El Banco Central de Rusia advierte de un enorme cuello de botella en las fábricas del país
El regulador financiero ruso señala que la economía nacional se enfrena a un “ajuste estructural masivo”
El Banco Central de Rusia mantiene por ahora las primeras decisiones que adoptó ante la enorme crisis que afronta el país por la guerra y las sanciones. Sin embargo, advierte de que la industria corre el riesgo de quedar desabastecida y, como resultado, la nación puede verse abocada a una inflación incontrolable. “Las empresas de muchas industrias informan de cuellos de botella en la producción y la logística ...
El Banco Central de Rusia mantiene por ahora las primeras decisiones que adoptó ante la enorme crisis que afronta el país por la guerra y las sanciones. Sin embargo, advierte de que la industria corre el riesgo de quedar desabastecida y, como resultado, la nación puede verse abocada a una inflación incontrolable. “Las empresas de muchas industrias informan de cuellos de botella en la producción y la logística debido a las restricciones comerciales y financieras impuestas”, ha subrayado el organismo monetario en un comunicado donde también alerta de que “la adaptación empresarial, incluida la reestructuración de las cadenas productivas y de suministro, será el factor determinante en la dinámica de los precios en los próximos trimestres”.
El organismo que dirige Elvira Nabiúllina elevó los tipos de interés del 9,5% al 20% el pasado 28 de febrero, cuatro días después de que Vladímir Putin ordenase atacar Ucrania. En su reunión mensual, el consejo del banco central ha decidido mantener la tasa en ese nivel, aunque no descarta elevarla aún más en el futuro “teniendo en cuenta la inflación real y la esperada, y la valoración de los riesgos en el interior y el exterior y la reacción de los mercados a ellos”.
Una de las primeras consecuencias es que se espera “un debilitamiento significativo de la concesión de créditos en los próximos meses”. El organismo monetario señala que serán fundamentales los programas de préstamos del Gobierno para apoyar a las empresas, especialmente en los sectores más vulnerables, “y mitigar así la esperada disminución de la actividad económica”.
El banco central ruso suspendió la actividad de la Bolsa el día siguiente al inicio de la guerra, el 25 de febrero, y más de tres semanas después sigue cerrada, mientras que los valores rusos en mercados como el de Londres también han sido suspendidos tras perder más de un 90% de su cotización
“La economía rusa está entrando en una fase de ajuste estructural masivo, y estará acompañado por un periodo temporal, pero inevitable, de gran inflación”, admite el banco central, cuya intención es que las empresas “se adapten gradualmente a las nuevas condiciones [económicas]” y que la inflación se vea reducida al 4% en el año 2024. Al cierre del pasado ejercicio, un par de meses antes de la invasión, la tasa de inflación oficial se situó en el 8,4%, según la agencia de estadísticas Rostat, precisamente por los problemas logísticos derivados de la recuperación posterior a la pandemia.
El banco central advierte asimismo de que la salida de la crisis está en manos del Kremlin, que se tendrá que apretar el cinturón para ello. “La dinámica de la economía y de la inflación dependerán significativamente de las decisiones en el campo de la política presupuestaria”, subraya.
Putin ratifica a la directora del banco central
Una de las grandes incertidumbres en Rusia de los últimos días era si seguiría Elvira Nabiúllina (Ufá, 58 años) al frente del banco central. A pesar del terremoto provocado por las sanciones y los rumores de que podría dimitir, el Kremlin declinó responder sobre su futuro hasta este viernes, cuando el propio Vladímir Putin remitió a la Duma Estatal su propuesta para que renueve su candidatura cinco años más.
Nabiúllina, cuyo mandato actual expira en junio, ha dirigido el organismo monetario en la turbulenta segunda década de Putin como presidente. La banquera ocupó el cargo en junio de 2013 con el cambio en 43 rublos por euro, y ahora, en plena guerra, ronda los 113 rublos en el único mercado que opera con normalidad en Moscú, el de divisas.
Nabiúllina ha conseguido en este tiempo una buena reputación por ser su organismo una de las pocas agencias que han logrado ser en cierto punto independientes del Kremlin. El propio Putin explicó esto a finales de 2021, cuando la inflación cerró el curso en el 8,4% interanual, siendo su objetivo el 4%. “Por supuesto, se podría regañar al banco central. Todos los días trato con gente de la economía real, conozco cómo critican al organismo, su descontento con el aumento de tasas, pero si no se hace, nos pasará como a Turquía”, dijo el mandatario en alusión a un país que por entonces sufría una hiperinflación.
La banquera ha tenido que lidiar en casi nueve años de servicio con la pandemia del coronavirus y con un tsunami de sanciones que comenzó con la anexión de Crimea en 2014 y siguió con la guerra del este de Ucrania ese mismo año, con los envenenamientos del espía Serguéi Skripal y su hija en 2018 y del opositor Alexéi Navalni en 2020, las acusaciones de injerencia en las elecciones estadounidenses de 2016, y ahora la ofensiva contra Ucrania.
De un día para otro, el Gobierno ruso vio congeladas sus reservas en el exterior de 640.000 millones de dólares en divisas extranjeras, iniciativa a la que se ha sumado incluso Suiza, mientras que el banco central ruso dispone de más de 2.300 millones de toneladas de oro para las que no encuentra comprador fuera por el temor a las sanciones. De hecho, el pasado lunes decidió suspender la compra de oro a los bancos del país para poder atender así la demanda de los ciudadanos que también quieren desprenderse de este recurso refugio.
La gestión de Nabiúllina en las tres primeras semanas de la guerra se ha saldado con una devaluación de la divisa rusa del 30%, pues el tipo de cambio rondaba los 90 rublos por euro en vísperas de la invasión. Vladímir Putin ordenó la invasión el 24 de febrero; la Unión Europea y Estados Unidos anunciaron sus primeros paquetes de sanciones el fin de semana del 27, y el lunes 28 intervino el banco central ruso con varias medidas de urgencia.
Una semana después de comenzar la guerra, la banquera pidió a sus empleados unidad y que no discutiesen sobre el conflicto. “Debemos dejar a un lado los puntos de vista diferentes y ayudar a los compañeros. Sé que no es fácil, pero no entremos en disputas políticas en el trabajo, en casa o en las redes sociales. Solo queman las fuerzas que necesitamos para hacer nuestro trabajo”, dijo Nabiúllina en un vídeo filtrado el pasado dos de marzo. “Nuestra economía se enfrenta a una situación extrema, completamente fuera de lo normal. Por supuesto, a todos nos gustaría que esto no hubiera ocurrido, pero hacemos todo lo posible para que nuestro sistema financiero y el banco central salgan adelante”, agregó la economista.