El regreso de Sabadell: estabilidad financiera y política
La vuelta sería un paso importante hacia la normalización tras unos años muy convulsos
La vuelta del Banco Sabadell a Cataluña es una importante noticia financiera, en plena opa hostil del BBVA. Pero sobre todo está destinada a tener una enorme repercusión política. España y Cataluña ganarían estabilidad política si finalmente el consejo de administración de la entidad decide hoy retornar a Cataluña. Ese sería un paso importante hacia la normalización tras unos años muy convulsos.
La decisión de la dirección del Sabadell...
La vuelta del Banco Sabadell a Cataluña es una importante noticia financiera, en plena opa hostil del BBVA. Pero sobre todo está destinada a tener una enorme repercusión política. España y Cataluña ganarían estabilidad política si finalmente el consejo de administración de la entidad decide hoy retornar a Cataluña. Ese sería un paso importante hacia la normalización tras unos años muy convulsos.
La decisión de la dirección del Sabadell de trasladar su domicilio fiscal a Alicante en plena crisis del procés independentista hace siete años tenía como propósito fundamental asegurar la protección del Banco Central Europeo (BCE). Sin embargo, la medida, que fue seguida por más de 4.000 empresas que trasladaron su sede a otras ciudades españolas, puso al descubierto la profundidad de la crisis política que estaba viviendo España en pleno procés.
La noticia tiene especial relevancia porque se produce en plena opa del BBVA sobre la entidad catalana. Esa operación está pendiente de que la Comisión Nacional del Mercado y de la Competencia (CNMC) apruebe la fusión. Desde un punto de vista estrictamente económico y financiero no se ven por ninguna parte los beneficios de una mayor concentración bancaria: la Gran Recesión redujo notablemente el número de entidades. La compra del Sabadell por parte del BBVA dejaría un mercado aún menos competitivo; las empresas y los particulares tendrían menos oportunidades para elegir y se pueden perder miles puestos de trabajo. Los únicos beneficiarios claros serían los accionistas del BBVA. Otro gigante financiero interno a la vista con mayor poder de mercado: esos argumentos han tenido por el momento poco peso para el supervisor que tiene que aprobar la operación.
Ahora se añade una variable más a la ecuación: el análisis de la operación desde el punto de vista de la estabilidad política. La vuelta de la vieja entidad financiera catalana, fundada en 1882, contribuye sin duda a reforzar la estabilidad política. El Sabadell sigue los pasos de Cementos Molins en esa apuesta de la banca y la industria catalanas por la vuelta a la normalidad.
La normalidad, en fin, supone llevar al terreno del debate y la negociación política las diferencias entre los distintos proyectos que existen en el país. En el marco europeo ese debate es más fácil. Las sociedades catalanas y española ya se han beneficiado de la mayor estabilidad que existe en Cataluña desde que Salvador Illa llegó a la presidencia de la Generalitat tras negociar con los grupos independentistas.
Esa estabilidad política es una condición previa para lograr la estabilidad financiera. Hay ya muchos indicadores —crecimiento económico, empleo, exportaciones— que evidencian el buen momento por el que atraviesa la economía española. Operaciones como el regreso de las sedes bancarias contribuyen a afianzar las bases de la vuelta a la normalidad. Porque asegurar la estabilidad política debería constituir la máxima prioridad a la que hay que subordinar todos los demás intereses, en un país que ha perdido muchas energías y se ha dejado muchos pelos en la gatera del proceso independentista. Cataluña y España tienen todavía por delante muchos desafíos.
La crisis de la vivienda requiere más activismo político; la desigualdad se disparó durante la Gran Recesión y es uno de los grandes problemas económicos de estos tiempos. El contexto internacional está inflamado con la llegada de Donald Trump. No hace falta un solo desafío adicional.