El bum noruego del gas, en cifras: el Estado quintuplica los réditos de sus yacimientos respecto a un año “normal”
El país escandinavo es uno de los que más está pudiendo aprovechar la ruptura entre la UE y Moscú a raíz de la invasión rusa de Ucrania
La crisis energética europea es un animal de dos caras: sudor y lágrimas en la UE, y jugosos beneficios en Noruega. El país escandinavo, devenido en primer suministrador de gas natural del bloque a raíz de la invasión rusa de Ucrania, se embolsó el año pasado 528.000 millones de coronas (46.370 millones de euros) por su participación directa en pozos de petróleo y gas, según ha informado este martes Petoro, la firma pública que gestiona 36 de estos yacimientos. Esta cifra es cinco veces mayor de lo que Oslo solía obtener en un ejercicio ...
La crisis energética europea es un animal de dos caras: sudor y lágrimas en la UE, y jugosos beneficios en Noruega. El país escandinavo, devenido en primer suministrador de gas natural del bloque a raíz de la invasión rusa de Ucrania, se embolsó el año pasado 528.000 millones de coronas (46.370 millones de euros) por su participación directa en pozos de petróleo y gas, según ha informado este martes Petoro, la firma pública que gestiona 36 de estos yacimientos. Esta cifra es cinco veces mayor de lo que Oslo solía obtener en un ejercicio “normal” —según las palabras de la propia empresa— y un 54% superior a 2021, que ya fue récord.
La producción de gas —el combustible en el que Noruega es más abundante y el que más vende a sus vecinos del sur— creció solo un 7%, por lo que la mayor parte del incremento en los ingresos tiene que ver con la crecida sin precedente de los precios. Entre enero y agosto, el precio del gas natural llegó a multiplicarse por diez en el mercado TTF, el de referencia en los Veintisiete.
“Con estos valores, históricamente altos, Petoro ha registrado un flujo de caja cinco veces mayor que en un año normal”, reconoce su administradora ejecutiva, Kristin Fejerskov Kragseth, en el informe anual del ente, salpimentado con varias menciones al drama de la guerra y sus consecuencias. El dinero obtenido por esta vía, enfatiza, será transferido “en su integridad” al Estado noruego: “Estas ganancias extraordinarias beneficiarán a toda la comunidad”.
“Los esfuerzos a largo plazo en la plataforma [gasista] noruega nos han permitido asegurar que podamos seguir aportando grandes volúmenes de gas a Europa”, agrega Kragseth. “Este aumento solo ha sido posible por el aumento de la producción en múltiples yacimientos”. El mayor de ellos, Troll (en el mar del Norte), contiene el 60% de las reservas gasistas de la plataforma continental noruega y tiene un horizonte previsto de vida útil hasta 2070. La producción total de gas noruego se mantendrá en el nivel de 2022 durante los próximos “cuatro o cinco años”, según la jefa de Petoro.
Las cifras publicadas este martes por la gestora de la mayoría de pozos fósiles del país es solo una más de las que respaldan el bum en la nación escandinava a lomos del gas y el crudo. A finales de enero, el Gobierno calculó en 884.000 millones de coronas (77.670 millones de euros) los ingresos fiscales cosechados en 2022 por la explotación de sus recursos energéticos, casi tres veces más que un año antes y un 20% más de lo inicialmente previsto. Esa cantidad, que emana directamente de la cuenta de resultados de las empresas petroleras y gasistas, no incluye los beneficios directos por la explotación de los pozos. “La principal explicación es el alto precio del gas”, apuntó entonces la directora general de la Administración tributaria noruega, Nina Schanke Funnemark.
A estas sumas hay que agregar los cuantiosos dividendos que Oslo se embolsará por los dividendos que reparta Equinor, la mayor compañía energética del país y en la que el capital público ronda el 67%. Noruega —cuyo fondo soberano gestiona ya más de un billón de euros en activos (acciones, bonos, edificios...)— suministra ya casi la tercera parte del gas natural que consume la UE tras la interrupción del flujo ruso a través del gasoducto Nord Stream 1. Sin su concurso, la supervivencia energética europea en esta crisis habría sido poco menos que una quimera. Pero sus arcas también lo agradecen.
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