Ciudades activas frente al clima y la salud
Resultan evidentes las serias dificultades para cambiar la economía sin modificar el sistema
A pesar de las reiteradas alertas, las medidas adoptadas para reducir las emisiones de carbono son “muy insuficientes” según Naciones Unidas, como ha destacado este periódico.
Al mismo tiempo, nuevos estudios insisten en los daños de la crisis climática sobre la salud. Los costes de la transformación energética para lograr una economía neutra de carbono en 2050 son enormes. Según la consultora McKinsey, el mundo debería dedicar 9,2 billones de dólares anuales a la transición energética, lo que significa unos 3,5...
A pesar de las reiteradas alertas, las medidas adoptadas para reducir las emisiones de carbono son “muy insuficientes” según Naciones Unidas, como ha destacado este periódico.
Al mismo tiempo, nuevos estudios insisten en los daños de la crisis climática sobre la salud. Los costes de la transformación energética para lograr una economía neutra de carbono en 2050 son enormes. Según la consultora McKinsey, el mundo debería dedicar 9,2 billones de dólares anuales a la transición energética, lo que significa unos 3,5 billones más que el gasto actual. Para España el esfuerzo inversor es de 85.000 millones de dólares anuales. Para apoyar a los Estados se creó la Alianza Financiera de Glasgow para las Emisiones Cero, que colidera el exgobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, que reúne 500 entidades financieras con unos activos de 130 billones de dólares. Muchos billones en juego pero con avances limitados.
Resultan evidentes las serias dificultades para cambiar la economía sin modificar el sistema. Desde una perspectiva más ciudadana, resulta especialmente interesante la aportación realizada por tres arquitectos urbanistas, José Antonio Blasco, Carlos F. Lahoz y Carlos Martínez-Arrarás, en Hacia la ciudad Activa. Estrategias urbanas para hacer las ciudades más vivibles y saludables (Dykinson). Los autores han analizado las respuestas urbanísticas ante la creciente alarma por la mala calidad ambiental, el aumento de enfermedades y la falta de interacción social que afecta muy negativamente al bienestar mental de los residentes.
Un libro propositivo que destaca: “Es imprescindible otra relación individual con la ciudad”. Subraya que “la salud ha entrado en juego señalando el camino: el comportamiento activo de los ciudadanos”, lo que significa “reconsiderar la forma en que los ciudadanos se mueven”. El objetivo de estos investigadores es explicar cómo conseguir la ciudad activa cuyo propósito es “dar prioridad a la salud en todas sus actuaciones”.
Los autores recuerdan que la población urbana en 2018 representaba el 55% del total mundial. Y advierten de que los conflictos medioambientales “se han visto agravados porque las ciudades se han transformado en los mayores centros de consumo y contaminación”.
La obra pone el acento en los problemas del sedentarismo. En España, unas 52.000 muertes al año (34% del total) son atribuibles a la inactividad física. Las mismas que las causadas por la covid-19 el primer año de la pandemia. Propugna un modelo de ciudad activa que genera beneficios a la salud (una caminata de 20 minutos puede ser tan efectiva como una medicación para la depresión); económicos (más tráfico peatonal aumenta el empleo y los visitantes un 300%) y medioambientales (un viaje urbano en bicicleta puede ahorrar 250 gramos de CO₂ por kilómetro).
El libro disecciona las experiencias de 16 ciudades, como Hamburgo, Londres, Madrid, Barcelona y Buenos Aires, entre otras. Una valiosa propuesta repleta de ideas para un nuevo diseño de las ciudades más próximo a las necesidades ciudadanas que puede tener un impacto decisivo para afrontar los desafíos de la economía global.