Romualda: la empresa que convierte los sombreros en obras de arte

La compañía, especializada en prendas pintadas a mano, prevé facturar más de 900.000 euros este año

Desde la izquierda, Cristina Aguirre, Mariana Aguirre y Nicolás Piñera, en su ‘showroom’ de Madrid.Santi Burgos

Cristina y Mariana Aguirre tenían claro que querían aunar sus dos pasiones, la pintura y el diseño, respectivamente, en un proyecto profesional. Buscando un producto atemporal, surge la idea de fabricar sombreros reversibles pintados a mano. Como nombre que diera sentido a su sueño no tuvieron dudas: Romualda. Así se llamaba una artista neerlandesa hippy que vivía en un Citroën dos caballos varado en el desierto almeriense de Rodalquilar y a la que conocieron siendo niñas en un viaje con sus padres. “...

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Cristina y Mariana Aguirre tenían claro que querían aunar sus dos pasiones, la pintura y el diseño, respectivamente, en un proyecto profesional. Buscando un producto atemporal, surge la idea de fabricar sombreros reversibles pintados a mano. Como nombre que diera sentido a su sueño no tuvieron dudas: Romualda. Así se llamaba una artista neerlandesa hippy que vivía en un Citroën dos caballos varado en el desierto almeriense de Rodalquilar y a la que conocieron siendo niñas en un viaje con sus padres. “Cuando creamos la cuenta en Instagram pensábamos que solo nos iban a hacer caso familiares y amigos. Sin embargo, nos empezaron a llegar pedidos de señoras muy cool de Los Ángeles, París o Nueva York”, recuerda Cristina Aguirre.

Habían encontrado una buena idea, pero les faltaba dar el salto de la red social al mundo de la empresa. Y ahí, gracias a las casualidades de la vida, entró en juego Nicolás Piñera. Tras finalizar una doble ingeniería (electrónica y de telecomunicaciones) hizo un máster en administración de marcas de lujo. Conoció a las hermanas Aguirre en la playa de Caravia (Asturias). En 2020 fundaron la empresa con financiación familiar y desde entonces se han hecho inseparables. En 2022, Romualda facturó 470.000 euros y su previsión es cerrar el presente ejercicio con el doble de ingresos. “Hemos ido muy poco a poco, ampliando capital según las necesidades y también usando líneas de crédito. Ahora también hemos solicitado un préstamo a Enisa [Empresa Nacional de Innovación]. Nuestro plan de negocio contempla la entrada en break even [rentabilidad operativa] al llegar al millón de euros de facturación”, explica Mariana Aguirre.

Uno de los sombreros pintados a mano de Romualda.Santi Burgos

Influencia asturiana

Romualda cuenta con 10 empleados en plantilla, aunque indirectamente hay otras 12 personas en Asturias que trabajan casi en exclusiva para ellos. La apuesta inicial por un producto de calidad, sostenible y 100% español se mantiene. Sin embargo, tuvieron que cambiar sus planes en cuanto a la distribución. “La idea original era tener una marca nativa digital, pero pronto despertamos el interés de puntos de venta físicos. Eso también nos llevó a cambiar la estrategia de producción. Todo lo sigue pintado a mano Cristina, pero hacemos colecciones un poco más en serie”, indica Piñera. El 70% de sus ventas son ya en boutiques multimarca, con gran peso del mercado estadounidense, y el 30% restante se genera a través de su página web y en pop-ups o tiendas efímeras.

Los sombreros, con precios que oscilan entre los 180 y los 380 euros, siguen siendo las piezas icónicas de Romualda, pero no son las únicas. Hacen dos colecciones (verano e invierno) al año con más de 120 referencias por temporada. En su catálogo hay camisas, vestidos, pañuelos, abrigos o bolsos. Todo hecho de la misma forma artesanal. Lo próximo en llegar a su escaparate son los cárdigans y en el futuro proyectan entrar en nuevos segmentos como el mobiliario o la ropa para el hogar. “El retrato robot de nuestras clientas es una mujer con un poder adquisitivo medio-alto, relacionada con el mundo del arte y a la que le encarta viajar”, cuenta Mariana Aguirre. Este verano también hicieron una prueba piloto con prendas para hombre. A medio plazo, una vez lograda la rentabilidad, se plantean cómo llegar a un público más amplio. Y la respuesta son las tiendas propias. “Es algo que nos imaginamos con frecuencia. Si a las tiendas que venden nuestros productos les va muy bien, por qué no nos iba a ir bien a nosotras”, concluye Cristina Aguirre.

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