“La mayoría de alemanes quiere combinar el teletrabajo con el presencial cuando acabe la pandemia”

Björn Böhning, número dos del Ministerio de Trabajo alemán, trabaja en una ley que considera el teletrabajo un derecho

El secretario de Estado de Trabajo alemán, Björn Böhning.
Madrid -

Aunque en muchos casos así sea, teletrabajar es algo más que colocar un ordenador portátil sobre la mesa del salón y empezar a teclear como si ya hubiéramos fichado. Sus efectos colaterales salpican un sinfín de cuestiones, desde la separación entre trabajo y vida privada, los gastos, la protección sanitaria o el número de horas trabajadas. Enfrentándose a ese cambio de paradigma acelerado por la pandemia se encuentra el socialdemócrata Björn Böhning (Geldern, 42 años), secretario de Estado de Trabajo alemán, que la semana pasada intervino en un acto en la embajada alemana en España. El Gobier...

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Aunque en muchos casos así sea, teletrabajar es algo más que colocar un ordenador portátil sobre la mesa del salón y empezar a teclear como si ya hubiéramos fichado. Sus efectos colaterales salpican un sinfín de cuestiones, desde la separación entre trabajo y vida privada, los gastos, la protección sanitaria o el número de horas trabajadas. Enfrentándose a ese cambio de paradigma acelerado por la pandemia se encuentra el socialdemócrata Björn Böhning (Geldern, 42 años), secretario de Estado de Trabajo alemán, que la semana pasada intervino en un acto en la embajada alemana en España. El Gobierno del que forma parte impulsa una ley para regular el teletrabajo que incluye el derecho a trabajar desde casa un mínimo de 24 días al año para las profesiones en que sea posible. Böhning es tajante: “La mayoría de alemanes quiere combinar el teletrabajo con el presencial cuando acabe la pandemia”.

El número dos del Ministerio de Trabajo recita los datos que respaldan esa tesis: un 35% de alemanes trabajan desde casa, y según un estudio de su administración, a dos tercios de los empleados les gustaría seguir haciéndolo unos días a la semana incluso después de controlado el virus. “Hemos aprendido que gracias a la tecnología se pueden realizar más tareas de forma remota de las que se suponía. Las empresas han comprobado que la productividad de sus empleados es muy alta y que la satisfacción en el trabajo a menudo aumenta”.

Böhning insiste en que una de las claves del texto legal será “crear un marco que ayude a evitar que se difuminen los límites entre el trabajo y la vida privada”. Pero no solo. También busca garantizar que cuenten con la protección del seguro de enfermedad y accidentes. Y deja sendos mensajes. Uno para los jefes: “necesitamos un estilo de gestión diferente, una cultura de trabajo más cooperativa, caracterizada por la confianza en las habilidades de los empleados“. Y otro para las empresas: ”trabajadores y sindicatos deben poder opinar sobre cómo se introduce y organiza el trabajo a distancia”.

Los críticos con el plan gubernamental temen que este mine la capacidad de los trabajadores de participar en la negociación colectiva, y que el hecho de que no sea necesario el trabajo presencial dé vía libre a las empresas para subcontratar servicios en países con estándares laborales más bajos para ahorrar costes. Ese fenómeno, unido al cambio tecnológico en marcha y la obsolescencia a la que condena a ciertos sectores, tiene potencial para revolver los cimientos del modelo actual. “El mundo del trabajo está experimentando una transformación profunda. La tecnología trae riesgos y oportunidades. En el Ministerio tenemos una herramienta de predicción del mercado laboral que prevé que en Alemania podrían perderse 1,3 millones de puestos de trabajo cualificados en los próximos cinco años, pero a la vez se crearían 2,1 millones de nuevos empleos”.

Si se amplía el foco hasta 2035, el balance se torna negativo: calculan 3,3 millones de empleos generados y cuatro millones destruidos. “No nos quedaremos sin trabajo en el futuro, pero a menudo será un tipo de trabajo diferente, que requerirá de otras habilidades y mayor flexibilidad”. Esa frase puede pronunciarse con menos temor a equivocarse en Alemania —donde la tasa de paro está en el 6,2% en plena pandemia—, que en España, donde el desempleo es un mal estructural, especialmente entre los jóvenes, y buena parte de la población no puede dar por sentado que contará con un salario fijo el resto de su vida activa.

¿Por qué ha capeado Alemania mejor la crisis económica derivada del virus? “Hemos apostado por una combinación entre preservar puestos de trabajo, asegurar medios de subsistencia y suministrar una ayuda financiera masiva a las empresas que está evitando quiebras”. El kurzarbeit, el equivalente alemán de los ERTE, también se ha demostrado fundamental. Dicha modalidad de jornada reducida, según la cual el Estado paga temporalmente parte del salario para evitar los despidos masivos, “es un puente sólido sobre un profundo valle económico que está preservando millones de empleos”, afirma.

El Gobierno también ha reforzado los incentivos para la educación y la formación continua destinada a aquellos que han visto reducirse su jornada. Y ha colocado una red de seguridad para los propietarios de pequeñas empresas, autónomos y artistas que no pueden ganarse la vida durante la pandemia. “Les hemos facilitado acceso a la ayuda básica que reciben quienes buscan trabajo, y la pueden solicitar de forma rápida y sin burocracia”.

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