¿Mentirosos, o ignorantes?
Por fin se ha consumado el sacrificio y la inmolación en forma de rescate a la banca española, que al parecer el “orgullo español” no hacía sino retrasar en un acto estéril y perjudicial para el poder financiero de esta sucursal llamada España.
Este nuevo, y no sabemos aún con exactitud si temerario paso, nos vuelve a sumir en un extraño y turbio escenario donde los ciudadanos una vez más, ignoramos si este “rescate dulce” supone una nueva afrenta y sacrificios para la mayoría de los españoles en forma de mayores recortes a nuestros salarios, pensiones, sanidad, educación, etc., o supon...
Por fin se ha consumado el sacrificio y la inmolación en forma de rescate a la banca española, que al parecer el “orgullo español” no hacía sino retrasar en un acto estéril y perjudicial para el poder financiero de esta sucursal llamada España.
Este nuevo, y no sabemos aún con exactitud si temerario paso, nos vuelve a sumir en un extraño y turbio escenario donde los ciudadanos una vez más, ignoramos si este “rescate dulce” supone una nueva afrenta y sacrificios para la mayoría de los españoles en forma de mayores recortes a nuestros salarios, pensiones, sanidad, educación, etc., o supone un alivio para la banca, de esta sucursal del poder financiero llamada España. Realmente es difícil distinguir cuál de las dos consecuencias es la más negativa para la mayoría de los españoles.
Haciendo un breve repaso a lo acontecido en los últimos meses, (bastaría con releer la hemeroteca, desde el “tenemos la banca más solvente” del anterior presidente de Gobierno, hasta el “España y su banca no serán intervenidos” del actual) existe toda una retahíla de afirmaciones y diagnósticos de los dirigentes políticos y económicos de España, donde prácticamente no han dado una. Esta insistente y permanente equivocación sólo es explicable desde un afán compulsivo por la mentira, o lo que no se sabe si es peor, por una ignorancia rallando con el analfabetismo funcional en materia política. Sinceramente, se mire por donde se mire, es una pena.— Horacio Torvisco Pulido.