Salsa picante para Citi en México
El banco estadounidense se atraganta con la venta de Banamex por una mezcla de errores propios y exigencias del Gobierno de López Obrador
Vender un banco es complicado. Los reguladores pueden meter baza y hay mucho margen para el desacuerdo respecto a lo que vale una empresa. Deshacerse de parte de un banco, que implica repartirse licencias, empleados y activos físicos, es todavía más difícil. Pero vender parte de un banco en México, con un Gobierno proteccionista y a favor de los trabajadores, se acerca a la cima de la jerarquía de cosas difíciles en el sector bancario. La jefa de...
Vender un banco es complicado. Los reguladores pueden meter baza y hay mucho margen para el desacuerdo respecto a lo que vale una empresa. Deshacerse de parte de un banco, que implica repartirse licencias, empleados y activos físicos, es todavía más difícil. Pero vender parte de un banco en México, con un Gobierno proteccionista y a favor de los trabajadores, se acerca a la cima de la jerarquía de cosas difíciles en el sector bancario. La jefa de Citigroup, Jane Fraser, después de pasarse un año intentando vender una parte de Banamex, la filial del prestamista estadounidense, y fracasar en el intento, le ha visto las orejas al lobo.
Fraser declaraba el miércoles que Citi, valorado en 90.000 millones de dólares, ahora tiene intención de lanzar una oferta pública inicial de su unidad mexicana minorista y de pequeñas empresas, aunque no hasta 2025. Ha transcurrido más de un año desde que anunció sus planes de escindir el negocio que dirigió en su cargo anterior.
Desde entonces, los tipos de interés se han disparado, modificando la valoración de préstamos, inversiones y acciones bancarias. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, impuso unas condiciones muy severas para la transacción de Banamex, que incluían, entre otras cosas, una moratoria para los despidos masivos, un comprador local y que la ilustre colección de arte del banco permaneciera en manos mexicanas. Estas exigencias redujeron el número de posibles compradores, lo que permitió a los que quedaron mostrarse todavía más exigentes. Es posible que el precio de 7.000 millones de dólares viniera unido a muchas condiciones.
Una cosa que no ha mejorado en un año de regateo es la pésima valoración de Citi. Las acciones del banco cotizan justo a la mitad de su valor contable; según Refinitiv, los inversores valoran a su rival JPMorgan en 1,4 veces sus activos netos previstos.
Esa diferencia existe no porque Fraser no haya logrado desprenderse de Banamex, sino porque preside un banco que pasó años escatimando en inversiones y cometiendo errores chapuceros, lo que se tradujo en un crecimiento lento, costes elevados y multas. Pese a los esfuerzos de Fraser por darle la vuelta a la situación, hay mucho por hacer.
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