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Toshiba despide a su presidente por supuestas irregularidades en la gobernanza de la compañía

La decisión del Consejo de Administración llega tras destaparse un escándalo de confabulación entre altos cargos del Gobierno y ejecutivos de la firma.

Periodistas se sientan frente al logo de Toshiba en una rueda de prensa, en una imagen de archivo.MARTIN BUREAU (AFP)

La última pieza en caer como consecuencia del efecto dominó que ha detonado una serie de escándalos en Toshiba tiene nombre propio: Osamu Nagayama. Los accionistas del conglomerado tecnológico japonés han votado “no” a la reelección del presidente del consejo de administración durante la junta anual de la empresa celebrada este viernes. La decisión llega después de que hace unas semanas saliera a la luz una investigación que destapaba un escándalo de confabulación entre el Gobierno y altos ejecutivos de la firma en con...

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La última pieza en caer como consecuencia del efecto dominó que ha detonado una serie de escándalos en Toshiba tiene nombre propio: Osamu Nagayama. Los accionistas del conglomerado tecnológico japonés han votado “no” a la reelección del presidente del consejo de administración durante la junta anual de la empresa celebrada este viernes. La decisión llega después de que hace unas semanas saliera a la luz una investigación que destapaba un escándalo de confabulación entre el Gobierno y altos ejecutivos de la firma en contra de accionistas extranjeros, un apuñalamiento por la espalda del que estos últimos han comenzado a desquitarse.

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La fallida permanencia en el cargo de Nagayama, de 74 años, considerado por muchos durante décadas un pilar del mundo empresarial de la tercera economía del planeta, supone un mazazo para la gobernanza corporativa de Japón. También representa una victoria para los inversores activistas, quienes pedían una reforma sustancial de Toshiba tras años de decisiones muy cuestionables que han ido saliendo a la luz pública. Desde finales de 2017, cuando la compañía atravesó por enormes dificultades financieras, el 54% de sus acciones están en manos de fondos extranjeros, que las adquirieron por unos 5.300 millones de dólares.

La última polémica se destapó a mediados de año, tras revelarse en una primera investigación que directivos de Toshiba habrían trabajado codo con codo con altos funcionarios del Ministerio de Economía, Comercio e Industria para disuadir a los accionistas de ejercer su derecho a voto en la asamblea general ordinaria de 2020 y bloquear las propuestas de accionistas extranjeros. Una segunda pesquisa publicada el 10 de junio y que ha salpicado incluso al primer ministro, Yoshihide Suga, afirma que parte de la cúpula del Gobierno habría influido en los resultados de dicha reunión. Tras publicarse el documento, el Ministerio expresó que no había nada inusual en consultar con las empresas sobre los posibles riesgos para la seguridad nacional.

Esta segunda investigación estuvo impulsada por el fondo singapurense Effissimo Capital Management ─principal accionista minoritario con un 9,9% de la empresa─ con el fin de desvelar la legitimidad de la reelección de Nobuaki Kurumatani para el cargo de presidente de la firma en 2020.

El escándalo supuso la dimisión de Kurumatani y de otros cuatro directivos hace un par de semanas. Sin embargo, Nagayama, exdirector de la subsidiaria de Roche Holding AG y exjefe no ejecutivo de Sony Group, permaneció en su puesto alegando que tenía la responsabilidad de limpiar la gobernanza de la empresa. El nuevo director ejecutivo de Toshiba, Satoshi Tsunakawa –reemplazo de Kurumatani–, respaldó la candidatura de Nagayama y reiteró su fe en el presidente de la junta. No obstante, los inversores, inconformes con las medidas tomadas para afrontar las graves acusaciones contra la empresa, expresaron sus críticas durante la reunión de tres horas de este viernes, según informa el medio japonés Nikkei.

Con más de la mitad de las acciones de la empresa en manos de accionistas extranjeros y fondos operados por inversores japoneses en ultramar, la campaña contra la permanencia de Nagayama se perfilaba como un hecho prácticamente consumado. No siguió el suyo la tendencia de muchos casos similares en Japón, en los que los accionistas extranjeros han visto truncadas sus propuestas de dividendos más altos o la fragmentación de la empresa, torpedeados por los votos en contra de los inversores institucionales japoneses.

Nagayama, parapetado en su prestigio en el sector empresarial nipón y su experiencia en la recuperación de Sony como líder de la junta ejecutiva de esa empresa, no consiguió en la votación la victoria por estrecho margen que algunos vaticinaron, y deja vacante el puesto un año después de asumirlo.

Es otra victoria parcial de los principales inversores en su afán por borrar de la foto a todos aquellos que están interfiriendo en sus demandas para impulsar el desarrollo de la firma, como la apertura de un proceso de ventas, ante el que la directiva interna de Toshiba se ha mostrado renuente. Sin Nagayama en el cargo, uno de los ejecutivos que más cautela ha mostrado ante la propuesta de ventas, Toshiba podría iniciar próximamente un proceso de licitación para empresas de capital privado que conllevaría una posible separación del conglomerado.

Los once directores elegidos tienen experiencia en el extranjero y deberán ahora dar un paso en firme hacia una gestión más transparente que cumpla con las aspiraciones de los supervisores de ultramar.

En su día Toshiba fue una de las mayores tecnológicas de Japón, especializada en la fabricación desde lavadoras hasta reactores nucleares, pero desde hace años atraviesa graves problemas financieros. Además, debido a su incapacidad de reinventarse frente a otros fuertes competidores de la región, la empresa se vio obligada a desprenderse de sus filiales de semiconductores, de sensores de imágenes y de ordenadores.

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