Las empresas españolas se abren al talento trans

Cada vez más compañías apoyan y acompañan a los trabajadores que han decidido modificar su identidad de género

Salma Barquín, directiva de Endesa, en sus oficinas de Madrid.Carlos Hoys

Camila Deza es una mujer trans. Licenciada en Administración y Dirección de Empresas y máster en Estadística Aplicada, trabaja en BBVA como científica de datos. “Comenté a mi jefe que estaba transicionando me presenté a un puesto, ya que trabajaba como externa para el banco. Su respuesta fue tajante: nos interesa tu trabajo”. Para Deza un empleo es más que una oportunidad laboral, “es un lugar donde te sientes segura”, y, en su caso, “te sientes arropada por el equipo”. Reconoce que es una privilegiada: “Saber que el rendimiento es lo que habla de ti, es lo más”.

No solo BBVA se ha prop...

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Camila Deza es una mujer trans. Licenciada en Administración y Dirección de Empresas y máster en Estadística Aplicada, trabaja en BBVA como científica de datos. “Comenté a mi jefe que estaba transicionando me presenté a un puesto, ya que trabajaba como externa para el banco. Su respuesta fue tajante: nos interesa tu trabajo”. Para Deza un empleo es más que una oportunidad laboral, “es un lugar donde te sientes segura”, y, en su caso, “te sientes arropada por el equipo”. Reconoce que es una privilegiada: “Saber que el rendimiento es lo que habla de ti, es lo más”.

No solo BBVA se ha propuesto abrir brecha por la inclusión ­LGTBI en los centros de trabajo. Otras empresas como Endesa, April, BP, Amazon, Accenture, Nationale Nederlanden o la ONG Acnur son pioneras en el apoyo y acompañamiento a trabajadores que han decidido modificar su identidad de género dentro de la compañía. En menos de dos años han comenzado a aflorar este tipo de procesos y no es casual que haya sido tras el confinamiento. Solos/as en casa, y con tiempo para experimentar, hay quienes han retornado a las oficinas con una nueva identidad. Su salida del armario pospandemia coincide con la reciente entrada en vigor de la ley trans, que insta a las empresas con más de 50 empleados a contar con protocolos de inclusión para el colectivo LGTBI.

Unos protocolos que se elaboran con participación de personas trans, que convertidas en improvisadas portavoces, imparten talleres en tantas compañías como requieran su presencia. Una actividad que coordina la Red Empresarial por la Diversidad e Inclusión, REDI, que engloba a 200 empresas. “Fomentamos y damos herramientas para buenas prácticas en tres ámbitos: formación en el onboarding para recibir a la persona trans o que decide transicionar contratada; a los compañeros, jefes y directivos para evitar problemas o discriminación; así como la adecuación de los sistemas informáticos al cambio de identidad”, explica Óscar Muñoz, codirector general.

Camila Deza, analista de datos de BBVA, en la sede del banco. Álvaro García

Deza llama a la concienciación de las empresas para que sus plantillas “utilicen los pronombres adecuados, nos llamen por los nuevos nombres y se modifiquen en los ficheros”.

Alicia García, licenciada en Física y Matemáticas y responsable del equipo de arquitectura técnica en BBVA, también ha transicionado de género. Comenzó su proceso con pequeños cambios (“pintarme las uñas”) en el confinamiento “y cuando tocó volver a la oficina no quise hacerlo como hombre”. Ella ha colaborado en la elaboración del protocolo del banco, que ya solicitan otras empresas para su adopción. “Empoderamos a empleados trans dándoles espacios de seguridad, acompañamiento emocional y agilizando la parte burocrática”, apunta Izaro Assa, responsable de diversidad.

Un protocolo que Muñoz califica de “necesario” porque existe mucho desconocimiento y a veces reprobación. En los talleres “se explica qué es una persona trans y cómo eliminar sesgos en los procesos de selección”. Aunque para muchos los centros de trabajo son lugares seguros, persiste el miedo a la visibilidad por temor a ser reconocido y sufrir algún tipo de agresión, algo que el directivo de REDI achaca “a la falta de referentes y escasa sensibilización”. No es el caso de Salma Barquín, física e ingeniera industrial, directora de regulación y mercados mayoristas en Endesa: “Mi vida como mujer se desarrolla con normalidad y no me siento amenazada”.

Valeria Flores, trabajadora de la aseguradora April. Sergio Albert

También para ella el confinamiento supuso un antes y un después: “Empecé a probar porque en casa me sentía libre”. De vuelta a Endesa, “me ayudó mucho el business partner que la compañía asigna a cada empleado”. Hoy “mantengo el mismo grupo de compañeros con los que salía a comer”. Reconoce abiertamente “la sorpresa inicial” que produjo en compañeros y jefes y se toma con humor cuando en encuentros sectoriales alguien comenta “qué cambiado te veo’ y enseguida, seguimos a lo nuestro”. “Transicionar no ha sido un tema de exhibicionismo, sino de sentirse bien”.

Deficiencias

Algo en lo que coincide con Noah del Campo, de Acnur. “Entré como mujer y la plantilla ha vivido mi transición a hombre”. Ha recibido “todo su apoyo” y lo importante es que sus responsables “están satisfechos con mi trabajo”. Y no es para menos. Su rápida intervención le salvó la vida a una socia de Barcelona. “Comenzó a expresarse mal. Le estaba dando un ictus. Mientras se la pasé a mi supervisora para que hablase con ella, contacté con emergencias. Desplegaron un veloz operativo y, aunque yacía en el suelo, llegaron a tiempo”. Noah agradece que ­Acnur apostase por él porque “hay empresas que no se arriesgan a contratarnos convencidas de que estamos enfermos o tenemos alguna deficiencia mental”.

La hondureña Valeria Flores, de la aseguradora April, también lucha por ser un referente para la mujer latinoamericana, “donde es muy difícil ser una persona trans”. Aconseja a sus compatriotas “recurrir a una organización social, recibir asistencia legal que tramite la documentación y, mientras llega, estudiar una capacitación para aplicar a la bolsa de empleo de estas organizaciones”. Flores aplaude la apertura hacia su colectivo de la empresa privada en contraste con las tiendas y comercios, “donde el rechazo es enorme”. Ninguna mujer trans fue contratada por una peluquería o salón de belleza tras realizar el curso de asesora de imagen que imparte L’Oréal, dice.

Modelo de inclusión

Violeta Serrano es una mujer trans que trabaja en la petrolera BP, que emplea a varias personas como ella. Optó al puesto a través del proyecto Ambar que gestiona la Fundación 26 de Diciembre. En su trabajo en recursos humanos forma parte de los procesos de selección para personal de estaciones de servicio “donde ser trans tiene sus particulares dificultades, sobre todo en un colectivo tan heterogéneo”, dice. Estar de cara al cliente supone “una mayor exposición”, por lo que la empresa facilita un servicio de 24 horas todos los días para cualquier consulta, problema o denuncia.
Serrano señala BP como “modelo de inclusión” respecto a otras empresas en las que ha trabajado y donde “no pasas de ser una especie de mascota a la que no se tiene en cuenta”. Le sorprende una plantilla “muy formada en diversidad, que aplica protocolos muy avanzados con un trato y acompañamiento expertos”. La firma cuenta con el programa BP Pride, en el que voluntarios trabajan por la inclusión de las personas LGTBI.

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