Columna

¡Eurobonos!

Solo queda una salida para poder financiar a Ucrania y la política exterior y de defensa europea: deuda mutualizada a mansalva

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en rueda de prensa tras el Consejo Europeo en Bruselas el 22 de marzo.OLIVIER HOSLET (EFE)

Este 2024 debe alumbrar la segunda gran emisión de eurobonos, tras el Nex Generation. La política no está madura: por eso ayer la cumbre europea concluyó en un genérico explorar “todas las opciones” para financiar a Ucrania, su política exterior y de defensa. Pero la urgencia financiera es exponencial:

Uno. Supervivencia del Estado ucranio: aprobada la ayuda de 50.000 millones de euros para sufragarla (1/2/2024). Parte en créditos y parte en subvenciones. Estas saldrán del presupuesto de la UE, que gestiona Bruselas. Podrían usarse como palanca de emisiones de eurobonos más ampl...

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Este 2024 debe alumbrar la segunda gran emisión de eurobonos, tras el Nex Generation. La política no está madura: por eso ayer la cumbre europea concluyó en un genérico explorar “todas las opciones” para financiar a Ucrania, su política exterior y de defensa. Pero la urgencia financiera es exponencial:

Uno. Supervivencia del Estado ucranio: aprobada la ayuda de 50.000 millones de euros para sufragarla (1/2/2024). Parte en créditos y parte en subvenciones. Estas saldrán del presupuesto de la UE, que gestiona Bruselas. Podrían usarse como palanca de emisiones de eurobonos más amplias.

Dos. Armas: Su fabricación, compra y entrega se despliega en distintos instrumentos (Fondo Europeo de apoyo a la paz, Ley de Apoyo a la Producción de Armamento o el nuevo Fondo Europeo de Defensa) que respondían a distintos momentos. Por eso están poco armonizados. En la reelaboración de sus normativas se discute su apelación a la deuda común.

Tres. El bazooka del BEI: ampliar las funciones del Banco Europeo de Inversiones. Su reglamento excluye operaciones en esos ámbitos. El BEI se financia óptimamente en el mercado mediante bonos europeos, aunque no sean “eurobonos”.

Cuatro. Confiscar activos rusos, congelados en entidades europeas (unos 210.000 millones de euros). El plan se apoya en la ONU: la resolución 15/11/2022, que advierte a Moscú de que deberá “afrontar” los efectos de sus actos con “reparaciones” económicas. Descartado por temor a represalias (aunque fuesen sin base legal). Más inocuo sería “utilizar” esos recursos “como colateral [garantía] para levantar fondos para Ucrania”, postula el primer ministro belga, Alexander de Croo.

Cinco. Usar los rendimientos de esos activos para ayuda directa a Kiev, según el plan del Alto Representante Josep Borrell, ya parcialmente en marcha.

Seis. Emitir eurobonos por 100.000 millones, (plan de Estonia, Francia y algunos otros).

La lógica económica que subyace a esos planes es inapelable: los 27 no pueden políticamente efectuar recortes sociales, ni aumentar impuestos individualmente: estimularían el malestar propicio a la ultraderecha). Tampoco aumentar su deuda: el Pacto de Estabilidad remozado les obliga a reducirla. Ni quieren engordar sus contribuciones al presupuesto común. Solo queda una salida: deuda mutualizada, a mansalva. O eso, o la inanidad.

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