Opinión

Una nueva oportunidad para el seguro individual de empleo

Los fondos comunitarios para financiar reformas estructurales y el respaldo de varios grupos políticos a la iniciativa ofrecen una ocasión para desarrollar la iniciativa

Desde la izquierda: los secretarios generales de UGT, Pepe Álvarez, y de CC OO, Unai Sordo; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y los presidentes de CEOE, Antonio Garamendi, y Cepyme, Gerardo Cuerva.Chema Moya (EFE)

El mercado de trabajo se ha visto seriamente afectado por la pandemia del Coronavirus, impulsando en 915.000 el número de desempleados, y manteniendo el pasado mes de junio aun a 1.830.000 de trabajadores protegidos por ERTE y a 1.470.000 autónomos con prestación extraordinaria por cese de actividad. La urgencia por atender a estos colectivos, lejos de ser un desincentivo para abordar las reformas pendientes, debería suponer un estímulo para hacerlo. Un seguro individual de empleo, de implantación gradual, que acompañe a los nuevos trabajadores durante toda su vida laboral, podría contribuir a...

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El mercado de trabajo se ha visto seriamente afectado por la pandemia del Coronavirus, impulsando en 915.000 el número de desempleados, y manteniendo el pasado mes de junio aun a 1.830.000 de trabajadores protegidos por ERTE y a 1.470.000 autónomos con prestación extraordinaria por cese de actividad. La urgencia por atender a estos colectivos, lejos de ser un desincentivo para abordar las reformas pendientes, debería suponer un estímulo para hacerlo. Un seguro individual de empleo, de implantación gradual, que acompañe a los nuevos trabajadores durante toda su vida laboral, podría contribuir a dinamizar y hacer más eficiente nuestro mercado de trabajo, e impulsar la recuperación.

Este seguro podría ser rescatado por el trabajador en función de la necesidad para reforzar sus rentas en las diferentes transiciones a las que se enfrente a lo largo de su carrera profesional, cada vez más volátil. Podría ser ejecutado como refuerzo de rentas en un primer empleo en el marco del contrato para la formación y el aprendizaje, o ante una modificación de condiciones laborales por necesidad del trabajador o de la empresa, o como fuente para financiar el refuerzo de sus competencias laborales, o en una transición entre un empleo y otro complementando una indemnización por extinción de contrato indefinido, o, finalmente, en la transición final desde el empleo a la jubilación como complemento a su pensión.

Un Seguro Individual de Empleo, con estas características, reforzaría la flexiseguridad de nuestro marco de relaciones laborales, impulsando la flexibilidad para la empresa y la seguridad para el trabajador, reduciendo los incentivos a la contratación temporal sin causa, facilitando la formación permanente de los trabajadores, así como su movilidad laboral. En definitiva, contribuiría a la creación de empleo, reducción de la temporalidad y mejora de la competitividad de la economía española.

Muchas han sido las ocasiones en las que se han propuesto cuentas individuales de capitalización. La más destacada fue con motivo del Acuerdo Social y Económico para el crecimiento, el empleo y la garantía de las pensiones firmado el de 2 de febrero de 2011 entre las confederaciones empresariales (CEOE y CEPYME) y sindicales (CC OO y UGT), que se llevó a la Ley, y que mandataba la constitución antes de junio de 2011 de un fondo de capitalización para los trabajadores, mantenido a lo largo de su vida laboral, para hacer efectivo en los supuestos de despido, de movilidad geográfica, para el desarrollo de actividades de formación o en el momento de su jubilación. Fondo que nunca vio la luz.

Casi 10 años después, la necesidad de abordar una reforma de esas características es más evidente aún. Y, a diferencia de entonces, concurren aparentemente dos circunstancias adicionales que podrían facilitar su aprobación; recursos comunitarios para financiar reformas estructurales, y respaldo parlamentario. Recursos disponibles procedentes del Fondo Next Generation EU, SURE y otros fondos comunitarios que deben dedicarse a financiar reformas estructurales en la línea con las recomendaciones del semestre europeo y que, bien directamente, o de forma indirecta, liberando recursos a las empresas para financiarlo, podrían contribuir a su implantación gradual. Y respaldo en las Cortes, ya que la propuesta de implantar cuentas individuales de capitalización viene recogida en la Agenda del Cambio impulsada por el Gobierno, en los programas electorales de las principales formaciones de oposición en las Cortes, y en el proyecto de conclusiones de la Comisión de Reconstrucción social y económica constituida en el Congreso de los Diputados. Pocas acciones de política económica son tan necesarias y concitan a su vez el respaldo de Interlocutores Sociales, del Ejecutivo y de una amplia mayoría del poder Legislativo.

Por todo ello, al tiempo que Gobierno, sindicatos y patronal, así como grupos parlamentarios, siguen alcanzando necesarios acuerdos y refrendando en las Cortes medidas urgentes para hacer frente a las consecuencias económicas y sociales de la pandemia, sería deseable que, avanzaran en el diseño, acuerdo y ejecución de reformas estructurales complementarias en materia de empleo, tales como la implantación definitiva de un Seguro Individual de Empleo, que mejore la flexiseguridad de nuestro mercado de trabajo, e impulse con ello la recuperación económica y social.

Juan Pablo Riesgo es socio de EY y ex secretario de Estado de Empleo

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