Ilan Goldfajn, presidente del BID: “Mi etapa va a ser de diálogo, puentes y coaliciones”

El nuevo responsable señala que el papel del organismo es aún más relevante con las subidas de tipos de interés

El presidente del BID, Ilan Goldfajn, durante la entrevista, en la sede del organismo en Washington.Xavi Dussaq

Dos fotografías de Pelé cuelgan en la pared del despacho del nuevo presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ilan Goldfajn, brasileño de 56 años, es un apasionado del fútbol y asegura que le ha servido de lección en la vida. Recuerda el chasco que se llevó en 1982, con 16 años, en el Mundial de España. “Brasil era un equipazo, iban a ganar el Mundial, pero perdimos con Italia. Aprendí que no vas a ganar siempre y vas a tener decepciones, pero hay que continuar. Y eso me ha ayudado tamb...

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Dos fotografías de Pelé cuelgan en la pared del despacho del nuevo presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ilan Goldfajn, brasileño de 56 años, es un apasionado del fútbol y asegura que le ha servido de lección en la vida. Recuerda el chasco que se llevó en 1982, con 16 años, en el Mundial de España. “Brasil era un equipazo, iban a ganar el Mundial, pero perdimos con Italia. Aprendí que no vas a ganar siempre y vas a tener decepciones, pero hay que continuar. Y eso me ha ayudado también en mi carrera”, explica.

Goldfajn ganó por goleada la votación para encabezar el BID tras la traumática etapa del estadounidense Mauricio Claver-Carone, destituido en septiembre pasado. Se declara muy ilusionado con el periodo que se abre y agradece que la bienvenida que ha recibido. “Hay una oportunidad muy grande, una esperanza de que las relaciones sean no conflictivas, abiertas, transparentes, de que no haya una cultura del miedo ni sea un problema tener diferentes opiniones sobre los asuntos. Todos están percibiendo que esta administración y el BID van a ser de diálogo, de construcción de puentes, de coaliciones, de democracia, en el sentido de apertura para opiniones distintas. Y eso ha ilusionado ya a mucha gente”, explica en una entrevista con EL PAÍS.

El nuevo presidente del BID aún no ha definido su equipo, pero sí tiene clara su visión y sus prioridades. Quiere que el BID sea el banco multilateral de desarrollo más importante de la región y que los países miembros le vean como un aliado esencial, no solo para los préstamos, sino también para dar asesoramiento compartir conocimiento y aportar soluciones. “Junto con eso, queremos tener el BID de la convergencia, el BID del diálogo, donde las diferencias encuentran un punto intermedio, un camino juntos, de coaliciones. Mi propia elección nos dio un mandato para que caminemos juntos para lo que interesa: los cientos de millones de personas de la región”.

En cuanto a las prioridades, la primera son las cuestiones sociales, como la lucha contra la pobreza o la desigualdad. “La desigualdad no solo de renta, sino también de género, de raza y varias desigualdades que la gente ya no acepta más”, explica. También en ese capítulo incluye el combate contra la inseguridad alimentaria, agravada por la pandemia y la inflación. La segunda prioridad es el clima: “Tenemos que trabajar las metas y la descarbonización de una forma responsable, tanto en la mitigación como en la adaptación en América Latina. Tenemos países que ya están sufriendo huracanes y otros fenómenos con una frecuencia mayor. El problema del clima para América Latina y el Caribe no es solamente el futuro, ya es el presente”. Y la tercera prioridad es la inversión en infraestructura digital y física. Quiere, además, impulsar proyectos que beneficien a más de un país: “Un organismo internacional tiene que liderar eso”, explica.

Otra de sus obsesiones es la eficacia, si se cumplen los objetivos en los programas del banco: “El foco no puede ser la cantidad de recursos que prestamos sino si esa cantidad tiene el efecto que queremos”.

Cree que las prioridades del banco encajan con las de los Gobiernos de toda la región que ha dado en los últimos años un giro político a la izquierda. “Este perfil de diálogo tiene toda la capacidad de juntar diferentes opiniones. Nuestra prioridad es social, combatir la pobreza y la desigualdad, y no creo que los gobernantes tengan otra agenda. También veo que las sociedades piden atención al clima. Si en algo hay consenso en la región es que todos quieren un BID más fuerte. Yo voy a usar eso para trabajar”.

Asegura que se ha encontrado en el banco personas con mucho talento y ganas de hacer cosas. Tomó posesión el 19 de diciembre, pero lo ha hecho con prudencia: Pero lo hace con prudencia: “Llego ahora con más preguntas que respuestas. Quiero escuchar a la gente, estoy aún en proceso de entender bien cómo funciona todo”. Frente a las críticas de que el BID trabaje en silos y que no haya comunicación, asegura que hay temas transversales como el clima, la diversidad, el género, la inclusión, la innovación y valores como el respeto a la diferencia, la transparencia y las cuestiones éticas que deben impregnar toda la organización.

Goldfajn insiste una y otra vez en la necesidad de crear consensos. En su campaña dijo que quería ser pragmático más que político, pero matiza ese mensaje: “Cuando me refería a ser más pragmático y técnico y menos político, me refería a no ser ideológico, a no traer al banco la ideología en un mundo que está más polarizado. Nuestras decisiones tienen que ayudar a al consenso y eso es una decisión política también. Lo que no quiero es una política polarizadora e ideológica. Quiero preocuparme pragmáticamente de si los centenares de millones de personas en América Latina tienen los servicios públicos o si el desafío del clima está atendido”.

Su talante constructivo lo exhibe cuando se le pregunta por las críticas del presidente de México, Augusto Manuel López Obrador, o por la influencia de China en el banco, cuestionada por el anterior presidente, Claver-Carone. Sobre México: “Cuando lo miras programáticamente, técnicamente, no veo ningún problema. Operacionalmente, hay una buena relación, hay comunicación, hay proyectos en que estamos alineados. Tenemos que dejar las ideologías, enfocarnos en las personas y buscar los puentes, con México y con todos los países”. Y sobre China: Todos los socios tienen el mismo objetivo de tener un BID grande, activo y que pueda mejorar la vida de los millones de ciudadanos en la región”.

Ante la subida de tipos de interés, añade: “El papel del BID se convierte en más relevante aún en los próximos años, porque cuando se encarece el crédito o se hace más escaso, el papel de la financiación público se convierte en más importante”

Goldfajn llega al BID procedente del Fondo Monetario Internacional (FMI), donde era desde septiembre de 2021 director del Departamento del Hemisferio Occidental. Fue gobernador del Banco Central de Brasil entre 2016 y 2019 con gran éxito. Su candidatura al BID fue presentada en la etapa del anterior presidente, Jair Bolsonaro, y ratificada por el actual, Luiz Inácio Lula da Silva. Condena tajantemente el asalto a las instituciones de Brasilia del pasado domingo. “No se pueden aceptar ataques a las instituciones y a la democracia y cuando hay un ataque a una institución de un país es un ataque a toda la región. Todos tenemos que defender los valores democráticos, las transiciones electorales pacíficas y el Estado de derecho”, dice.

También tiene experiencia en el sector privado, donde podría haber tenido una cómoda carrera, y aspira a que el BID “sea un catalizador de más recursos privados, porque los recursos públicos son finitos”. Pero le tira el público: “Es importante tener un propósito, un objetivo en la vida, una razón para lo que estás haciendo y en el sector público tu trabajo tiene el potencial de cambiar vidas en una escala que no lo tiene en la empresa, por ejemplo cuando estás en un banco central y bajas la inflación y la renta de la gente sube o aquí si tienes un proyecto para la digitalización en la región, para el clima, o para combatir la pobreza o la desigualdad. Eso lo encuentras nada más aquí”.

Frente al enfoque más global del FMI, el BID está más enfocado en el desarrollo y en una región, pero también hay otra diferencia práctica: “El banco habla mucho español, es muy divertido porque yo en una reunión hablo portugués, español e inglés y cambiamos de uno a otro”.

Nacido en 1966 en Haifa, en el seno de una familia judía, Golldfajn se licenció como economista en la Universidad Federal de Río de Janeiro, hizo un máster en la Universidad Católica de Río de Janeiro y se doctoró por el Massachusetts Institute of Tchnology (MIT). Tras ese doctorado, en los comienzos de su carrera, ya trabajó en Washington, en el Fondo Monetario Internacional (FMI). Por entonces, entre 1996 y 1996, era un joven economista que vivía en las afueras, con su mujer y niños recién nacidos.

Ahora ha vuelto y vive en el centro: “Es otra fase de la vida, pero me gusta mucho la ciudad y la vida en Washington. Es muy interesante volver después de más de 20 años. La ciudad está completamente cambiada”.

Aunque sigue el fútbol como espectador, lo que ya no hace es jugarlo: “Jugaba mucho al fútbol, pero en los últimos años, se ha vuelto una actividad más arriesgada”, bromea. Visto el cese traumático de su antecesor, habrá que ver si presidir el BID también lo es.


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