Los ‘halcones’ creen que las previsiones de inflación del BCE podrían quedarse cortas
Las actas de la reunión muestran que algunos banqueros pidieron una mayor rebaja de las compras de deuda en septiembre
El reto de conciliar a halcones y palomas se antoja como uno de los mayores retos de la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, para la recta final del año. Sobre todo ante un escenario de creciente inflación y en los que empiezan a apreciarse algunos vientos de cara a la recuperación. Según revelan las actas de la reunión del último Consejo de Gobierno, algunos miembros de la institución expresaron entonces su preocupación por el alza de precios e incluso hablaron que podría avecinarse un...
El reto de conciliar a halcones y palomas se antoja como uno de los mayores retos de la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, para la recta final del año. Sobre todo ante un escenario de creciente inflación y en los que empiezan a apreciarse algunos vientos de cara a la recuperación. Según revelan las actas de la reunión del último Consejo de Gobierno, algunos miembros de la institución expresaron entonces su preocupación por el alza de precios e incluso hablaron que podría avecinarse un “cambio de régimen”. A pesar de que el BCE cree que la inflación tiene un carácter temporal, los banqueros advirtieron de que los “riesgos al alza” deben ser controlados y comunicados con sumo cuidado y afirmaron que las proyecciones para 2023 podían quedarse cortas. Algunos miembros, además, plantearon una mayor reducción del ritmo de compras de deuda pública, lo cual fue rechazado por otros colegas que consideraron que el mercado podía interpretar que la institución enfilaba una política monetaria más dura.
El de septiembre debía ser solo un consejo de transición, puesto que los mercados tienen la puesta vista en diciembre. Para entonces, Lagarde debe decidir cuál será el futuro del programa de emergencia contra la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés), que tiene fecha de vencimiento en marzo de 2022 o, en cualquier caso, hasta que no escampe la crisis derivada de la pandemia. La banquera central decidió empezar a moderar el ritmo de compras, hasta septiembre de 80.000 millones de euros mensuales, pero negó que esa decisión constituyera ninguna retirada de estímulos. En su lugar, dijo que los estaba “recalibrando”.
En ese momento, los banqueros sabían que la inflación de la zona euro en agosto había sido del 3% y, con la subida de los precios de la energía, intuían que el dato de septiembre se encaminaba al 3,4%, el más elevado de los últimos 13 años. O que Alemania, siempre en guardia ante el alza de precios, vería la tasa más elevada desde 1992.
Incertidumbre sobre la persistencia del ‘shock’
Los economistas del BCE revisaron la inflación al alza, situándola en el 2,2% en 2021; en el 1,7% en 2022, y en el 1,5% en 2023. Según las actas de la reunión del consejo de los días 8 y 9 de septiembre publicadas este martes, los banqueros asintieron con las proyecciones y, “en general”, con que el aumento de los precios era temporal. Sin embargo, los más ortodoxos sí dejaron constancia de que había más incertidumbre en la posibilidad de que ese shock persistiera, de que las perspectivas para 2023 eran más difíciles de prever y que, por ello, esta podía ser superior a la augurada. “En este contexto, también se expresó la opinión de que la proyección de referencia para la inflación en 2023 era demasiado baja”, añaden las actas.
Los miembros del Consejo estuvieron de acuerdo en la decisión final sobre la reducción de las compras de deudas. Sin embargo, algunos halcones pusieron sobre la mesa que la rebaja que se lleva a cabo bajo el paraguas del PEPP debería ser mayor. “Se argumentó que una aplicación simétrica del marco del PEEP implicará una reducción más sustancial del ritmo de compras, también debido a los posibles efectos colaterales de un elevado ritmo de compras”, recogen las actas. Otros miembros, sin embargo, consideraron que eso podía llevar a percepciones erróneas en el mercado. Por ejemplo, que se estaba marcando el rumbo hacia una política monetaria más dura, lo cual podía “endurecer las condiciones de financiación”.
Lagarde anunció en la rueda de prensa posterior al Consejo que en diciembre se tomará una decisión sobre el PEPP, aunque fue enérgica al señalar que no iba a retirar todavía los estímulos. Los analistas dan por hecho que la banquera decidirá aumentar el programa convencional de compras de deuda (APP, por sus siglas en inglés) si finalmente la institución empieza a replegar velas. El economista senior de Capital Economics para Europa, Jack Allen-Reynolds, destacó que el BCE cada vez está más inseguro sobre las perspectivas de inflación. “El relato de la reunión del BCE de septiembre reveló que muchos políticos creían que la inflación podría permanecer más alta durante más tiempo de lo que muestran las proyecciones del banco”, sostuvo.