El antiguo jefe de Audi confiesa en el juicio alemán del ‘dieselgate’ su culpabilidad en el fraude de los motores trucados
Rupert Stadler, el primer directivo del Grupo Volkswagen detenido tras estallar el escándalo del ‘software’ ilegal, ha aceptado reconocer los hechos para reducir su condena
Un lacónico “sí” es todo lo que ha hecho falta para que el ex consejero delegado de Audi, Rupert Stadler, confiese su responsabilidad en el caso dieselgate que se está juzgando en Alemania. El antiguo directivo de la filial del Grupo Volkswagen ha admitido que supo que era posible que los motores diésel de sus vehículos estuvieran manipulados y que, pese a haber podido intervenir, no lo hizo. Es decir, que era consciente de que su empresa podía estar engañando a centenares de miles de ...
Un lacónico “sí” es todo lo que ha hecho falta para que el ex consejero delegado de Audi, Rupert Stadler, confiese su responsabilidad en el caso dieselgate que se está juzgando en Alemania. El antiguo directivo de la filial del Grupo Volkswagen ha admitido que supo que era posible que los motores diésel de sus vehículos estuvieran manipulados y que, pese a haber podido intervenir, no lo hizo. Es decir, que era consciente de que su empresa podía estar engañando a centenares de miles de conductores con motores trucados con un software ilegal que camuflaba las emisiones contaminantes de sus coches.
Stadler ha reconocido que “aceptó” la posibilidad de que se vendieran vehículos con el software ilegal y que “no informó” a los socios del Grupo Volkswagen, según la breve declaración que ha leído su abogada, Ulrike Thole-Groll, ante el tribunal que le juzga en Múnich. “Sí”, se ha limitado a decir cuando el presidente de la sala le ha preguntado si esas eran sus palabras. El antiguo jefe de la marca de los cuatro anillos, de 60 años, es el principal acusado en el primer juicio penal en Alemania sobre el escándalo mundial del dieselgate.
Stadler se convirtió en junio de 2018 en el primer gran ejecutivo del Grupo Volkswagen en ser detenido en Alemania y enviado temporalmente a prisión por su supuesta implicación en el caso de manipulación de motores para camuflar emisiones. El escándalo estalló en septiembre de 2015 en Estados Unidos y dejó en evidencia que el gigante alemán había utilizado un software ilegal en millones de vehículos.
El directivo pasó más de cuatro meses en prisión preventiva. Hasta ahora Stadler había negado las acusaciones, pero un acuerdo con la Fiscalía ha propiciado su cambio de estrategia. A cambio de reconocer su papel en el fraude verá reducida su condena. Se espera que el tribunal alcance un veredicto a principios de junio después de más de dos años y medio de proceso. La confesión del exjefe de Audi no es completa. Según las palabras de su abogada, no sabía con certeza que los vehículos habían sido manipulados, sino que esta era “una posibilidad” que él “aceptó” sin tomar ninguna medida. En su declaración Stadler se disculpa con los compradores. “Entiendo que, por mi parte, debería haber tenido más cuidado”, ha leído su abogada.
Comparecencia esperada
La declaración del principal acusado del dieselgate era muy esperada después de que, a principios de mes, el tribunal informara de que la pena de prisión a la que se enfrentaba quedaría reducida a entre un año y medio y dos años y a una multa de 1,1 millones de euros si confesaba el fraude.
Otros tres directivos están siendo encausados en el mismo proceso, y todos han confesado. El tribunal sobreseyó la acusación contra un ingeniero a cambio de una multa de 25.000 euros y de que actuara como testigo clave para aclarar lo sucedido. Tanto el desarrollador de motores Giovanni Pamio, como el exjefe de esa división, Wolfgang Hatz, han confesado también que supervisaron el diseño del software, de forma que los motores cumplieran con los estándares legales de emisiones durante las pruebas, pero no en la carretera.
Varias fiscalías alemanas abrieron investigaciones por fraude, manipulación de cotización en Bolsa o publicidad engañosa contra ejecutivos de Volkswagen, Audi y Porsche después del estallido del escándalo del dieselgate en 2015. La agencia medioambiental estadounidense EPA acusó al Grupo Volkswagen de haber instalado en 11 millones de sus vehículos diésel —unos 600.000 de ellos en Estados Unidos—, un dispositivo capaz de falsificar el resultado de las pruebas anticontaminación y de disimular emisiones que a veces eran hasta 40 veces superiores a los límites autorizados.
El grupo automovilístico Volkswagen, con sede en la ciudad alemana de Wolfsburgo, fue condenado a pagar una multa de 1.000 millones de euros por la manipulación de las emisiones de gases en sus motores diésel. La compañía no recurrió y dijo públicamente que aceptaba la decisión, en una forma de asumir su responsabilidad en el dieselgate.
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