Egipto aumenta su dependencia del gas israelí pese al rechazo popular: “Es un acuerdo humillante”
En medio del genocidio en Gaza, Tel Aviv acuerda incrementar el suministro al país árabe en un 40% hasta 2040 por valor de 30.000 millones de euros
Las relaciones políticas entre Egipto e Israel vagan por su punto más bajo en años a raíz de la ofensiva genocida israelí en Gaza. En los últimos meses, El Cairo ha llegado a amagar con romper sus relaciones con Tel Aviv, y su acuerdo de paz —el primero que firmó Israel con un país árabe, en 1979— pende de un hilo ante la amenaza latente de una expulsión forzosa de palestinos hacia Egipto. Nada de ello, sin embargo, ha impedido a los dos países anunciar este verano el mayor acuerdo de exportación de gas de la historia de Israel, por un valor que podría alcanzar los 35.000 millones de dólares (unos 30.000 millones de euros) hasta el 2040.
El nuevo acuerdo, que técnicamente enmienda un contrato firmado en 2018, prevé que Egipto aumente en más de un 40% sus importaciones anuales de gas de Israel, según una nota para accionistas publicada en agosto por NewMed Energy, uno de los socios principales del mayor yacimiento de gas de Israel, Leviatán. Además, El Cairo pagará en torno a un 24% más por este gas, de acuerdo con cálculos de EL PAÍS basados en los ingresos esperados por NewMed de la venta adicional de gas y el precio medio del gas suministrado hasta finales de 2024.
“En esencia, ambos países están aumentando su interdependencia mutua”, señala el experto en el Mediterráneo Oriental de la publicación especializada en gas y petróleo MEES, Peter Stevenson. “Que el acuerdo sea entre socios de Leviatán y [la empresa egipcia] Blue Ocean Energy proporciona a ambos gobiernos un cierto margen de denegabilidad, pero ambos están muy involucrados entre bastidores”, asegura. Según la plataforma de datos energéticos JODI, Israel ya suministra entre el 15% y el 20% del gas que consume Egipto.
El nuevo acuerdo ha generado un fuerte rechazo dentro y fuera de Egipto en un momento en que crecían las críticas a El Cairo entre quienes creen que podría asumir un rol más decisivo para intentar frenar el genocidio en Gaza o mitigar su sufrimiento aprovechando que es el único país, además de Israel, que comparte frontera con el territorio. Las autoridades egipcias, por su parte, insisten en que han liderado desde el inicio los esfuerzos de mediación con Qatar y que están dispuestas a asistir a la población gazatí, aunque acusan a Tel Aviv de bloquearlo.
“[Se trata de] un acuerdo humillante para Egipto, su pueblo, y su papel en la región y en el mundo”, lamenta el exministro de Trabajo y defensor de derechos laborales Kamal Abu Eita. “El acuerdo se produce en medio de la mayor guerra de exterminio que ha conocido nuestra nación árabe; una guerra de exterminio y hambruna contra nuestro pueblo en Gaza”, agrega el egipcio, que considera que el acuerdo “financia la guerra actual y las que están por venir”.
El Gobierno egipcio ha tratado de restarle importancia al acuerdo y de enmarcarlo como una simple enmienda, y su primer ministro, Mostafa
Madbouly, declaró en una rueda de prensa en agosto que no tendrá “ningún impacto” en las decisiones políticas de El Cairo sobre Gaza. Muy distinto fue el tono del ministro de Energía israelí, Eli Cohen, que durante una visita al yacimiento de Leviatán posterior al anuncio calificó el gas natural de “activo estratégico” y sostuvo que el acuerdo demuestra “la dependencia” de sus vecinos respecto a Israel.
Pacto con interrogantes
A pesar de la repercusión que generó su anuncio, la nota para inversores de NewMed advierte que “no existen garantías” de que el acuerdo se materialice porque deben cumplirse varias condiciones, entre ellas una decisión final de inversión (DFI) para ampliar Leviatán y la aprobación de un gaseoducto que conecte la red del sur de Israel directamente con Egipto. Si estos requisitos no se alcanzan antes del 30 de septiembre, las partes dispondrán de una prórroga de seis meses para evitar que el aumento de exportaciones quede en papel mojado.
Stevenson, sin embargo, considera que todo apunta a que el acuerdo saldrá adelante. “Al final se cree que se alcanzará un acuerdo [sobre el nuevo gaseoducto] ya que los socios de Leviatán y Tamar [el segundo mayor yacimiento de gas de Israel] están negociando la asignación de su capacidad y la distribución de costes”, explica. “En teoría, la decisión final de inversión para la ampliación de Leviatán no debería ser tan difícil ahora que se ha cerrado en principio el acuerdo de venta, lo que proporciona una [salida] para los volúmenes adicionales que se producirán”, agrega.
Para las autoridades egipcias, garantizar el gas que necesita el país se ha convertido en una prioridad política, especialmente después de que su déficit energético les obligara a adoptar medidas drásticas como apagones eléctricos programados, en algunos casos de varias horas, durante los dos últimos veranos, lo que desató un fuerte malestar social. Desde entonces, el Gobierno ha redoblado su apuesta por comprar gas natural licuado en el exterior, pero su coste es muy superior al del gas natural que llega por gaseoducto directamente desde Israel.
El acuerdo para aumentar los volúmenes de gas importados desde Israel también sugiere que El Cairo prevé seguir enfrentándose a un déficit de gas por un tiempo, según apuntan expertos como Stevenson, a pesar de contar con el mayor yacimiento de gas del Mediterráneo, Zohr. De acuerdo con datos de JODI, la producción mensual media de gas en Egipto ha caído este año más de un 40% respecto a los picos de principios de 2021. Aunque las autoridades están tratando de dinamizar de nuevo el sector, por ahora su apuesta no ha dado resultados.
Además del rechazo político que suscita el acuerdo con Israel, aumentar la dependencia respecto a su gas natural también despierta dudas por la fiabilidad de Tel Aviv como socio energético, sobre todo desde el comienzo de la ofensiva militar en Gaza. En octubre de 2023, Israel redujo notablemente el volumen de gas exportado a Egipto tras cerrar temporalmente Tamar alegando motivos de seguridad. Y durante la guerra de 12 días entre Israel e Irán el pasado junio volvió a interrumpir el suministro porque se detuvo la producción en Leviatán.
En el interior de Israel también existen reservas, según constata Stevenson. “En los últimos meses ha habido mucho debate sobre la exportación [de gas], con disputas entre el ministerio de Energía, que está a favor, y el de Finanzas, que se muestra más reacio”, explica el experto. “Muchos creen que Israel debería buscar más beneficios que un simple aumento del precio al comprometer grandes volúmenes de su gas con un vecino que no le ha sido nada favorable en los últimos dos años”, añade. “Así que apuesto que aún habrá más giros de guion”, desliza.