Mariscos con indicación de origen
Cuando después de varios intentos conseguí acercarme a las vitrinas del marisco, me quedé sorprendido del espectáculo. Nada que ver con lo que recordaba de mi última visita. A la vista, perfectamente ordenadas, gambas blancas, langostinos atigrados, galeras, percebes, bueyes de mar, cigalas, langostas, cañaíllas y grandes bocas y patas de cangrejos, entre otras especies. Todas ellas con carteles bien rotulados y unas especificaciones como nunca he visto hasta ahora en marisquerías y bares.
Sólo con contemplar las especies expuestas queda en evidencia lo difícil que resulta distinguir ciertos crustáceos. Tras superar las apreturas me detuve en los dos más característicos de estas costas, las gambas y los langostinos. Hay que ser un verdadero experto para, al primer golpe de vista, distinguir los cuatro tipos de langostinos que Romerijo tiene a la venta: el rayado de Senegal a 24 euros el kilo; el rayado de Mauritania a 34 euros y el famoso de Sanlúcar / Chipiona a 78 euros.
Con las gambas blancas más de lo mismo. Merecería un premio el aficionado que fuese capaz de diferenciar las gambas marroquíes a 48 euros el kilo, de las capturadas en la costa a 98 euros. Ambas de la misma especie, “parapenaeus longirostris”.
Como no probé ningún marisco de Romerijo, no puedo opinar con conocimiento de causa. La casa, que también vende bandejas con surtidos preparados, presume de aplicar puntos de cocción milimetrados a cada especie en los cocederos a la vista. No lo discuto.