Cartas al director

Las cajas de ahorros y el poder

Cuando se crearon las cajas de ahorros, allá por la mitad del siglo XIX, su objetivo era el de custodiar el ahorro de la gente humilde; los ricos ya se las ingeniaban. Los depósitos en custodia se entregaban a emprendedores a un bajo interés y esos beneficios repercutían en la comunidad en la llamada obra social.

Las cajas de ahorros han sido las más queridas en municipios y provincias. Su funcionamiento con respecto a los bancos era el de corresponsal con cuentas en estos para hacer las transacciones comerciales entre clientes. Las cajas, al no tener que repartir beneficios por carecer...

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Cuando se crearon las cajas de ahorros, allá por la mitad del siglo XIX, su objetivo era el de custodiar el ahorro de la gente humilde; los ricos ya se las ingeniaban. Los depósitos en custodia se entregaban a emprendedores a un bajo interés y esos beneficios repercutían en la comunidad en la llamada obra social.

Las cajas de ahorros han sido las más queridas en municipios y provincias. Su funcionamiento con respecto a los bancos era el de corresponsal con cuentas en estos para hacer las transacciones comerciales entre clientes. Las cajas, al no tener que repartir beneficios por carecer de accionistas, se expansionaron y quitaron cuota de mercado a los bancos. Fue la presión bancaria y el capitalismo quienes obligaron a las cajas a funcionar como entidades bancarias propiamente dichas. A partir de 1985, con una importante cuota política en el control del consejo de administración, los políticos vieron un filón para sus pretensiones individuales y políticas e hicieron obras faraónicas para beneficio propio y partidista, algunas inútiles y que han repercutido en la sociedad.

Los bancos se han quitado competencia con las cajas y al ser estas fusionadas y saneadas por el Estado serán vendidas a precio de saldo y compradas por entidades bancarias. Los malos gestores se van forrados y limpios en su responsabilidad.

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Si las instituciones financieras han sido irresponsables, sean ellas quienes lo paguen.

Si no se pueden cerrar los mercados y evitar la especulación, si no se puede penalizar las operaciones bursátiles de ventas en breve espacio de tiempo, si es una injusticia sangrar más al Estado de bienestar, al menos podríamos exigir a los bancos que a partir de ahora un porcentaje de incremento en el pasivo de sus balances sea destinado obligatoriamente a la concesión de crédito para activar la economía.— Manuel Guzmán Uceda.

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