“Ni antes éramos villanos, ni ahora somos héroes”

Los transportistas se quejan de las dificultades que sufren para asegurar la red de abastecimiento

Madrid -
Zona habilitada por el restaurante El Hacho, en Lora de Estepa (Sevilla), para que camioneros y transportistas puedan parar a comer y refrescarse de forma gratuita.PACO PUENTES (EL PAÍS)

Si ya de por sí el del camionero es un oficio solitario y desagradecido, siempre demasiado lejos de casa, con sueldos que no dan para hacerse rico y tan exigente que una distracción puede costar la vida, la emergencia sanitaria está llevando más allá de sus límites al sector. “No éramos villanos antes ni ahora héroes. No creo que no se pueda tratar peor a la gente”, sentencia Óscar Prieto, autónomo leonés de 48 años. Se queja de las durísimas condiciones en que trabaja, en las que incluso algo tan básico como acceder a los aseos de un área de servicio era hasta hace poco un lujo. Desde el lune...

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Si ya de por sí el del camionero es un oficio solitario y desagradecido, siempre demasiado lejos de casa, con sueldos que no dan para hacerse rico y tan exigente que una distracción puede costar la vida, la emergencia sanitaria está llevando más allá de sus límites al sector. “No éramos villanos antes ni ahora héroes. No creo que no se pueda tratar peor a la gente”, sentencia Óscar Prieto, autónomo leonés de 48 años. Se queja de las durísimas condiciones en que trabaja, en las que incluso algo tan básico como acceder a los aseos de un área de servicio era hasta hace poco un lujo. Desde el lunes tiene a sus cuatro camiones parados y ha despedido a la mitad de los empleados.

A Jota, que prefiere no ser identificado, le pasa lo mismo con la mitad de su flota de 40 tráileres. De 44 trabajadores mantiene a 35. “Hasta cierto punto tengo que dar gracias porque sigo teniendo camiones funcionando pese a que han cerrado un tercio de mis clientes”, explica este empresario de 57 años especializado en la alimentación que trabaja para grandes superficies como Carrefour y Mercadona, a pleno rendimiento, pero también para cadenas de restauración de comida rápida, colegios y residencias. Ahí la facturación se desplomará en seco. “Estamos tirando de fondos. El peligro es que estamos a final de mes con una falta de liquidez terrible", advierte. El Gobierno dice que avalará el 80% de los créditos a empresas, pymes y autónomos afectados. Pero nadie se fía.

En España hay algo más de 400.000 conductores y más del 95% de las empresas tienen cinco vehículos o menos. El 90% de las mercancías se transportan por carretera, en un sector que generó más de 18.000 millones en 2019. Esta dependencia del asfalto, con más de 4.000 fallecidos y 56.000 personas contagiadas por el Covid-19, convierte a los camioneros en los eslabones vitales y anónimos de la red de abastecimiento. El Gobierno ha autorizado que puedan ir dos personas en cabina para darse relevos o las tareas de carga y descarga. Los talleres mecánicos tienen la orden de no abrir al público en general, solo a camiones y furgonetas de reparto para asegurar el flujo de mercaderías. “Somos absolutamente imprescindibles. La sanidad es fundamental, pero si nosotros no llevamos los suministros todo se para”, reivindica Julio Villaescusa, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Transporte de España (Fenadismer). Las normas de tiempos de conducción y descanso en los transportes de mercancías se han relajado, aunque no pueden superar las 56 horas al volante a la semana o 90 bisemanales. Cada cuatro horas y media es obligatoria una pausa de 45 minutos. Entretanto, el tráfico de vehículos pesados ya representa al 55,76% de los trayectos de largo recorrido: 221.338 de 396.927. Desde la entrada en vigor del estado de alarma los desplazamientos de larga distancia han caído un 61,61%, según los últimos datos, del miércoles, de la Dirección General de Tráfico (DGT). En el caso de los camiones, el descenso fue del 19,68% tras un pico del 40% el pasado domingo.

Varios camiones en un control. En vídeo, los transportistas denuncian las dificultades con las que se encuentran durante la crisis del coronavirus.

“Ahora mucho blablablá, pero somos los mismos desgraciados que molestan a la gente en las vacaciones en Semana Santa y las salidas del fin de semana", resoplaba el martes E. de 53 años, que también pide anonimato, mientras realizaba la ruta Bilbao-Algeciras en 24 horas. Y vuelta a empezar: “Tengo compañeros que no saben si van o vienen. Aunque quitando a los de la alimentación, que están trabajando a tope por el pánico de la gente a quedarse sin comida en casa, lo del resto es un drama. No hay actividad". Aun así podía decirse que E. estaba en uno de sus mejores días: “¡Es el primer día que me han dado un plato caliente, un cocido! Me lo he tomado en el camión aunque he pagado lo mismo que si hubiera estado sentado en el comedor". Pero no olvidaba cómo a lo largo de la semana pasada encadenó áreas de servicio que no le atendían. Pese a contravenir el real decreto del estado de alarma, que establece la adopción de “las medidas necesarias para garantizar el abastecimiento alimentario". “Por no poder garantizar la higiene y limpieza, los servicios permanecerán cerrados para males mayores", es el cartel que recita de carrerilla Manuel López, camionero de 42 años que opera por la meseta. “Tocaba repostar y ya. Y ver desde la cabina cómo llegaba una patrulla de la Guardia Civil y encabronarte porque a ellos sí les abrían la puerta de los baños. ¿Solución? Pues a cagar en mitad del campo", todavía masca las palabras.

Pero en tiempos excepcionales no solo aflora la miseria. También los comportamientos ejemplares. Como el del restaurante El Hacho, en la A-92, cerca de Lora de Estepa (Sevilla). Ante las dificultades para atender a los transportistas en los primeros compases de la crisis, sus dueños decidieron colocar en una furgoneta en el exterior agua, refrescos, zumos, dulces, termos de café y leche… Y con el siguiente mensaje: “No admitimos dinero”. Un gesto que se ha hecho viral tras el vídeo de un conductor de Transportes La Murciana. “Cuando todo empezó tuvimos que cerrar el negocio, pero empezaron a llegar camioneros que llamaban a los cristales, pedían que les echáramos un café… Era desgarrador. ¡Es que están solos, no tienen en muchos kilómetros donde pararse! No se merecen esta situación, son los que están haciendo que el país funcione”, expone Jessica Borrego, una de las dueñas. “Estamos con los camioneros. Esta lucha es de todos”, es la leyenda, en uno de los carteles colgados, que se ha convertido en una de las banderas de los profesionales de la carretera.

Tras el caos de la semana pasada, Gobierno y comunidades han reaccionado ante la avalancha de transportistas que reclamaban una atención decente. Los problemas digestivos, de huesos y diabetes entre los veteranos son corrientes tras años del estrés por llegar al destino, de comer cada día en un sitio… El Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó el miércoles una disposición del Ministerio de Transportes por la que se regula la apertura de 360 alojamientos turísticos, que se mantendrán cerrados al público en general, para dar servicio a trabajadores de sectores vitales durante la emergencia sanitaria. En concreto, también se establece que se “podrá permitir el acceso a las instalaciones y servicios de aseo y restauración a los transportistas profesionales de mercancías, aunque no se encuentren alojados”.

“La administración va 10 días tarde. Se siente mucho desamparo en todo lo que no son grandes núcleos como Madrid, Barcelona, Valencia o Zaragoza, sobre todo en las rutas de las zonas más deprimidas y despobladas”, apunta Jorge Serrano, coordinador de área de transportes de la Federación Nacional de Trabajadores Autónomos (ATA).

La incertidumbre que de verdad pesa es la supervivencia económica en un sector con muchas subcontratas. El primer paquete de avales que el Ejecutivo ha lanzado esta semana, de 20.000 millones de euros, tendrá efectos retroactivos desde el 18 de marzo. Pero aun así los camioneros no se lo creen. Se sienten excluidos. El escepticismo es total. “Somos un sector que tiene acceso a muy pocas ayudas habitualmente. Para nosotros es un punto más difícil que para el resto, un camión no es como un inmueble. Valen mucho dinero y hay más riesgos, son máquinas que se deprecian con relativa rapidez. Cuando pasas por el área de estudios de riesgos de un banco, digamos que las empresas de transportes nunca somos bienvenidas”, expone Serrano. “Pregunta en cualquier banco a ver lo que hay y te dicen que no hay nada para las pequeñas empresas”, zanja Prieto. Como ejemplo de su desazón diaria destaca que a principios de semana le ofrecían llevar una carga desde Madrid al sur de Valencia, una distancia de casi 400 kilómetros, por 200 euros. “Solo la ida, cuando se debería cobrar 1,10 euros por kilómetro para cubrir los gastos de combustible, los distintos seguros…. Y si no tienes carga para la vuelta es tu puto problema”. Dijo que no. “Dicen que mal de muchos, epidemia. No consuelo de tontos. Pues hay una pandemia… Bueno, esta semana al menos estoy en mi casa”, se esfuerza en ser optimista Prieto.

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