Teoría de los tres pedales
Empieza a dibujarse una convergencia de criterios sobre cómo afrontar la segunda fase de la crisis, la del posconfinamiento; y la tercera, la de la recuperación
No sabemos exactamente la dureza y duración de la recesión. Influirán factores imprevisibles. Pero empieza a dibujarse una convergencia de criterios sobre cómo afrontar su segunda fase, la del posconfinamiento; y la tercera, la de la recuperación. Ambas a caballo entre este segundo semestre de 2020 y algún momento de 2022.
Convendría adoptar la teoría de los tres pedales, y fraguar desde ya acuerdos concretos en cada uno. Para despejar la ruta ante propios (derrotistas) y extraños (los mercados que deben financiar el esfuerzo).
Los dos primeros pedales son el acelerador y el fren...
No sabemos exactamente la dureza y duración de la recesión. Influirán factores imprevisibles. Pero empieza a dibujarse una convergencia de criterios sobre cómo afrontar su segunda fase, la del posconfinamiento; y la tercera, la de la recuperación. Ambas a caballo entre este segundo semestre de 2020 y algún momento de 2022.
Convendría adoptar la teoría de los tres pedales, y fraguar desde ya acuerdos concretos en cada uno. Para despejar la ruta ante propios (derrotistas) y extraños (los mercados que deben financiar el esfuerzo).
Los dos primeros pedales son el acelerador y el freno: ya son bastantes quienes siguen a los organismos independientes, encabezados por el Banco de España, en reclamar su juego combinado.
El acelerador consiste en que “la respuesta fiscal a esta crisis debe ser expansiva”, insiste su informe anual del martes. Hay que seguir gastando todo lo necesario, sobre todo en los dos pilares ya ensayados con éxito: la protección al empleo a través de los ERTE; y el apoyo a las empresas mediante la ampliación del plan de avales. Y con las ramificaciones necesarias.
La puesta a punto del freno consiste en que “en el medio plazo es necesario acometer reformas de calado para reducir el endeudamiento público” y sanear las cuentas para emplearlas mejor en caso de rebote. Discutamos ya el cómo, para repartirlo bien y saber de qué va. El supervisor propone igualar la media impositiva europea subiendo el IVA reducido, los especiales y sociedades: el 70% de nuestro desfase.
También alude a lo que debiera ser prioritario: la maraña de beneficios fiscales, las “numerosas exenciones, deducciones y tipos especiales” injustificados.
La Autoridad Fiscal está concluyendo su informe al respecto. Empieza a urgir. Una hipótesis de trazo grueso: bastaría con que el 100% de esos agujeros emmental en la recaudación —muchos son muy poco equitativos—, que asciende a unos 60.000 millones, se cancelase totalmente en dos años.
Así el listón del déficit para 2022, que alcanzaría el 7% del PIB según algunos cálculos (Emergencia de nuevos desequilibrios financieros, Josep Oliver en europeG) se rebajaría considerablemente (cerca del 1% del PIB). Si los agujeros se redujesen en dos tercios, se cumpliría justo el techo del 3%. Volveríamos a la seriedad fiscal, pero, aunque provocase fuertes quejas localizadas, sin demasiada brusquedad general: con alzas acotadas de impuestos, pero sobre todo revirtiendo su brutal desnaturalización.
El tercer pedal es el embrague. Facilita el arranque y modula a los otros dos. Es el ingente apoyo que España recibirá del plan de recuperación europeo. Alcanzaría los 160.000 millones entre subsidios y préstamos. El grueso se destinará a cofinanciar inversiones privadas: en los sectores más castigados, para digitalizar la economía y para hacerla más verde.
La tarea de elaborar un plan general, presentar proyectos solventes, consorciar empresas y Administraciones y ejecutar, será hercúlea: volveremos sobre ella. Pero, o se empieza ya, o esos recursos sortearán nuestro cancel y recalarán en otros.