La economista estadounidense fichada por la Comisión Europea renuncia a su cargo tras las críticas de Macron
Fiona Scott Morton justifica su renuncia por “la controversia acerca de su nacionalidad”, en la que también ha influido sus posibles conflictos de intereses por haber asesorado a varias empresas tecnológicas
La economista estadounidense Fiona Scott Morton tira la toalla y no será economista jefe de Competencia de la Comisión Europea. Scott había sido elegida para este puesto hace ya días por la vicepresidenta ejecutiva, Margrethe Vestager, y la presidenta del Ejecutivo, Ursula von der Leyen. Pero su designación fue recibida con mucha contestación desde Francia, donde han cundido las críticas desde el Gobierno y la oposici...
La economista estadounidense Fiona Scott Morton tira la toalla y no será economista jefe de Competencia de la Comisión Europea. Scott había sido elegida para este puesto hace ya días por la vicepresidenta ejecutiva, Margrethe Vestager, y la presidenta del Ejecutivo, Ursula von der Leyen. Pero su designación fue recibida con mucha contestación desde Francia, donde han cundido las críticas desde el Gobierno y la oposición, el Parlamento Europeo y esta semana dentro del propio Ejecutivo comunitario, cuando varios miembros de la Comisión firmaron una carta a su jefa pidiéndole que se reconsiderara la decisión. Consciente de “la controversia política” de su propio nombramiento, la economista ha enviado este miércoles una carta a Vestager comunicándole su renuncia.
La presión contra este nombramiento se ejercía, principalmente, desde Francia. Y aumentó el martes, cuando el propio presidente, Emmanuel Macron, mostró su rechazo: “Estaría totalmente abierto a esa configuración si los estadounidenses contrataran a un investigador europeo para que estuviera en el centro de toma de decisiones de la Casa Blanca o si los chinos hicieran lo mismo. Pero veo que, por ley, tienen prohibido hacerlo”. Un día después se ha conocido la renuncia.
Sobre Scott, de 56 años, licenciada en Economía por la Universidad de Yale y doctora por el MIT, ha pesado no ser ciudadana de la UE y ella misma ha sido consciente. Lo destaca en su carta de renuncia al apuntar que “controversia política ha crecido por la selección de alguien no europeo para el puesto”. Ese argumento ha sido esgrimido desde Francia, pero también por los líderes del Parlamento Europeo, que el pasado viernes enviaron una carta a Vestager pidiéndole que reconsiderara su decisión.
La respuesta, entonces, fue la ratificación del nombramiento. “El Colegio [de comisarios] respaldó la propuesta de nombrar a esta persona para el puesto. La decisión estaba tomada. No vemos motivos para reconsiderarla”, señaló la número dos del departamento de portavoces de la Comisión, Danna Spinant. Además, la economista estadounidense había recibido el respaldo de buena parte de su gremio, entre ellos el de dos economistas franceses muy reconocidos internacionalmente: el premio Nobel Jean Tirole y el ex economista jefe del FMI Olivier Blanchard.
Pero todo esto ha resultado insuficiente. La renuncia de Scott supone una derrota para Vestager, la danesa es la máxima responsable de Competencia y la que había apostado decididamente por su nombramiento como economista jefe del Departamento. Ella acudió el 11 de julio a la Eurocámara para defender su decisión en una comparecencia ante la comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo, donde este martes señaló que “sería un error privar a la Comisión y a los europeos del mejor asesoramiento económico posible”. “No hay tantas personas en el mundo que se ajusten a este perfil tan específico y que además estén dispuestas y disponibles para ocupar un puesto temporal en Bruselas”, argumentó la danesa. Frente a ella se han situado el comisario de Mercado Interior, el francés Thierry Breton, o el de Economía y Finanzas, Paolo Gentiloni.
El rechazo a Scott, que trabajó en la Administración de Barack Obama, no se basaba solo en su nacionalidad. Sus detractores también dudaban de que fuera la persona idónea para el puesto por haber sido asesora de las grandes empresas tecnológicas estadounidenses, entre ella Amarzon, Microsoft y Apple. Este argumento se ha escuchado con fuerza en el Parlamento Europeo y, de hecho, aparecía desarrollado en la carta que los portavoces de los cuatro mayores grupos políticos (Manfred Weber, por los populares; Iratxe García, por los socialistas; Stéphane Séjourné, por los liberales de Renew; y Philippe Lamberts, por Los Verdes) enviaron a Vestager el viernes pasado.
El proceso de selección también ha cosechado críticas por falta de transparencia porque el Ejecutivo comunitario, por ejemplo, se ha negado a hacer públicas todas las empresas para las que ha trabajado la economista, alegando confidencialidad en un proceso anómalo en general, pues los altos cargos de la Comisión Europea tienen un requisito de nacionalidad que, de forma excepcional, fue derogado para este puesto en una reunión de comisarios en marzo.
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