Cartas al director

Desempleo

El 4 de julio de 2011 despidieron a mi marido de la empresa en la que llevaba trabajando 39 años. Aludieron a causas objetivas y de reestructuración, pero en esos momentos la empresa matriz, con muchas filiales, anunciaba en su página de Internet la adquisición de nuevas empresas.

Va a hacer ya un año y el dolor, el abatimiento, el hastío persiste. Aún permanecen en mi memoria las palabras exactas, el aturdimiento con que las pronunció.

Soy consciente de que este no es un tema novedoso, pero quiero hacer pública la humillación, el abandono, las lágrimas derramadas por una familia...

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El 4 de julio de 2011 despidieron a mi marido de la empresa en la que llevaba trabajando 39 años. Aludieron a causas objetivas y de reestructuración, pero en esos momentos la empresa matriz, con muchas filiales, anunciaba en su página de Internet la adquisición de nuevas empresas.

Va a hacer ya un año y el dolor, el abatimiento, el hastío persiste. Aún permanecen en mi memoria las palabras exactas, el aturdimiento con que las pronunció.

Soy consciente de que este no es un tema novedoso, pero quiero hacer pública la humillación, el abandono, las lágrimas derramadas por una familia.

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Este es un drama que muchos hogares están sufriendo, lo sé, pero lo que se debe hacer público es el destierro laboral que sufren los mayores de 50 años. Se les condena a una vejez prematura cuando, después de tantos años de trabajo, se les dice una y otra vez que no se les contrata debido a su edad. Solo nos queda la dignidad, el orgullo de ser decentes, de ser libres, la confianza de que nuestros hijos no se conviertan en depredadores de otros seres humanos. Solo eso nos queda.— Loli Salvador Plans.

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