Cartas al director

Barbarie

En Afganistán, tierra castigada por todos, se ha impuesto otra vez la barbarie. Hace unos días han ejecutado, han asesinado, en un pequeño pueblo cercano a Kabul, a una muchacha de 22 años llamada Najiba, acusada del delito de adulterio. ¿Qué ley puede autorizar esta barbaridad?

Creo que sería un error culpar al Islam. La culpa la tienen las mentes perversas que lo interpretan a su libre albedrío, amparados en viejas tradiciones difíciles de desarraigar. A algunos de estos extremistas les gusta recordar Al-Andalus, como “el paraíso perdido”. Por una vez tienen razón. Era un par...

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En Afganistán, tierra castigada por todos, se ha impuesto otra vez la barbarie. Hace unos días han ejecutado, han asesinado, en un pequeño pueblo cercano a Kabul, a una muchacha de 22 años llamada Najiba, acusada del delito de adulterio. ¿Qué ley puede autorizar esta barbaridad?

Creo que sería un error culpar al Islam. La culpa la tienen las mentes perversas que lo interpretan a su libre albedrío, amparados en viejas tradiciones difíciles de desarraigar. A algunos de estos extremistas les gusta recordar Al-Andalus, como “el paraíso perdido”. Por una vez tienen razón. Era un paraíso comparado con los actos que llevan a cabo estos radicales, sea destruyendo estatuas y tumbas como hacen en el Norte de Malí, sea quitando la vida a sus semejantes si no respetan “su” ley. Al-Andalus, que tenía por capital a la actual Córdoba, había sido cuna de tolerancia y de encuentros interculturales entre estudiosos de distintas creencias, todo lo contrario a la manera de actuar de los autores de estas barbaridades

Me temo que no tengo solución para este problema pero sí tengo el deber, como ser humano, de denunciarlo. No olvidemos que hay muchas Najibas, cuya vida pende de un hilo. Pero tengo una esperanza. Unos centenares de personas, se manifestaron en Kabul en contra de la ejecución de la joven. Este gesto es más importante y valiente de lo que se puede creer desde aquí. Tal vez este gesto signifique el principio del fin del horror y del silencio.— Juan Ribas.

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