El presidente de Credit Suisse dice que “lamenta sinceramente” no haber atajado la crisis del banco
“No supimos frenar el impacto de los escándalos heredados”, reconoce el máximo mandatario de la entidad helvética en la junta general de accionistas
El presidente de Credit Suisse entona el mea culpa por la caída del banco: “No supimos frenar el impacto de los escándalos heredados, ni contrarrestar los titulares negativos con hechos positivos”, ha asegurado este martes Axel Lehmann en su discurso ante la junta general de accionistas del banco, en Zúrich, según ha adelantado Bloomberg. “El banco no pudo salvarse”, ha zanjado.
De esta forma, el presidente del grupo pide disculpas a...
El presidente de Credit Suisse entona el mea culpa por la caída del banco: “No supimos frenar el impacto de los escándalos heredados, ni contrarrestar los titulares negativos con hechos positivos”, ha asegurado este martes Axel Lehmann en su discurso ante la junta general de accionistas del banco, en Zúrich, según ha adelantado Bloomberg. “El banco no pudo salvarse”, ha zanjado.
De esta forma, el presidente del grupo pide disculpas a los accionistas, ya que ni él ni su equipo fueron capaces de frenar la pérdida de confianza en la entidad. Eso sí, ha hecho referencia en varias ocasiones a que estos problemas habían comenzado y se habían acumulado mucho antes de su llegada al cargo, en 2022. Así, asume parte de la responsabilidad, aunque descarga buena parte de ella en la herencia recibida.
Este encuentro se produce poco más de dos semanas después de la venta exprés de Credit Suisse a UBS, que se cerró el domingo 19 de marzo. Fue la única salida que encontraron las autoridades para el histórico banco suizo fundado hace 167 años para evitar una caída incontrolada de un símbolo del poder financiero helvético. UBS pactó la compra por 3.000 millones de euros, cantidad lejana de los 7.500 millones en los que estaba valorada la entidad solo dos días antes.
La operación se acordó sin la aprobación de los accionistas de Credit Suisse ni de UBS, de urgencia y en fin de semana, para sortear la dureza de los mercados con una cotización en caída libre. Al anunciar la adquisición, las autoridades suizas citaron un artículo de la Constitución que les permite dictar ordenanzas temporales “para contrarrestar amenazas existentes o inminentes de perturbación grave del orden público o de la seguridad interior o exterior”. En este caso, esto incluía anular las leyes de fusión por votación de los accionistas.
“Queríamos poner toda nuestra energía y nuestros esfuerzos en revertir la situación y volver a encarrilar el banco”, ha dicho Lehmann. A lo que ha añadido, con algo de resignación: “Me duele que no tuviéramos tiempo para hacerlo, y que en esa fatídica semana de marzo nuestros planes se vieran desbaratados. Por eso lo lamento sinceramente”.
De vuelta a la presencialidad
Además, se da la circunstancia de que esta junta de accionistas es la primera que se celebra en los últimos años de forma presencial, algo que no ocurría desde el inicio de la pandemia. Por tanto, se podrán ver las caras de nuevo accionistas y dirección del banco, en unas semanas en las que la tensión ha sido máxima.
Para los accionistas, hay sensaciones encontradas. Por un lado, han visto cómo sus títulos se han hundido con la operación. Pero, por otro, las autoridades trastocaron el orden de prelación habitual y estos recuperaron al menos parte de su inversión en detrimento de los titulares de los cocos (acrónimo de bono contingente convertible) que lo han perdido todo. Los tenedores de bonos convertibles de Credit Suisse, conocidos como AT1, perdieron 17.000 millones de dólares (unos 16.000 millones de euros), que se amortizaron en su totalidad. A los accionistas, sin embargo, fueron a parar los 3.000 millones del canje.
Este movimiento atípico provocó en los días siguientes todavía más turbulencias en los mercados, principalmente en el Viejo Continente, lo que obligó al BCE a emitir un comunicado urgente para tratar de parar este círculo vicioso: aseguró que, en caso de crisis, en Europa asumirán las pérdidas primero los accionistas y acreedores y, solo después, los tenedores de esos bonos. “La EBA [Autoridad Bancaria Europea], el BCE como supervisor y la JUR [Junta Única de Resolución] han sido específicos en cuanto al orden de prioridad que se aplica en Europa”, enfatizaron estas instituciones en una nota conjunta que consiguió calmar a los mercados.
En este contexto, la junta se prevé tensa. Accionistas y asesores de voto manifestaron antes de la reunión su intención de votar en contra de la reelección de varios miembros del consejo, incluido Lehmann, y expresaron su descontento con el consejo de administración y la dirección del banco. Aún no está claro cuáles de los principales ejecutivos del banco en quiebra sobrevivirán a la adquisición. Entre otros, se prevé la salida de Lehmann y del consejero delegado, Ulrich Koerner.
El fondo soberano noruego, uno de los mayores del mundo, por ejemplo, ha anticipado que votará contra la reelección de Lehmann y otros seis miembros del consejo de administración. Otros grandes accionistas, como la Fundación Ethos (compuesta por fondos de pensiones y otros inversores institucionales suizos) o la organización de inversores individuales Actares, han anticipado también que votarán contra la reelección de los directivos de más antigüedad, aunque no contra Lehmann.
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