Iván Martín (Magallanes): “La exuberancia monetaria engendró monstruos financieros”
El presidente, fundador y director de Inversiones de Magallanes Value Investors mantiene su apuesta por los bancos europeos y las empresas industriales a pesar de la desaceleración económica
Iván Martín (Madrid, 1977) fundó junto a Blanca Hernández, prima de Antonio Hernández, presidente y máximo accionista de Ebro Foods, la gestora Magallanes Value Investors. Corría el año 2014 y el capital bajo administración apenas superaba los 30 millones de euros. En la actualidad, la firma gestiona activos por valor de 2.800 millones (en esta cifra están incluidos los más de 400 millones de patrimonio de Soixa, la sicav de la familia Hernández). En 2023, el fondo europeo de Magallanes logró...
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Iván Martín (Madrid, 1977) fundó junto a Blanca Hernández, prima de Antonio Hernández, presidente y máximo accionista de Ebro Foods, la gestora Magallanes Value Investors. Corría el año 2014 y el capital bajo administración apenas superaba los 30 millones de euros. En la actualidad, la firma gestiona activos por valor de 2.800 millones (en esta cifra están incluidos los más de 400 millones de patrimonio de Soixa, la sicav de la familia Hernández). En 2023, el fondo europeo de Magallanes logró una rentabilidad del 21,8% mientras que la cartera ibérica se revalorizó un 13,9%.
Pregunta. ¿Qué balance hace de 2023?
Respuesta. Fue un buen año para los mercados en general, a pesar de enfrentarse a uno de los entornos más volátiles y complejos que recuerdo. Para nosotros, fue un año particularmente bueno y eso que nuestra estrategia, en el tramo final, no contó con el viento a favor.
P. ¿Mantienen las mismas apuestas de inversión en 2024?
R. La cartera de nuestros fondos es la misma, pero es verdad que hemos empezado cierta rotación sectorial. Hay apuestas que se mantienen, como la banca europea, que todavía arrastra cierto estigma.
P. Magallanes fue de las primeras gestoras en apostar por los bancos en un momento cuyas cotizaciones estaban deprimidas. ¿Por qué?
R. Aún sigue siendo para muchos un sector tabú. La banca fue la gran culpable y luego víctima de la crisis financiera. Los excesos tardaron una década en purgarse y eso influyó en su reputación. A los inversores, cuando sucede algo así, les cuesta volver a confiar, pero la rentabilidad de los bancos justifica la tesis de inversión. La covid tampoco ayudó a ver cómo el sector se estaba saneando, reforzando sus recursos propios y mejorando sus beneficios. A pesar de las revalorizaciones acumuladas desde que hace dos años decidimos tener bancos en nuestras carteras (nunca antes los habíamos tenido) los mimbres para la recuperación del sector siguen intactos.
P. Otra de sus apuestas son los valores industriales, con gran protagonismo de las compañías alemanas. Se trata de un sector muy expuesto al ciclo económico en un momento de desaceleración económica. ¿Cómo justifica esta estrategia?
R. Las Bolsas anticipan los sentimientos, lo que los inversores intuyen que va a pasar. Aunque luego no se cumpla. Tras la recuperación posterior a la pandemia, casi todo el mundo en el mercado anticipó que lo que debe venir era una recesión y que esta llegará de forma abrupta tras los excesos monetarios y fiscales. Ese escenario no se ha materializado —en algunas economías como la alemana sí, pero no a nivel global—, y muchos valores industriales cotizan como si ya estuviésemos en una recesión. Eso nos ha permitido comprar a buenos precios compañías sin excesiva deuda.
P. ¿Qué opina de las valoraciones del sector tecnológico?
R. Empecé a trabajar en esta industria a finales de los años 90 y, salvo en la época de la burbuja puntocom, no había visto una situación como la actual en el mercado. ¿Quiere decir eso que hay otra burbuja como la de entonces? No me atrevo a decir eso, pero sí puedo decir que tanto a nivel sectorial como geográfico, la asimetría actual me recuerda a la de hace 25 años. EE UU supone un cuarto de la economía mundial, pero su Bolsa es dos terceras partes de la capitalización global. Es una desproporción que no puede dejar indiferente a nadie. En el caso europeo ocurre todo lo contrario: el PIB de Europa es un 15% del PIB mundial y el peso de su mercado de acciones no llega al 10%.
P. ¿A qué atribuye esta asimetría?
R. La historia muestra que las asimetrías suelen corregirse y yo prefiero estar del lado en el que la corrección sea positiva, es decir, Europa. Para explicar el bum de EE UU y de su sector tecnológico hay que hablar de méritos propios y errores de Europa. Los políticos estadounidenses han hecho muchas cosas en beneficio de su economía. Fijémonos en su Ley de Reducción de la Inflación (IRA). Se trata de un paquete de medidas ambicioso y concreto que da un marco de actuación clarísimo a las empresas. Son solo 60 páginas y en el caso de Europa el European Green Deal son 1.000 paginas. En Europa hay un sesgo hacia la burocacracia, la complejidad y la prohibición. EE UU, en cambio, opta por dar incentivos y que sean las empresas las que capturen esas ventajas.
P. En cartera tienen valores que han sido objeto de una opa como Applus. ¿La posibilidad de que una compañía protagonice movimientos corporativos es un factor a tener en cuenta a la hora de confeccionar la cartera de los fondos?
R. Ex ante, no lo buscamos. Cuando un valor está en las quinielas para recibir una opa y no termina materializándose o cuando ocurre, su valoración es tan baja que nadie gana dinero. Sin embargo, sin buscarlo, en Magallanes hemos recibido muchas opas sobre valores que teníamos en cartera. Eso me lleva a la reafirmación de nuestro proceso de inversión y su eficacia porque quiere decir que se reconoce el valor de nuestras decisiones.
P. ¿Cómo han afectado las subidas de los tipos de interés a su estrategia de inversión?
R. La situación actual es la que tiene sentido, no la anterior con tipos cero. Es verdad que hemos entrado en la nueva realidad monetaria de una forma abrupta, pero es importante que haya coste de oportunidad, que poner un proyecto en marcha tenga un coste. La barra libre no es buena para ningún bar. La existencia de tipos de interés más altos hace que tengas que exigir más rentabilidad por aquello que conlleva más riesgo. A corto plazo, cuando los tipos suben suele caer la Bolsa, el descuento de los flujos de caja para fijar las valoraciones vale menos. Pero a medio y largo plazo, como exiges más rédito a los activos de riesgo, tiene sentido ser optimista y esperar rentabilidades de doble dígito para las Bolsas en los próximos años. El cambio en la política monetaria ha sido un choque de placas tectónicas. Había demasiada exuberancia, los tipos cero engendraron muchos monstruos financieros. Afortunadamente, muchos de estos monstruos se han purgado ya. La subida del precio del dinero ha traído racionalidad al orden financiero y a los incentivos de los inversores.
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