Cartas al director

Dignidad

Cada vez me considero más ecuánime. Los años y la vida hacen que vayas soltando amarras y de las primeras cosas que te desprendes, ideales y sueños, apenas te das cuenta. Pero, de repente, cada vez te cuesta más defender las cosas. Piensas que todos tenemos nuestra parte de razón y de sinrazón, de certeza y confusión, de verdad y mentira.

Nací en plena democracia. No soy una votante convencida del PSOE, no tengo ningún muerto en la guerra civil por ninguno de los bandos (por suerte). No he conocido el hambre, más bien la abundancia y el despilfarro, la corrupción, la malversación, el co...

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Cada vez me considero más ecuánime. Los años y la vida hacen que vayas soltando amarras y de las primeras cosas que te desprendes, ideales y sueños, apenas te das cuenta. Pero, de repente, cada vez te cuesta más defender las cosas. Piensas que todos tenemos nuestra parte de razón y de sinrazón, de certeza y confusión, de verdad y mentira.

Nací en plena democracia. No soy una votante convencida del PSOE, no tengo ningún muerto en la guerra civil por ninguno de los bandos (por suerte). No he conocido el hambre, más bien la abundancia y el despilfarro, la corrupción, la malversación, el cohecho, la inhabilitación forman parte de mi vocabulario más habitual. Me queda poco por defender.

Pero nunca podrán con mi dignidad.

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Como dice María (hija de Baltasar Garzón) no nos verán llorar. Lo haremos en casa. Y lo haremos por todos los que creemos en que un mundo mejor puede ser cierto, que hay que defender a los débiles y a los desahuciados, a los que no pueden enterrar a sus muertos, ni llevar flores ante una tumba. Que rechazo frontalmente a todos los que se lucran a costa del poder, vengan del lado que vengan. Que los desfavorecidos necesitan sen defendidos. Ha quedado bastante claro que siempre gana el mismo bando.

Nunca podrán con nuestra dignidad, María, es lo único que nos queda.— Carmen Mairena López Machado.

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