Atlantic Copper busca respuestas en el ahorro

La compañía productora de cobre aspira a conseguir fondos para montar una planta de recuperación de componentes eléctricos en Huelva

Proceso de transformación del mineral en la planta de Atlantic Copper en Huelva.

El año pasado, la fábrica de cobre de Atlantic Copper en Huelva llegó a facturar 1.776 millones. Pocas compañías en el país tienen semejante volumen de ventas, pero en la minería, como recuerda Javier Targhetta, su consejero delegado, “todo se hace a lo grande”. Todo es inmenso menos los beneficios (de 7,2 millones en 2020), ya que los márgenes de una planta transformadora son muchísimo más reducidos que los que genera una mina. En parte porque han proliferado de forma increíble fundiciones de cobre en China, como ocurrió con el aluminio. “Se produce un efecto de oferta y demanda. Hay muchas fundiciones y no hay mineral de cobre suficiente para satisfacerlas, sube el precio del mineral y bajan nuestros márgenes”, explica el consejero delegado. A eso hay que añadir que en 2020 el mercado del cobre en España se derrumbó un 60%. “Lo sustituimos sobre la marcha por ventas en el extranjero, en zonas donde habitualmente no llegábamos porque la logística requiere optimizar las distancias. Vendimos cobre en China, un mercado que normalmente no abastecemos”.

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La empresa propiedad de la norteamericana Freeport-McMoRan, el segundo productor mundial, transformó poco más de un millón de toneladas de concentrado de cobre para obtener 275.000 toneladas de cátodos, placas de alta pureza. También produjo más de un millón de toneladas de ácido sulfúrico (necesario para fabricar fertilizantes), 629.000 toneladas de silicatos, 80.000 kilos de plata y 4.000 de oro. Pese a la pandemia, fue su quinto mejor registro de los últimos 25 años. “Los resultados son buenos”, resume Targhetta, que habla de la respuesta “ágil y rápida”, de las 650 personas y 350 de subcontratas que trabajan en la fábrica. “Somos la fundición del mundo más eficiente en términos energéticos y en costes de producción estamos entre las fundiciones que producen de forma más barata”. Cree por ello que la compañía norteamericana sigue confiando en la gestión de la planta española (el grupo tiene otras dos similares en EE UU e Indonesia) pese a la creciente competencia de otras fábricas. “La eficiencia de nuestros equipos es muy alta. Aquí hacemos lo que en otros continentes se consigue con 3.000 personas”. De modo que eso compensa los bajos salarios de otros países. “Nos sentimos razonablemente satisfechos con la remuneración en nuestra empresa y la estabilidad en el empleo. Apenas hay rotación y más del 90% de la plantilla tiene contrato indefinido”.

En la otra partida que determina su eficiencia, los costes energéticos, es en la que más se extiende el consejero delegado. En la parte que les toca, producir con menos energía, dice que cada año se gastan 26 millones en investigación. “Han sido muchos años de estudio, de innovar utilizando calores residuales que han sustituido una parte de nuestro consumo”. Entre otras iniciativas, han firmado acuerdos (PPA) con productores de energía renovable para conseguir que al final de esta década, entre la energía que produzcan ellos mismos y la renovable, se cubra el 90% de sus necesidades. Ahora están en el 30%. En el capítulo de los precios energéticos, en cambio, el ejecutivo se lamenta de lo mal que compite España con países como Francia o Alemania. “Se ha dado un paso con el estatuto de industrias electrointensivas. En nuestro caso obtenemos un pequeño ahorro, pero el paso es histórico”. Lo encuadra en un cambio de actitud hacia el sector industrial, que, insiste, resiste mejor a las crisis, tiene un empleo de mayor calidad y genera más competitividad en un país. Por eso se echa tanto en falta cuando falla: véanse los casos de pérdidas recientes, desde Nissan en Barcelona a Alcoa en A Coruña.

Para completar ese polo industrial instalado en Huelva, Atlantic Copper confía en un proyecto que ha presentado al gobierno en el marco de los fondos Next Generation, y que ha sido declarado “de interés estratégico” por la Junta de Andalucía. Quiere construir una planta de reciclaje de material eléctrico y electrónico adyacente a sus instalaciones en la que sería la primera recicladora del sur de Europa de su tipo. “Circular —nombre que se ha dado al plan— es un ejemplo de lo que debe ser la colaboración público-privada. Supone una inversión de 260 millones de euros y crearía 70 empleos directos y 280 indirectos”.

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Ahora mismo se recicla muy poco cobre en el mundo. La propia planta de Huelva utiliza solo 20.000 toneladas al año de producto recuperado. Pero con la nueva planta, para la que piden 65 millones en subvenciones, podría llegar a sumar otras 60.000 si el plan sale adelante. “España pasaría de reciclar el 50% al 100% de estos residuos”, cree Targhetta.

La construcción tardaría dos años y la multinacional Freeport contempla incluirla en su plan de inversiones. “Con todo ello reduciremos entre un 55% y un 65% la emisión de CO2 que se generaría produciendo esos mismos metales de forma primaria”. ¿Sería posible que todo el cobre que se produzca el el mundo en un futuro próximo sea a partir de metal reciclado? “Hoy un 35% lo es, pero con eso no se satisface la demanda”, responde el directivo. La urbanización, y por tanto la electrificación de los hogares, y el vehículo eléctrico va a disparar el consumo de materias primas. “Y todas esas tendencias necesitan mucho cobre, acero, aluminio, metales preciosos… No se podrán satisfacer solo con el reciclado”.

Problemas de localización

No todo el mundo está contento con el proyecto de Atlantic Copper para construir un centro de reciclaje. Mesa de la Ría, una plataforma ciudadana y política con dos concejales en el Ayuntamiento de Huelva, cree que su emplazamiento, en la Punta del Sebo, en la confluencia de la desembocadura de los ríos Tinto y Odiel, es la peor de las soluciones.

“Estamos a favor del reciclaje, pero creemos que este espacio tiene que ser recuperado. La industria —toda ella, no solo esta nueva planta— debería renovarse e instalarse en el puerto exterior”, cuenta Juan Manuel Buendía, su presidente, que también critica el compromiso de la Junta de Andalucía para agilizar los trámites de la instalación: “Es una manera de saltarse los procesos ambientales y urbanísticos”.


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