Sin papeles por una efe

Una mujer puede ser expulsada por un error tipográfico

La letra jota en lugar de la efe. Eso es lo que separa a una mujer mexicana de la legalidad y eso es lo que la ha colocado al borde de la expulsión de España por culpa de un error tipográfico.

Marcia Gabriela Gasca Rangel se casó en 2002 y el matrimonio se inscribió en el Registro Civil de Vilassar de Dalt. Allí consta que el marido se llama José Luis Romera Rafa, cuando el segundo apellido es Raja. Pero nadie cayó en el error. Al poco se le concedió el permiso de residencia comunitario y fueron pasando los años. El 22 de enero de 2008 la mujer solicitó la residencia permanente, tras ci...

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La letra jota en lugar de la efe. Eso es lo que separa a una mujer mexicana de la legalidad y eso es lo que la ha colocado al borde de la expulsión de España por culpa de un error tipográfico.

Marcia Gabriela Gasca Rangel se casó en 2002 y el matrimonio se inscribió en el Registro Civil de Vilassar de Dalt. Allí consta que el marido se llama José Luis Romera Rafa, cuando el segundo apellido es Raja. Pero nadie cayó en el error. Al poco se le concedió el permiso de residencia comunitario y fueron pasando los años. El 22 de enero de 2008 la mujer solicitó la residencia permanente, tras cinco años de residencia en España, pero se la denegaron por culpa de la efe en la inscripción del matrimonio.

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El hombre reclamó el cambio mostrando su DNI, en el que consta como Raja, pero le volvieron a denegar los papeles a ella porque en el certificado de nacimiento que le reclamaron aparece como Rafa. La pareja siguió pensando que era cuestión de paciencia, pero ya va para año y medio y todo sigue igual.

Por eso han contratado a los abogados del Col·lectiu Ronda y ahora el tema está en los tribunales. De momento, el juez también le ha negado una medida cautelar para que la mujer pueda trabajar. Mientras tanto, no puede cobrar el subsidio de desempleo porque no tiene papeles. Tampoco puede buscar otro empleo, ni siquiera puede sacarse la tarjeta del Bicing de Barcelona, por poner un ejemplo de cómo afecta la situación a su vida cotidiana. Ni viajar a México a visitar a su familia. Lógicamente, el banco en el que paga la hipoteca que contrajo no le ha puesto ninguna objeción.

"Vivo en una jaula. Sólo tengo obligaciones y ningún deber, es como si estuviera encerrada", proclamó ayer la mujer entre sollozos. Su marido admite que la última vez que acudió al registro acabó chillando por la situación de impotencia en la que está sumido. Un funcionario le sugirió que mintiera y que se hiciera pasar por Rafa para acabar antes, pero él se niega.