Cartas al director

Los políticos

Más que interesante me ha parecido el artículo de César Molinas Una teoría de la clase política española que nos habla de “élites extractivas” que participan en lo que nosotros hemos denominado ante jueces y tribunales corrupción sistémica, y que seguro suscribirán millones de ciudadanos.

Sin embargo, se echa en falta que un autor con tan gran experiencia en el mundo financiero no nos diga que la colusión de la clase política y de la clase financiera no es sólo contra consumidores y c...

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Más que interesante me ha parecido el artículo de César Molinas Una teoría de la clase política española que nos habla de “élites extractivas” que participan en lo que nosotros hemos denominado ante jueces y tribunales corrupción sistémica, y que seguro suscribirán millones de ciudadanos.

Sin embargo, se echa en falta que un autor con tan gran experiencia en el mundo financiero no nos diga que la colusión de la clase política y de la clase financiera no es sólo contra consumidores y contribuyentes, sino también contra los ahorradores, y que arremeta exclusivamente contra las cajas de ahorro cuando han sido los bancos, que han venido marcando el paso de la industria financiera, los que han liderado la erosión y destrucción del ahorro popular (una contraburbuja). El mayor desastre de nuestro país durante la democracia.

La situación de los pequeños ahorradores se está agravando día a día. La capacidad de los mecanismos y de las instituciones que tienen encomendada la protección de los pequeños inversores no ha mejorado y ha quedado acreditada la contribución muy negativa que han jugado en este contexto los supervisores (CNMV y Banco de España). Queda por acreditar la ceguera del periodismo económico, dependiente de los bancos, en todo este desastre.— Juan Manuel Moreno-Luque. Abogado. Madrid.

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Magnífico artículo de César Molinas en EL PAÍS del pasado domingo. Soberbio en su diagnóstico de los males que aquejan a la política española hasta el extremo de haber originado una casta que ha trastocado el “medio” de servir al país en el “fin” de beneficiarse a sí mismos y a sus acólitos.

Ya no veo tan claro la solución a estos males que preconiza —sin ser ninguna panacea, admite— de elección mayoritaria por distritos o, mejor, un sistema mixto, mayoritario corregido; dos tercios de parlamentarios mayoritario y un tercio proporcional, como está pretendiendo Monti en Italia, reconociendo que el sistema mayoritario, si bien perjudicaría a partidos menores estatales beneficiaría a los de corte regional.

Bueno, lo que faltaba. Si ahora los partidos nacionalistas han sido bisagra en buena parte de las legislaturas, con este sistema podrían llegar no ya a bisagra sino a puerta entera.

Me temo que por aquí no esté la solución.

Si muy detalladamente enumera en su artículo las intromisiones de la clase politica donde en puridad no le corresponde, ¿por qué no poner coto y dejar bien claras las responsabilidades de los estamentos y evitar estas intromisiones? Ardua y difícil tarea, lo reconozco, pero lo que no se puede es continuar con esta degradación. Para eso están los referendos.— Carlos de Francisco. Madrid.

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