Opinión

Cuesta de enero

La historia apunta que España gestiona las crisis de forma regular

Un sanitario vacunando a un interno en una residencia de Badalona, en Cataluña.Enric Fontcuberta (EFE)

El cambio de año y primeros minutos de 2021 estuvieron marcados, en el ámbito televisivo, por las palabras emotivas y llenas de dignidad de Ana García Obregón. En escasos 20 minutos se sintetizaron gran parte de los sentimientos de muchas personas. Aunque hay muchos elementos que las distancian, me recordaron a las palabras de la canciller alemana, Angela Merkel, el mes pasado, cuando señaló a su pueblo las grandes dificultades que se vienen encima. Ha faltado hasta ahora mucha empatía en los responsables públicos. En España se ha echado en falta además una planificación y gestión más eficaz e...

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El cambio de año y primeros minutos de 2021 estuvieron marcados, en el ámbito televisivo, por las palabras emotivas y llenas de dignidad de Ana García Obregón. En escasos 20 minutos se sintetizaron gran parte de los sentimientos de muchas personas. Aunque hay muchos elementos que las distancian, me recordaron a las palabras de la canciller alemana, Angela Merkel, el mes pasado, cuando señaló a su pueblo las grandes dificultades que se vienen encima. Ha faltado hasta ahora mucha empatía en los responsables públicos. En España se ha echado en falta además una planificación y gestión más eficaz en la terrible crisis sanitaria y económica. Los políticos han priorizado a menudo las batallas por el relato y sus problemas por encima de poner toda la carne en el asador para mejorar un desdichado manejo de la pandemia. No es nuevo.

La historia parece apuntar a que España gestiona solamente regular las crisis. Como referencia, las tres últimas. En la de 1973, el Gobierno creyó que el aumento de precios del petróleo duraría poco. En la de 2008, se pensó que nuestro sistema financiero no era vulnerable ante la mayor burbuja inmobiliaria de la historia. En la actual, la hipótesis inicial era que teníamos el mejor sistema sanitario del mundo, que se podría con todo. Las consecuencias fueron respuestas tardías e insuficientes.

En enero de 2021 hay algo de esperanza a medio plazo porque ya se está vacunando. Hay una avalancha de fondos europeos en ciernes y confiamos en que lo peor haya pasado. Sin embargo, queda mucho por hacer. Por ejemplo, evitar que la típica cuesta con que se conoce este mes se convierta en un obstáculo insalvable para nuestro sistema sanitario y nuestra economía. Es un momento clave. Primero, para ver los efectos de las vacaciones de Navidad y Año Nuevo sobre los contagios e ingresos hospitalarios tras una gestión descoordinada entre comunidades autónomas y comportamientos inadecuados de parte de la población. Si la tercera ola es nuevamente grave, se habrá perdido también buena parte del terreno de la recuperación económica de este ejercicio. Si el panorama no está despejado en primavera, nuestro país no podrá tener la (relativa) normalización económica deseada en 2021.

Un gran parte de nuestro valor añadido se genera en actividades de contacto personal, como el turismo, por lo que además España debe ser al menos tan eficaz como el mejor en la vacunación. Por ahora hay poca información precisa sobre plazos y grupos a vacunar, lo que genera excesiva incertidumbre. Con el mensaje de que estamos siguiendo lo dictado por la Unión Europea se justifica de modo conformista la inexistencia de una clara hoja de ruta propia del proceso de inmunización.

Muchos países ya han vacunado a porcentajes significativos de la población. Con urgencia, hay que acercarnos a esas mejores prácticas para evitar nuevas tensiones hospitalarias y mayores pérdidas a la economía. Se precisan certezas, generación de confianza en nuestro entorno y una amplia mayoría de la población vacunada a mitad de año. Para ello, estas primeras semanas del año serán determinantes.

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