Cartas al director

Más respeto y menos descalificaciones

España, un país teóricamente maduro y con una democracia más que asentada en pleno siglo XXI, no está cumpliendo los preceptos antes expuestos en un tema tan trascendental como es la configuración territorial de su Estado. Desde la Diada, el debate sobre la posible independencia de Catalunya ha propiciado una batalla política entre los diferentes partidos y actores sociales que se ha caracterizado por las faltas de respeto y las amenazas en un estado de crispación en los que los argumentos sólidos y el debate sano han brillado por su ausencia.

¿Por qué en lugar de las descalificaciones ...

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España, un país teóricamente maduro y con una democracia más que asentada en pleno siglo XXI, no está cumpliendo los preceptos antes expuestos en un tema tan trascendental como es la configuración territorial de su Estado. Desde la Diada, el debate sobre la posible independencia de Catalunya ha propiciado una batalla política entre los diferentes partidos y actores sociales que se ha caracterizado por las faltas de respeto y las amenazas en un estado de crispación en los que los argumentos sólidos y el debate sano han brillado por su ausencia.

¿Por qué en lugar de las descalificaciones de franquista o terrorista, de querer españolizar o catalanizar, de amenazar con guardias civiles o consultas ilegales y de despreciar la ideología del que piensa diferente a ti, no entramos de lleno en el debate de cómo dividiríamos la hucha de las pensiones, los fondos de algunos bancos, sobre qué pasaría con la Guardia Civil, la Policía Nacional, militares y demás funcionarios del Estado que son catalanes y están pagados por España, sobre qué harían las empresas españolas con sede en Barcelona, si estaría o no dentro de la UE y con qué moneda, o sobre si una Catalunya independiente podría pagar su deuda?

Sin embargo, se prefiere el insulto y el desprecio que no ayudan en nada a superar los momentos críticos que está viviendo nuestro país.— Jonás Herrera Domínguez.

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