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Humano, comprometido con el territorio y sostenible: el plan de futuro que ilusiona a Teruel

La localidad turolense de Andorra y su comarca, emblema del carbón y la minería, se convertirá en un foco de energías renovables gracias a Endesa. El ambicioso proyecto industrial va más allá e incluye numerosas iniciativas para asentar población, recuperar recursos naturales y ofrecer oportunidades a colectivos en riesgo de exclusión

Una de las fases de los trabajos de construcción de Sedeis, el parque fotovoltáico de Endesa en el perímetro de la central de Andorra.

El carbón y la central térmica han sido, durante cuatro décadas, las señas de identidad de Andorra, un municipio enclavado en el corazón de Teruel. Una torre inmensa y una estructura a medio desmantelar recuerdan que la minería era la razón de ser de este pueblo de 7.000 habitantes, cuya existencia reciente ha girado en torno a esta industria. Pero los tiempos cambian. Y en un mundo que avanza hacia una economía y una vida alejada de las fuentes fósiles y contaminantes, el carbón ha cedido para siempre el testigo a las energías limpias como la fotovoltaica, la eólica o el hidrógeno verde.

Consciente de esta nueva realidad, Endesa, a través de su filial renovable Enel Green Power España, ha puesto en marcha un ambicioso plan socioeconómico que busca transformar la zona y garantizar su futuro. Para ello, invertirá 1.500 millones de euros que contemplan la creación de 500 empleos fijos en cinco años en torno a 14 plantas renovables hibridadas, otras dos de almacenamiento con baterías, un proyecto de hidrógeno verde, un compensador síncrono y una fábrica de electrolizadores.

Catapulta de varios proyectos

Este primer concurso de transición justa en España está amparado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, y no solo contempla el desarrollo de renovables. Un aspecto imprescindible es el que tiene que ver con el impulso a proyectos de beneficio social y medioambiental, algo que Endesa se ha tomado muy en serio.

Su intención es aprovechar al máximo los recursos presentes en el territorio para generar riqueza, puestos de trabajo y aportar valor añadido. Mediante numerosos acuerdos con diferentes entidades y agentes locales, avanzan desde la empresa, se confía en generar alrededor de otros 6.300 empleos. Uno de estos proyectos, relacionado con el sector primario, va de la mano con Apadrina un Olivo, una ONG nacida en 2014 en Oliete, a apenas 23 kilómetros de Andorra.

José Alfredo Martín, cofundador de la ONG Apadrina un olivo.Laura Trives
Endesa ha diseñado la iniciativa ‘Del huerto solar a la mesa’, que busca la producción y venta de aceite a través de la recuperación de miles de olivos abandonados en las cuencas mineras. Se abrirá una tienda de degustación, se ampliará la almazara y se acondicionarán cinco viviendas en la zona para facilitar el asentamiento de distintas familias

Esta asociación recupera los olivos abandonados del pueblo, muy castigado por la despoblación. Mediante una aportación anual que procede de sus socios, no solo ha podido rescatar ya 10.000 árboles. El dinero también ayuda a generar empleo local con familias en riesgo de exclusión y a fijar habitantes, a la vez que se fomenta el turismo rural –lo que contribuye al avance económico del lugar– y se protege la flora y fauna que habita y depende del olivar.

Ahora, gracias al respaldo que van a recibir de Endesa, los impulsores de esta iniciativa, tan comprometida con la sostenibilidad de la comarca, sueñan con ir más allá. “El objetivo es poder recuperar en los próximos años 50.000 olivos”, admite José Alfredo Martín, uno de los cofundadores de Apadrina un olivo. Para ello, Endesa ha diseñado la iniciativa Del huerto solar a la mesa, que busca la producción y venta de aceite a través de la recuperación de estos miles de árboles abandonados en las cuencas mineras. El proyecto incluye la elaboración de conservas vegetales procedentes de huertas rehabilitadas con el aceite producido al estilo tradicional en la almazara.

Los huertos solares tradicionales de Apadrina un Olivo se ubicarán en los municipios de Híjar, Calanda, Oliete, Andorra, Alacón y Samper de Calanda. También se abrirá una tienda de degustación, se ampliará la almazara y se acondicionarán cinco viviendas en la zona para facilitar el asentamiento de distintas familias.

Estas acciones generarán casi un centenar de puestos de trabajo, con diferente grado de temporalidad, por lo que no solo se creará empleo en el entorno rural, sino que se reactivará un sector que estaba en declive. La intención es replicar este modelo en Portugal, donde Endesa pondrá en marcha un plan de futuro para el entorno de la central térmica de Pego.

“Si en nueve años hemos sido capaces de generar todo este impacto, soñamos que con esta importante llegada de recursos podamos dejar una huella aún más fuerte en el territorio y que nuestra idea sirva como un ejemplo de activación económica en áreas rurales”, añade Martín.

Apoyo a trabajadores con discapacidad

Además de la recuperación de estos olivares, Endesa también protegerá los 150 olivos que se encuentran en el entorno de la central de Andorra. Para ello, colaborará con Atadi, una asociación sin ánimo de lucro que trabaja con personas con discapacidad en la provincia de Teruel.

Trabaja muy estrechamente con Altadi el colegio Gloria Fuertes, un centro de referencia en educación especial a nivel comarcal, regional y nacional. Muchos exalumnos, cuando se hacen mayores, se incorporan al Centro Especial de Empleo de Atadi para la prestación de diversos servicios (de limpieza, jardinería, etc.) a empresas y ayuntamientos de la zona e incluso al propio colegio. Ambos centros han trabajado en la preparación de tornillería y reciclaje de pales de obra de la planta solar fotovoltaica de Sedeis, y lo harán en las futuras plantas previstas por Endesa en el nudo Mudéjar.

El colegio Gloria Fuertes, un centro de referencia en educación especial a nivel comarcal, regional y nacional, trabaja estrechamente con el Centro Especial de Empleo de la asociación Atadi.

Además, ambas instituciones serán beneficiarias directas del proyecto Pictopueblo de Andorra, que será desarrollado por Endesa en colaboración con Atadi, el colegio y el Ayuntamiento de Andorra. Este proyecto consiste en la instalación de una serie de pictogramas en edificios, monumentos y lugares de interés del municipio, específicamente dirigidos a personas con discapacidad. Este proyecto facilitará diversas actividades de tipo inclusivo (yincanas, búsqueda del tesoro, orientación, turismo inclusivo...) y sinergias con otras asociaciones de discapacidad en España.

Ellos serán los encargados de desarrollar el proyecto Olivar y viverismo inclusivo, que se realizará en el lugar donde se emplazaba la antigua central de carbón. Con un enfoque de economía circular, lo que pretende esta iniciativa es aprovechar los olivos que ya existen en las parcelas de Endesa para producir aceite, así como elaborar y procesar conservas con ese alimento. El plan incluye el cultivo de membrilleros, así como la germinación en viveros de las plantas y arbustos que Endesa colocará como pantalla forestal en sus instalaciones renovables. Está previsto que se generen 25 puestos de trabajo, algunos permanentes y otros temporales, hasta 2028.

Es un reto, una ilusión y una puesta en valor de las capacidades que tienen las personas discapacitadas, que pueden aportar mucho tanto a nivel social como laboral
José Antonio Mora, directivo de la asociación Atadi

“Es un reto, una ilusión y una puesta en valor de las capacidades que tienen estas personas, que pueden aportar mucho tanto a nivel social como laboral”, señala el directivo de Atadi José Antonio Mora. Los participantes en este proyecto, casi todos ellos con discapacidad intelectual, recibirán una formación previa en los centros ocupaciones que esta agrupación tiene en la provincia. Allí aprenderán a relacionarse con los demás y a cuidar de su salud, a utilizar los recursos de la comunidad y conocerán nociones de herramientas básicas del aprendizaje (nuevas tecnologías, lectoescritura, memoria…).

Precisamente la formación es otra de las prioridades que ha contemplado Endesa en el plan de futuro que ha diseñado para Andorra y su entorno. La compañía ha impulsado un programa de más de 300.000 horas de clases –relacionadas con la actividad que generarán sus plantas renovables–, para más de 5.000 personas, con el foco puesto en los colectivos más vulnerables en los entornos rurales (jóvenes, mujeres y desempleados).

Mujeres que asientan población

El plan formativo está constituido por un primer bloque en energías renovables, que contará con diferentes cursos (montadores de paneles solares, operación y mantenimiento de instalaciones renovables, instalación de solar de autoconsumo, entre otros). El segundo bloque pivotará en torno a la formación en actividades del sector primario, y se realizará en colaboración con entidades de referencia en la zona como la Asociación de Familias y Mujeres en el Entorno Rural (Afammer). “Vamos a impartir cursos de transformación de productos autóctonos, formación en plantas aromáticas, competencias digitales, agricultura ecológica… todo aquello que pueda ser factible para fomentar la creación de empleo en la comarca”, explica la fundadora de Afammer, Carmen Quintanilla.

Camen Quintanilla (en el centro, con traje naranja) junto a otras representantes de Afammer, una asociación que nació hace 40 años para defender los derechos de las mujeres rurales y darles visibilidad.

Esta agrupación nació hace 40 años para defender los derechos de las mujeres rurales y darles visibilidad. “Nos dimos cuenta de que enseñar en los pueblos resultaba fundamental, y nos convertimos en pioneras en esa formación a la carta especializada en turismo rural, agroturismo, creación de empresas…”, recuerda Quintanilla. En su opinión, ese paso previo es un pilar fundamental para conseguir un empleo, “que es justicia social y te va a dar libertad para poder decidir sobre tu vida y tu familia”.

El hecho de que las mujeres que viven en el campo reciban una formación que les abra puertas a posibles trabajos es un factor que ayuda a asentar población. “Si no lo hacemos, cada vez habrá más envejecimiento y masculinización en esas zonas”, opina. Su deseo está claro: que la gente que quede en la comarca permanezca en ella y no se vaya (para siempre) a la ciudad.

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