Lagarde aboga por incluir el precio de compra de la vivienda en el IPC
La presidenta del BCE insiste en que “las perspectivas de inflación a medio plazo siguen siendo débiles”
El Banco Central Europeo (BCE) apuesta porque los indicadores que miden la marcha de los precios recojan mejor lo que sucede en el mercado de la vivienda, especialmente en las compras que se hacen para residir en la casa, no para invertir. La presidenta del supervisor, Christine Lagarde, ha comparecido este lunes en el Parlamento Europeo y ha explicado que ese objetivo no es nada fácil, pero también ha afirmado que “el Consejo de Gobierno [del órgano que dirige] se mostró a favor de incluir la vivienda residencial ocupada por los propietarios utilizando un índice neto de compra”. La máxima aut...
El Banco Central Europeo (BCE) apuesta porque los indicadores que miden la marcha de los precios recojan mejor lo que sucede en el mercado de la vivienda, especialmente en las compras que se hacen para residir en la casa, no para invertir. La presidenta del supervisor, Christine Lagarde, ha comparecido este lunes en el Parlamento Europeo y ha explicado que ese objetivo no es nada fácil, pero también ha afirmado que “el Consejo de Gobierno [del órgano que dirige] se mostró a favor de incluir la vivienda residencial ocupada por los propietarios utilizando un índice neto de compra”. La máxima autoridad monetaria, además, ha ratificado ante los eurodiputados —y ha incidido en las respuestas— que defiende que los altos niveles de inflación actuales bajarán en 2022, “aunque probablemente más tarde de lo previsto”.
Estrechar la relación entre el índice de precios al consumo armonizado (IPCA) y el mercado de compra de viviendas es un ejercicio estadístico muy complejo que corresponde hacer a Eurostat, la oficina europea de estadísticas, y no al BCE, según ha destacado Lagarde. “El IPCA refleja adecuadamente los patrones de consumo de los hogares del área euro”, ha aclarado la presidenta del BCE en su discurso inicial. Pero eso no disuade al organismo con sede en Fráncfort de “proponer mejoras que reflejen el coste de la vivienda en los instrumentos que miden la inflación en el área euro”.
Ahora el IPCA, también el índice no armonizado, recoge la evolución del precio del alquiler, pero no la del mercado de compraventa de viviendas. Incluir este último componente ayudaría a medir el coste de la vida, sobre todo en los países en los que, como España, la propiedad es la opción por la que se decantan mayoritariamente los ciudadanos. Sin embargo, esto no es algo que pueda hacerse sin más, como ha explicado Lagarde, por las particularidades de este mercado. Una de ellas consiste en que los inmuebles pueden comprarse como una inversión (destinada al alquiler o a la especulación) o como una vivienda para residir en ella. El reto para la econometría es, pues, captar lo que sucede solo en esta parte del mercado e incluirlo en el IPC.
Para eso, Lagarde ha advertido de que el BCE prepara un índice analítico que se destinará solo a su uso interno. Además, ha pedido a Eurostat que desarrolle un IPCA experimental que recoja el mercado de vivienda destinado a la residencia, “posiblemente para 2023″, al mismo tiempo que ha solicitado que se pongan en marcha los cambios legales necesarios. El objetivo sería que estuviera listo en 2026.
Efecto estadístico del IVA alemán
El IPCA es la principal herramienta de medición que utiliza el BCE para ajustar su política monetaria a la coyuntura, ya que su mandado es lograr una inflación media en torno al 2%. Con ese indicador, decide si sube o baja los tipos de interés. Esto explica la atención que mensualmente atrae este dato, sobre todo cuando está muy alto, como ahora, o muy bajo. Incluir en él lo que sucede en el mercado de compraventa de viviendas para uso residencial tiene un gran interés en España, tan apegada a las casas y pisos en propiedad. Primero, lo tiene porque los índices de precios se utilizan también como gran referente en las negociaciones salariales. Pero, además, influiría directamente en la política monetaria, con lo que el Consejo de Gobierno del BCE reaccionaría antes a los vaivenes de este mercado, tanto cuando sube el precio (aumentando los tipos y ayudando a deshinchar una potencial burbuja) como cuando baja (reduciendo los intereses y tratando de amortiguar la caída).
A pesar de esto, el asunto que más interés ha despertado entre los eurodiputados ha sido la evolución actual de la inflación, más que los posibles cambios futuros en la forma de medirla. A ellos, especialmente al bávaro de la CSU Markus Feber y a varios representantes holandeses, Lagarde les ha explicado, igual que ha hecho en su discurso inicial, que, según sus previsiones, las altas tasas del IPC actuales son temporales y que caerán en 2022, si bien más tarde de lo que pronosticaba hace tiempo. A las causas más citadas habitualmente, la crisis energética y los problemas en los cuellos de botella en las cadenas de suministro, la presidenta del BCE ha sumado —más bien concretado— otra: el efecto escalón que provoca en la estadística alemana, específicamente, el fin en la rebaja del IVA que se adoptó en 2020 para combatir el impacto económico del coronavirus, algo que desaparecerá el próximo enero y que ha tirado al alza de la inflación germana durante todo 2021.
La banquera central ha rechazado que sea una buena idea subir ya los tipos de interés porque a medio plazo la previsión del IPC que maneja el BCE sigue siendo el 2%, es decir, el objetivo que tiene su mandato. Y también ha descartado que, por ahora, los altos precios se estén trasladando a las remuneraciones de los trabajadores: “Esto podría provocar salarios más altos y en consecuencia precios mayores. Pero hasta ahora, no vemos evidencias de esto en los datos de los salarios negociados. Vemos que el crecimiento salarial el próximo año será mayor que este, pero el riesgo de efectos secundarios sigue siendo limitado”, ha zanjado.