su actividad política como opositor en los estertores del régimen. Después de la caída del Muro de Berlín en 1989, obtuvo el encargo de dirigir los archivos de la Stasi, la temida policía política del estado comunista. Schadt lo conoció cuando desempeñaba esta labor.

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