El cocodrilo y la modernidad

La modernidad capitalina acude a la llamada de Lacoste, aderezada por los Zombies Kids No solo de 'photocall' y listas de invitados vip se nutre un buen sarao madrileño

Los Zombie Kids, en la fiesta de Lacoste Live, el pasado martes en Madrid. DIANA KUNST

Rejuvenecer es lo que buscan hoy las marcas de moda de toda la vida. Seducir a ese nuevo público que imprime tendencia que les lleve a la perpetuación de su mensaje por los siglos de los siglos. No es un asunto menor, o al menos, no inocuo, como demostró el célebre vídeo de Loewe, sensación viral de la temporada, todavía no sabemos si al gusto de sus responsables.

Lacoste organizó un sarao el miércoles pasado en su nueva tienda en la madrileña calle Fuencarral basándose en premisas más solventes, menos arriesgadas,...

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Rejuvenecer es lo que buscan hoy las marcas de moda de toda la vida. Seducir a ese nuevo público que imprime tendencia que les lleve a la perpetuación de su mensaje por los siglos de los siglos. No es un asunto menor, o al menos, no inocuo, como demostró el célebre vídeo de Loewe, sensación viral de la temporada, todavía no sabemos si al gusto de sus responsables.

Lacoste organizó un sarao el miércoles pasado en su nueva tienda en la madrileña calle Fuencarral basándose en premisas más solventes, menos arriesgadas, pero no por ello menos llamativas. El motivo era comunicar el lanzamiento de su nueva línea L!VE, una divertida reformulación en clave gamberra de sus icónicos modales deportivos casi victorianos. Para ello obviaron el sempiterno photocall (un acierto) y la habitual lista de invitados-catálogo de actores Cristina Rota. La jarana, como en toda buena fiesta, se extendió unos metros más allá de las inmediaciones del local. Ni una queja de la policía, que estaría viendo el Madrid-Bayern.

El plato fuerte era un concierto en plena tienda a cargo de los celebérrimos dj’s, músicos y empresarios Zombie Kids. Como es habitual en ellos, no escatimaron en vatios. Algo así como la banda sonora para un nuevo pijo urbano, bohemio, un poco skater, un poco arty, con pelo canalla, que se desliza por la Fuencarral peatonal con su monopatín (al que llama longboard) y que pasa olímpicamente del tenis, de engominarse y echarse a los hombros un jersey de punto sobre el mismo polo de piqué que ya llevó su padre. O le pones una tira de leopardo, o agrandas el cocodrilo o lo bordas repetidamente en unos chinos customfit; el caso es reinventarse para estar más vivo que nunca.

La semifinal de la Champions se jugaba a tan solo cuatro kilómetros de la cita, y solo el fútbol es capaz de unir a padres e hijos, reconciliar pijos de los ochenta con los de nuestra era y tirar por tierra una convocatoria como esta. No lo consiguó: buena parte del nuevo underground madrileño acudió en pleno (con alguna que otra salida a un bar cercano para sufrir/disfrutar los penaltis, incluida la de Edgar Candel, algo así como el portavoz de los Zombie Kids) a un sarao que mezclaba con gracia a modernos de toda índole.

The Zombie Kids, actuando en la tienda Lacoste Live de madrid, el pasado miércoles.ALEJANDRO CASCALLANA

Blogueros, dj’s (la gallega Eme DJ o los artífices de La Fiestinchi, César y Fleki) e innumerables it-girls capitalinas alternaron con beldades televisivas (Tania Llasera), vástagos de la movida madrileña virales gracias a Loewe (entre los que destacaba el pelazo multicolor de María Rosenfeldt, hija de la fotógrafa Ouka Lele), editores de revistas de tendencias (el matrimonio Olga Liggeri-Emilio Saliquet) y empresarios de la moda como Isabel Basi, hija de Armand y licenciataria en España de la marca del cocodrilo. La catalana se confesaba entretenidísima por el propio espectáculo que había organizado. A todos ellos se les ofreció una tartera efímera con nachos, guacamole, patatas fritas y una hamburguesa envuelta en papel corporativo que dio bastante juego. Y una pulsera para continuar la fiesta L!VE en la noche Zombie Club de la sala Marco Aldany, que elevó, como procede, el espíritu gamberro de la cita. 

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