Un rublo ya vale menos que un centavo de dólar

El enorme gasto de la guerra, las sanciones, el desplome de los ingresos y la fuga de capitales provocan una devaluación sostenida de la divisa rusa en los últimos meses. Varios altos cargos del Banco Central de Rusia dimitieron a principios de agosto

Maqueta de gasoducto sobre billetes de rublos. Foto: REUTERS | Vídeo: EPV

Las sanciones por la invasión rusa de Ucrania siguen horadando la economía rusa poco a poco. La cotización de la moneda nacional se mantiene en caída libre desde hace meses y un rublo ya vale menos que un centavo de dólar, con el sobrecoste que ello supone para importar productos, tecnología y materias primas del exterior y, por ende, el riesgo de que los precios se disparen de nuevo para el ciudadano ruso. “No hay ninguna amenaza hoy para la estabi...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Las sanciones por la invasión rusa de Ucrania siguen horadando la economía rusa poco a poco. La cotización de la moneda nacional se mantiene en caída libre desde hace meses y un rublo ya vale menos que un centavo de dólar, con el sobrecoste que ello supone para importar productos, tecnología y materias primas del exterior y, por ende, el riesgo de que los precios se disparen de nuevo para el ciudadano ruso. “No hay ninguna amenaza hoy para la estabilidad financiera”, ha asegurado el Banco Central de Rusia, organismo que ha vivido una oleada de dimisiones en las últimas semanas. Al cierre del mercado un dólar equivalía a 101,04 rublos; y un euro por 110,68 rublos.

La moneda nacional ha superado este lunes el cambio de un dólar por 101 rublos por primera vez desde el 23 de marzo de 2022, mes en el que el shock del inicio de la guerra, el anuncio de las primeras sanciones y el minicorralito del regulador ruso hundieron su valor durante un par de semanas hasta un histórico cambio superior a 130 rublos por dólar.

La diferencia es que esta vez la cotización del rublo atiende a fundamentos más racionales que el mero pánico. Tras aquellos meses, el curso de la moneda rusa había sido estabilizado gracias a la determinación del banco central y en enero y febrero de este año cotizaba a menos de 60 rublos por dólar.

El motivo, los grandes ingresos de petróleo y gas y la menor demanda de euros y dólares debido a la caída de las importaciones. Sin embargo, Europa logró la desconexión casi total de Gazprom hacia finales de 2022 y en enero entró en vigor el tope al precio del barril de petróleo ruso. Desde entonces, el agujero de los presupuestos rusos no ha hecho más que aumentar en una espiral deficitaria.

“Sin un cambio en la agenda geopolítica y en la política interna, es poco probable que algo mejore aquí”, advierte la gestora de inversiones Loko-Invest. “La presión sobre el rublo puede continuar incluso si la economía continúa desacelerándose en la segunda mitad del año junto con el gasto presupuestario”, señala.

Los motivos, según esta firma, son que los precios de las importaciones “son insensibles al tipo de cambio” ruso y la balanza de pagos refleja los problemas de la economía rusa desde que el Kremlin decidió invadir Ucrania: “la sustitución de los eurobonos (y los impagos debido a las sanciones a los bancos rusos), la salida de las empresas de Rusia, la conversión de los préstamos en moneda extranjera en rublos, la retirada de fondos de la población y las empresas extranjeras, y la salida estructural de capitales”.

El rublo también se ha hundido frente a otra moneda clave para las importaciones. La divisa rusa ya se cambia a 111 rublos por euro en el mercado ruso, casi el doble que los 60 rublos a los que se llegó a cambiar a principios de año.

Las turbulencias de la divisa rusa han venido acompañadas en las últimas semanas por una oleada de dimisiones en el Banco Central. Su vicepresidente Yuri Isáyev renunció el pasado 1 de agosto. Responsable del departamento contra el lavado de dinero y el control de divisas, había sido nombrado en el cargo en enero.

La prensa rusa señaló entonces que la dimisión se debía a motivos de salud. Sin embargo, aquella renuncia también estuvo acompañada por la de la mano derecha de la presidenta del organismo monetario, Elvira Nabiúllina.

Su vicepresidenta primera, Ksenia Yudáyeva, también dejó el cargo para pasar a ejercer un puesto de menor estatus en el departamento de análisis del banco central.

La marcha de estos altos cargos coincidió además con el anuncio de que el Gobierno ruso incumplirá su sacrosanta regla fiscal. Para frenar la devaluación del rublo, el Ministerio de Economía ha decidido dejar de comprar divisas con los ingresos imprevistos de petróleo y gas en los próximos meses, como prescribe la regla presupuestaria.

Sanciones de Occidente

Esta regla, prevista para proporcionar estabilidad a la economía nacional, establece que el Gobierno debe adquirir oro y divisas foráneas (yuanes chinos debido a las sanciones) para nutrir el Fondo Nacional de Inversión Ruso, del cual una mitad ha sido congelada por Occidente y la otra ha servido de colchón para sostener la economía hasta ahora. “Las intervenciones ejercerían una presión adicional innecesaria sobre el tipo de cambio y las ganancias excedentes se utilizarán para financiar el déficit público”, explicó una fuente del Gobierno al diario ruso Vedomosti a principios de agosto.

El problema del Kremlin es que superada la primera mitad del año ha alcanzado el objetivo de déficit de todo 2023. Al menos un tercio del presupuesto está siendo gastado en la guerra y los ingresos se han desplomado. El déficit público alcanzó los 2,82 billones de rublos al concluir julio, frente a los 2,9 billones previstos para todo el curso, y sus ingresos por petróleo y gas fueron un 41% menores en los primeros siete meses del año que en el mismo periodo de 2022. Otros ingresos se dispararon un 19,8%, en parte por la estabilidad lograda con el cambio anterior y haber contenido la inflación frente al miedo del inicio de la guerra un año antes.

El Ministerio de Economía se ha fijado como objetivo un déficit del 2% sobre el Producto Interior Bruto. Sin embargo, hay que tener en cuenta otro factor en la ecuación: la economía rusa está experimentando una profunda transformación desde 2022 en su deriva hacia una economía de guerra, y la mayor parte del consumo que figura en el PIB no es privado, sino del Estado. Por ello, el Kremlin busca ingresos por debajo de las piedras. El presidente Vladímir Putin aprobó recientemente un impuesto especial retrospectivo del 10% “sobre los excesos de beneficios” de las empresas en 2021 y 2022.

Por su parte, el Banco Central de Rusia medita cómo contener una nueva ola de inflación. El regulador ha anunciado este lunes a la prensa rusa que sus futuras acciones tratarán de estabilizar el aumento de los precios en el 4% en 2024, y ello incluye elevar la tasa clave en las próximas reuniones.

La inflación rusa se situó en julio en el 4,3% interanual, aunque hay que tener en cuenta la montaña rusa en la que se encuentra el país. En comparación con los precios previos a la guerra, el año 2022 cerró con una inflación oficial del 11,94%. Sin embargo, a pie de calle, los precios de muchos productos, especialmente los importados de fuera, se han disparado, incluso llegando a valer más del doble. Esto es especialmente notorio en bienes y servicios como tecnología y viajes, donde se ajustan a la cotización del rublo. Un vuelo o un móvil de 500 euros, por ejemplo, ha pasado de costar 30.000 rublos en febrero a 55.00 rublos ahora. Según la agencia de estadísticas Rosstat, el salario medio se elevó en primavera hasta los 71.300 rublos.

“Cien dólares no es un desastre, pero es un reflejo de la realidad actual, esta es la razón de la creciente inflación y podría crear una serie de problemas para los consumidores rusos. El panorama no es muy halagüeño para un negocio orientado a la importación”, lamenta por su parte el popular blog ruso Suverénnaya Ekonómika, que destaca que el Gobierno se enfrenta al riesgo de entrar en una espiral de gasto por esta situación.

“La situación del presupuesto ruso no es tan mala, pero existe una contradicción. El Estado recibe ingresos adicionales al crecer el tipo de cambio y lo gasta en compensar las pérdidas de los rusos por la inflación. No sabemos qué pasará, pero es posible que el dólar caro nos acompañe por mucho tiempo”, señala.

Las autoridades rusas han despreciado el impacto que puede tener la devaluación del rublo en los bolsillos de sus ciudadanos. El jefe del Comité sobre mercados financieros de la Duma Estatal, la cámara baja rusa, Anatoli Aksakov, aseguró este lunes que todo el mundo es feliz con la situación económica.

“Las empresas de la república están cargadas de trabajo y aumentan los volúmenes de producción. A la gente se le paga. En la república viven una vida plena, hay sonrisas en sus rostros y no hay ningún estrés por que el tipo de cambio del dólar se haya acercado a los 100 rublos”, afirmó el diputado este lunes. “El país vive una vida normal. Nunca he visto un desarrollo tan positivo en la Rusia moderna desde la Unión Soviética”, agregó.

Sigue toda la información de Economía y Negocios en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal

Más información

Archivado En