Cartas al director

La propuesta del ministro Gallardón

La valiente carta abierta de Javier Esparza al ministro de Justicia explica con toda precisión el sufrimiento que le espera al recién nacido con espina bífida. Cabe añadir que con la legislación vigente hasta hace dos años no se resolvían los frecuentes casos de detección tardía (más allá de la semana 22 del embarazo) y que los médicos solo ofrecían a los padres la “alternativa” de dejar a su suerte al recién nacido, sin practicar las operaciones necesarias y sin saber cuándo tendría lugar la muerte ...

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La valiente carta abierta de Javier Esparza al ministro de Justicia explica con toda precisión el sufrimiento que le espera al recién nacido con espina bífida. Cabe añadir que con la legislación vigente hasta hace dos años no se resolvían los frecuentes casos de detección tardía (más allá de la semana 22 del embarazo) y que los médicos solo ofrecían a los padres la “alternativa” de dejar a su suerte al recién nacido, sin practicar las operaciones necesarias y sin saber cuándo tendría lugar la muerte (con el sufrimiento que ello comporta), en aras de la deletérea moral católica.

Sin embargo, existía otra alternativa más humana: recurrir a la sanidad pública de países como Francia (por ejemplo, en el excelente hospital Robert Debré de París), donde se practicaba la interrupción sin problemas legales y tratando a la mujer como una madre frustrada y no como una delincuente.

A esa “solución” nos aboca ahora la propuesta del ministro Gallardón, incluso cuando la malformación se detecte a tiempo. La regulación que se propone obligará a miles de españolas (en la cuantificación que realiza Esparza) a optar por salir de su país o tener un hijo condenado a sufrir de por vida.— Nicolás García Rivas. Catedrático de Derecho Penal, Albacete.

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Si el señor Gallardón me obliga a tener un hijo/ hija con algún tipo de discapacidad crónica, ¿podré atender sus necesidades con su sanidad pública? Y cuando yo no esté, ¿quién se hará cargo de él/ella? Sobre su recorte a la Ley de Dependencia, lo más suave que se me ocurre decirle es que es un cínico.— Tristán Ulloa. Actor.

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