Arabia Saudí intenta que las reformas fiscales no contraigan la economía
El reino ha suspendido el anunciado aumento de las tasas a la importación, pero mantiene la subida del IVA al 15% a partir del 1 de julio
Arabia Saudí ha suspendido sine die el aumento de las tasas de importación para una larga lista de productos, desde derivados lácteos, hortalizas y carne hasta materiales de construcción, que había previsto a partir del 10 de junio. La decisión pone de relieve la dificultad de sacar adelante reformas fiscales sin constreñir la actividad económica en medio del parón de la covid-19 y ...
Arabia Saudí ha suspendido sine die el aumento de las tasas de importación para una larga lista de productos, desde derivados lácteos, hortalizas y carne hasta materiales de construcción, que había previsto a partir del 10 de junio. La decisión pone de relieve la dificultad de sacar adelante reformas fiscales sin constreñir la actividad económica en medio del parón de la covid-19 y el desplome de los precios del petróleo. Aunque los expertos señalan que el reino dispone de un significativo colchón financiero, la doble crisis proyecta una sombra sobre los ambiciosos proyectos del príncipe heredero, Mohamed Bin Salmán.
“Ante las consultas que recibimos sobre el aumento de los aranceles de algunos productos, les informamos que no ha comenzado la aplicación de los cambios en las tarifas”, anunció en su cuenta Twitter el Departamento de Aduanas el día en que se esperaba su entrada en vigor, sin precisar más. Los observadores estiman que se trata sólo de un retraso. Con posterioridad, otro tuit informaba de que se mantiene la subida del IVA al 15% (desde el 5% actual) a partir del 1 de julio.
Ambas medidas son parte de un cambio con el que el mayor exportador de crudo del mundo intenta aumentar sus ingresos no petroleros y promover la agricultura y la industria locales. “Los impuestos aduaneros son necesarios para reducir aún más la factura de las importaciones y alentar la producción nacional de bienes”, explica a EL PAÍS Garbis Iradian, economista jefe para Oriente Próximo y el Norte de África del Institute of International Finance (IIF). Su departamento estima que el saldo por cuenta corriente de Arabia Saudí “pase de un superávit de 50.000 millones de dólares en 2019 a un déficit de 8.000 millones en 2020, debido a la fuerte caída de las exportaciones de petróleo” y que su PIB se contraiga un 4,4%.
No obstante, tasar con un 15% la importación de productos básicos como tomates, cebollas, pepinos o sandías (exentos hasta ahora) casi al mismo tiempo que se triplica el IVA supone un duro golpe para los consumidores, en especial cuando muchos de ellos ven peligrar sus empleos o afrontan recortes salariales. Existe el riesgo de que el impacto sobre los hogares frene la recuperación al reducir el gasto discrecional.
El hecho de que las medidas no hayan entrado aún en vigor y la naturaleza del régimen (que censura la menor crítica) han limitado sin duda las reacciones públicas. Aun así, varios columnistas se han hecho eco del malestar. “Los ciudadanos temen que la presión sobre sus niveles de vida se prolongue más allá de la actual crisis”, escribía recientemente Jaled al Suleiman en el diario Okaz. En su opinión, ahora la economía necesita que se estimule el gasto, no que se limite. “¿No sería más beneficioso que se retrasara el aumento al 15% del IVA o se impusiera de forma gradual?”, se preguntaba por su parte el novelista Abdu Khal en el mismo periódico.
El ajuste de cinturón choca además con las llamativas adquisiciones internacionales que el Public Investment Fund (PIF) ha llevado a cabo durante la pandemia. Ese fondo soberano, cuyos activos se estiman en 320.000 millones de dólares, ha gastado al menos 8.000 millones en participaciones de destacadas empresas estadounidenses y europeas desde el operador de cruceros Carnival hasta los grupos petroleros Shell, Total, Repsol, Equinor y Eni, pasando por Boeing, Citigroup, Disney y Facebook, según el diario económico Financial Times. Además, encabeza un grupo inversor que ha acordado la compra del club de fútbol Newcastle por 300 millones de libras (pendiente de la aprobación de la Liga inglesa).
El ministro de Finanzas, Mohamed al Jadaan, reveló a finales de mayo que el Banco Central había transferido 40.000 millones de dólares al fondo soberano para financiar esas compras. El anuncio contrastaba con su intervención apenas unas semanas antes para anunciar el aumento del IVA y la suspensión del complemento por coste de vida a los empleados públicos, como parte del recorte de gastos por la pandemia. “Los rendimientos de las inversiones del PIF servirán para apoyar las finanzas públicas si es necesario”, justificó Jadaan.
A pesar del traspaso, las reservas de divisas de la Autoridad Monetaria de Arabia Saudí (el nombre oficial de su Banco Central) se elevaban a 443.750 millones de dólares al concluir abril, según la propia entidad. Iradian coincide con otros analistas en que el reino “está en buena situación para financiar sus grandes déficits fiscales en los próximos años debido a su amplio colchón financiero” y su bajo nivel de endeudamiento.
Está por ver, sin embargo, hasta qué punto los recortes de gastos y la necesidad de destinar fondos adicionales al sector sanitario y a sostener los negocios afectados por la pandemia van a afectar al ambicioso plan de reformas del príncipe heredero, conocido como Visión 2030. Aunque de momento no se ha anunciado ninguna cancelación, los observadores se muestran convencidos de que habrá cambios.
“El impacto del coronavirus va a retrasar la puesta en práctica de varios megaproyectos no prioritarios debido a la limitada financiación. Además, algunos megaproyectos estaban mal diseñados y no eran necesarios ya antes de la covid-19. Las autoridades van a tener que ser más selectivas y centrarse en unos pocos esenciales que ayuden a diversificar la economía”, concluye Iradian.
La crisis expulsa a los inmigrantes del mercado laboral
El golpe económico de la pandemia ha sido inmediato sobre los inmigrantes, que son un tercio de los 34 millones de habitantes de Arabia Saudí y el 70% de los empleados en el sector privado. Hasta 1,2 millones perderán sus trabajos en 2020, estima la sociedad de inversión Jadwa en un reciente informe. De hecho, 323.000 ya han abandonado el reino, según datos de los seguros sanitarios. Esa salida de un 9 % de la fuerza laboral puede ayudar a controlar el paro entre la población local, a pesar de la contracción económica.
La crisis ha acelerado una tendencia que ya en 2019 despidió a 445.000 extranjeros debido a la política oficial de saudización del mercado de trabajo. De momento, la tasa de desempleo entre los saudíes se mantiene en torno al 12%, gracias al SANED, un sistema de protección lanzado en 2014 que cubre el 60% del salario de los trabajadores nacionales durante tres meses. Los economistas esperan que se mantenga sin cambios hasta finales de año. Sin embargo, a medida que la economía empiece a recuperarse, Jadwa prevé “más oportunidades para los ciudadanos”, ya que la concesión de nuevos visados de trabajo estará previsiblemente limitada por las precauciones relativas a la pandemia.