Garamendi, la frialdad del ganador total
El vasco seguirá presidiendo la CEOE hasta 2026 tras obtener un respaldo abrumador en las elecciones, pero con una masa crítica que ha aumentado
“De aquí tenemos que salir unidos”, promulgó Antonio Garamendi (Getxo, Bizkaia, 64 años) el pasado miércoles, después de renovar su mandato al frente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), hasta 2026. Este fue el único mensaje con cierta ca...
“De aquí tenemos que salir unidos”, promulgó Antonio Garamendi (Getxo, Bizkaia, 64 años) el pasado miércoles, después de renovar su mandato al frente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), hasta 2026. Este fue el único mensaje con cierta carga reflexiva de todo su discurso de nombramiento, con el que se refirió a unas elecciones que distintos representantes patronales convienen en calificar de “extraña”. Y en la que acusan al presidente vasco de haberse comportado de manera “fría” y poco “magnánima”.
La victoria de Garamendi resultó tan incontestable como esperada: obtuvo el 83% de los votos emitidos (534), por el 13% de su rival (87), la empresaria catalana Virginia Guinda. Un respaldo mayoritario, que, sin embargo, no esconde la desafección de una parte significativa de la confederación empresarial. De las 784 vocalías con derecho a voto —otras cinco organizaciones se encontraban en situación de mora, por lo que quedaron excluidas—, solo 643 acudieron al Auditorio Nacional de Música de Madrid, donde se celebraron las elecciones. Un 82% del censo. Sumando las 109 papeletas que no fueron para Garamendi —87 de Guinda, 14 en blanco y 8 nulos—, el 17%, con las 141 abstenciones (todas las fuentes empresariales consultadas convienen en considerar las ausencias como votos de castigo encubiertos) el resultado final es de 250 votos, un 31% del total.
“Es un buen pellizco”, conviene una fuente patronal. “Pero no creo que vaya a hacer propósito de enmienda. Antonio es una persona difícilmente corregible”, advierte un responsable de una patronal sectorial.
El comportamiento de Garamendi con Guinda durante el día de las elecciones molestó a algunos de los presentes. A pesar de que ambos acudieron a votar a primera hora, apenas hubo contacto entre ellos durante toda la jornada. “Se notaba mucha tensión en el ambiente. Él estuvo muy frío durante todo el tiempo”, señala una fuente sectorial.
De hecho, la única vez que se dirigió públicamente a la empresaria catalana fue tras conocerse el resultado de la votación, y para recalcar su alegría por encontrarse en un día “de democracia, Virginia”, como dijo en su discurso, y que personas cercanas a la barcelonesa consideraron innecesario. Igual que cuando celebró su reelección posando ante las cámaras haciendo el gesto de la victoria. “Debería haber sido más magnánimo. Todo el acto acabó de manera regular”, sentencia esta misma fuente.
La tirantez entre Guinda y Garamendi se acentuó en los últimos días, cuando desde la candidatura de la empresaria catalana se acusó a la CEOE de actuar en su contra, impidiendo, por ejemplo, que pudiera dirigirse a los socios antes de la votación. Unas reivindicaciones que generaron gran malestar en Diego de León 50.
Fuentes empresariales catalanas aseguran que Garamendi no saludó en ningún momento a Josep Sánchez-Llibre, presidente de Foment del Treball (la patronal catalana), y principal impulsor de la candidatura de Guinda, lo que califican de “descortesía”. “Él [Sánchez-Llibre] es el verdadero perdedor de las elecciones”, reflexiona otra fuente empresarial. Lo cierto es que con la reelección de Garamendi, la continuidad del presidente de los empresarios catalanes dentro de la cúpula de la CEOE, donde ostenta el cargo de vicepresidente, pende de un hilo. “Creo que se lo va a sacar de encima”, indica una fuente patronal. “El empresariado es una organización empíricamente conservadora, por lo que no debería hacerlo”, rebate otra fuente empresarial.
A pesar de la rotundidad de los resultados, hay lecturas positivas que se entrelazan entre los patronos. Hay quienes piensan que, a pesar de que la candidatura de Guinda se presentó “apresuradamente”, y que su programa electoral “era de solo folio y medio”, critica una fuente patronal, que lograse reunir casi 100 apoyos fue una grata sorpresa. “Si llega a ser uno de los dos Gerardos el que se presenta [en referencia a Gerardo Pérez, presidente de Faconauto (la patronal de los concesionarios) y Gerardo Cuerva, presidente de Cepyme, nombres que en algún momento sonaron como posibles candidatos] ojo a lo que hubiera podido pasar”, indica otra fuente patronal. El hecho de que este segundo mandato vaya a ser el último —si no se modifican los estatutos— es otro consuelo para los contrarios al vasco.
Tampoco está claro que Guinda, que venía formando parte de la junta directa de la CEOE desde 2018, vaya a mantener su puesto en la confederación. “Habrá que esperar a ver lo que hace Garamendi, pero desde luego nosotros no vamos a montar ninguna oposición interna”, conceden fuentes empresariales catalanas. El vasco, por su parte, no se ha pronunciado al respecto de cuál será la composición de la nueva junta, que se decidirá el próximo 21 de diciembre.
“No está en mi mente dejar fuera a una organización tan importante con Foment”, explicó en un corro con los periodistas, preguntado por la posible salida de su rival. “No estaría bien hablar de esto sin contar con la junta directiva, que es con los que hay que tratar estos temas”, añadió después. Ambos comentario se produjeron por preguntas de la prensa, y no salieron del presidente en ninguna de sus intervenciones. Un matiz que los partidarios de Guinda consideran sintomático.
Manos libres
“Es normal que él se sienta reforzado. Y no parece que vaya a cambiar nada a pesar de este toque de atención”, reflexiona otra fuente patronal. Lorenzo Amor, presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) —que el propio Garamendi incorporó a la CEOE—, ya advirtió de que la Asamblea había dejado al presidente “las manos libres para elegir su Comité Ejecutivo, sus vicepresidentes”. Por el momento, según confirma una fuente empresarial, Garamendi no ha transmitido ningún mensaje interno que advierta de la dirección que piensa tomar en cuanto a la atribución de sillones dentro de la organización.
Lo que sí parece claro es que figuras controvertidas dentro de la CEOE, como la exministra de Empleo, Fátima Báñez, que dirige la Fundación; o Íñigo Fernández de Mesa, presidente del Instituto de Estudios Económicos (IEE) y vicepresidente de la organización, van a seguir siendo dos voces con mucho peso. E incluso la forma de actuar de Garamendi en la toma de decisiones va a seguir siendo la misma. “Su problema es que es muy personalista. Debería darle más peso a la organización, y emplearse más en solucionar los problemas reales de las empresas”, indica una fuente patronal.
Los desafíos a los que se enfrenta el órgano de representación de los empresarios en el tramo final de año pueden tensar nuevamente las relaciones internas de la confederación. La segunda parte de la reforma de las pensiones, donde se estudia elevar las bases máximas de cotización, o la nueva subida del salario mínimo, son compromisos que preocupan a distintas organizaciones patronales. “Ahora debería ser mucho más transparente. Y no repetir situaciones como con la reforma laboral, en la que se planteaban propuestas laborales sin que nadie las hubiera visto”, añade esta misma fuente.