Blue Banana y sus camisetas viajeras de la X que ayudan al planeta

La empresa de dos amigos de colegio diseña y vende ropa sostenible fabricada en Asia y Europa y ha conseguido que su huella de carbono sea negativa

Fundadores de Blue Banana: Juan Fernández-Estrada (izquierda) y Nacho Rivera.AINHOA

Sus camisetas y sudaderas, reconocidas por el símbolo de la X, pretenden transmitir experiencias. “Nuestro objetivo es mostrar cómo las nuevas generaciones pueden salir de la monotonía del día a día urbano y cómo su vida puede ser una aventura”, explican Juan Fernández-Estrada y Nacho Rivera, fundadores de Blue Banana.

La aventura de estos dos emprendedores comenzó hace seis años, cuando ambos...

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Sus camisetas y sudaderas, reconocidas por el símbolo de la X, pretenden transmitir experiencias. “Nuestro objetivo es mostrar cómo las nuevas generaciones pueden salir de la monotonía del día a día urbano y cómo su vida puede ser una aventura”, explican Juan Fernández-Estrada y Nacho Rivera, fundadores de Blue Banana.

La aventura de estos dos emprendedores comenzó hace seis años, cuando ambos cursaban primero de Administración de Empresas. Amigos desde el colegio, desde el principio tuvieron pocos recursos y muchas ganas. Con apenas 3.000 euros de inversión se les ocurrió comprar camisetas y sudaderas en Portugal que vendieron a amigos y conocidos. Fue el primer paso de una escalada extraordinaria. En la actualidad tienen más de 200 referencias con modelos de bañadores, abrigos, una línea para mujeres y otra para niños, que lanzaron hace un año.

Lo inusual es que han construido su catálogo sin inversiones externas, solo con recursos propios. “Desde el principio fuimos rentables, así que no hemos necesitado rondas de financiación. Hemos reinvertido y ha sido suficiente”, subraya Fernández-Estrada. Una estrategia que, según sus palabras, puede haber supuesto un crecimiento menor de la marca: “Además, los dos primeros años fuimos despacio, todavía estábamos estudiando, teníamos poca experiencia e íbamos como pollo sin cabeza. A partir de 2018 nos dedicamos de lleno a la empresa”, añade Rivera.

Pese a todo, su crecimiento ha sido muy rápido a la vista de la facturación: en 2021 ingresaron 7,4 millones de euros, con unas previsiones de superar los 10 millones en 2022. De esta cifra, un 78% llega desde la venta digital y el resto desde las tiendas físicas. La apertura de locales comenzó en diciembre de 2020 y ya tienen tres, en Madrid, Barcelona y Valencia. “Todas son rentables. Decidimos abrirlas después de cuatro años trabajando en la marca y con el respaldo de una clientela muy potente. No empezamos de cero”, señala Fernández-Estrada. Con estas aperturas, los fundadores confían en que los establecimientos supongan pronto un 40% de la caja. Pero siguen con la misma filosofía de ir paso a paso, consolidando cada decisión que toman. “Nos dicen que podríamos ir más deprisa, pero no queremos. Preferimos ir despacio, jugar para siempre y crear una marca sólida”, explica Fernández-Estrada.

Próximos retos

Con su equipo formado por 49 personas, Rivera y Fernández-Estrada dicen sentirse seguros y capaces de alcanzar retos muy ambiciosos. “Creemos que en los próximos años podemos crecer mucho”. Un crecimiento que tiene su argumento en un sinfín de proyectos, como la apertura de una nueva tienda en Sevilla, una segunda en Madrid y tres más pendientes de confirmación. Vender sus productos en tiendas multimarca, sobre todo fuera de España, y comenzar su expansión en Latinoamérica son otros objetivos. Apuestan por reforzar la venta electrónica tanto en España como fuera, donde ya tienen presencia en Francia, Alemania y Portugal, y hacer lanzamientos como mochilas o zapatillas.

Para este año se plantean un reto del que hablan con especial entusiasmo. “Queremos alinearnos con marcas que tengan valores parecidos a los nuestros. Hemos empezado con Canon, que nos va a patrocinar una serie de viajes ecológicos donde contaremos cómo es posible viajar sin dejar huella medioambiental”, cuenta Rivera.

Blue Banana ha negativizado su huella de carbono al invertir el equivalente al doble de sus emisiones en proyectos medioambientales avalados por Naciones Unidas. “No nacimos sostenibles, pero hace dos años decidimos fabricar con tejidos respetuosos con el medio ambiente”, explica Fernández-Estrada. Utilizan algodón orgánico en el 95% de sus prendas y otros tejidos que provienen de algas, ortigas o cáñamo. El relleno de sus abrigos, por ejemplo, es de Thermolite reciclado, que se crea a partir de residuos. Sus prendas vienen de Asia y Europa. Pero, como cuentan en su web, no creen que sea algo negativo. “Trabajamos con las mejores fábricas de España y Portugal, pero también tenemos colecciones excelentes que provienen de China, Bangladés y Turquía. En cada país trabajamos con empresas que velan por la seguridad de sus trabajadores. Creemos que evitar la producción en países como Bangladés puede ser más dañino que beneficioso, sobre todo para los cuatro millones de personas que viven allí del textil”.


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