Ford limita los daños de su reestructuración en la planta de Valencia

El presidente de la multinacional en Europa, Stuart Rowley, defiende el trabajo de la factoría española de Almussafes, pero avisa de que los esfuerzos no van a cesar

Stuart Rowley, presidente de Ford en Europa. Getty Images

"Tenemos un plan, solo un plan, y va a triunfar”, afirma sonriente Stuart Rowley. Desde abril pasado es el presidente de Ford en Europa y el principal responsable de la reestructuración que la compañía tiene en ciernes. Asumió una división que solo en 2018 perdió 298 millones de dólares (268 millones de euros) y que ahora quiere llevar a una rentabilidad del 6% en 2023. “En eso es en lo que estoy centrado, en volver a los beneficios tan rápido como sea posib...

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"Tenemos un plan, solo un plan, y va a triunfar”, afirma sonriente Stuart Rowley. Desde abril pasado es el presidente de Ford en Europa y el principal responsable de la reestructuración que la compañía tiene en ciernes. Asumió una división que solo en 2018 perdió 298 millones de dólares (268 millones de euros) y que ahora quiere llevar a una rentabilidad del 6% en 2023. “En eso es en lo que estoy centrado, en volver a los beneficios tan rápido como sea posible. Este año ya esperamos mejorar mucho nuestros resultados”, dice.

En el tránsito por ese aciago camino, el grupo estadounidense prevé deshacerse en dos años de seis de sus 24 factorías en el continente y recortar su plantilla en 12.000 personas, el 20% del total. En todo caso, la multinacional no ha tomado el ejemplo de General Motors, que ante su fiasco europeo apostó hace dos años por vender Opel y limitarse a la comercialización de vehículos en la región. “No tenemos planes de dejar de fabricar en Europa. Tenemos excelentes plantas de producción y prevemos fabricar muchos años. Ahora estamos diseñando nuestro negocio, que se irá completando a medida que avancemos”, señaló el ejecutivo en el expositor de la marca en el Salón Internacional del Automóvil de Fráncfort el pasado martes.

Ford, que como el conjunto del sector se enfrenta a un panorama de transformación con la forzada irrupción del vehículo eléctrico, se ha aliado con Grupo Volkswagen para desarrollar conjuntamente vehículos propulsados por baterías. Esa colaboración es uno de los factores que han pesado a la hora de idear su estrategia en Europa, explica Rowley: “Empezamos las conversaciones con ellos en 2017 y establecimos nuestra estrategia en Europa el pasado año, cuando ya teníamos en mente esa alianza. Será un buen negocio para Ford para ser más fuertes y permitirá a Volkswagen viralizar su plataforma modular eléctrica para vehículos eléctricos llamada MEB. Es una operación muy complementaria en la que acabamos de empezar a trabajar juntos”. Rowley, sin embargo, afirma que había otras opciones sobre la mesa en el caso de que el acuerdo con el grupo alemán no hubiera acabado fructificando.

El ejecutivo evita dar cifras sobre la reducción de la producción prevista en Europa. “No hemos ofrecido datos porque estamos realmente centrados en lo que yo llamaría la capacidad de nuestra fuerza de trabajo, nuestro objetivo es utilizarla plenamente”, apunta. Y limita la afectación que tendrá el recorte de plantilla en la factoría de Almussafes (Valencia), la segunda mayor de la multinacional estadounidense en Europa: “Habrá unas pocas reducciones en Valencia”, sostiene. El ejecutivo se referencia al cese de parte del turno de noche para reducir la producción, que fue anunciado en junio pasado, aunque la plantilla teme que los efectos puedan acabar siendo mayores.

En busca de los híbridos

Rowley defiende el futuro de la fábrica española. “Estamos muy contentos con el desarrollo de esa planta. Va a iniciar la fabricación del nuevo Ford Kuga, situado dentro de uno de los segmentos de mayor crecimiento de la industria europea actualmente: los todocaminos”. A ese optimismo le añade el hecho de que se haya ofrecido a Almussafes la fabricación de modelos híbridos enchufables, que son una alternativa que están buscando todas las marcas como una opción a medio camino de los coches propulsados únicamente por baterías para reducir las emisiones de dióxido de carbono y evitar así las sanciones que amenazarán sus cuentas de resultados a partir del próximo año. “Es una señal de la seria apuesta que está haciendo Ford en Valencia, porque se está haciendo un gran trabajo allí”, subraya.

Pero, al margen de esas carantoñas a las instalaciones españolas, ante la pregunta de si serán necesarios nuevos esfuerzos, no se esconde: “Esta es una industria supercompetitiva y por ello cada uno de nuestros trabajadores tendrá que ser más competitivo. Eso nunca va a parar. Pero tenemos mucha confianza en el equipo de Valencia, que es de primer nivel. Aunque todas las plantas tienen que lograr ser más eficientes y competitivas”.

¿Y cómo les afecta la caída de las ventas en España, uno de los peores países europeos en el último año? “A veces el mercado no es tan fuerte como desearíamos, pero nuestra responsabilidad ahora es entender al consumidor español y averiguar cómo le podemos convencer”.

Ford acaba de anunciar su intención de que en 2022 sus modelos electrificados copen más de la mitad de sus ventas en Europa, un signo más de las prisas con las que están actuando las marcas ante las exigencias de la Unión Europea para evitar las sanciones previstas. Unas previsiones que hay quien tilda de optimistas.

“Creemos que es una estimación muy realista si tenemos en cuenta que hablamos de versiones electrificadas. Pondremos tecnologías híbridas en el Focus, en el Fiesta, el Puma y el Kuga y esos son vehículos muy comerciales”, defendió el ejecutivo. No se trata solo de vehículos propulsados únicamente por baterías, aclara, sino que se ha optado por combinar motor de combustión y baterías.

En esa gama de híbridos están desde los vehículos que usan las baterías solo para activar funciones ajenas al motor, como los que las utilizan para complementar a los motores de combustión e, incluso, ser una alternativa en recorridos más cortos. “Es una gran forma de dar acceso a la electrificación. Una buena solución para reducir las emisiones y también una tecnología que da un buen rendimiento y disfrute de potencia”, defiende.

Cierre en Gales

Una salida abrupta del Reino Unido de la Unión Europea aterroriza, como a todas, a la industria de la automoción continental. Pero los ejecutivos apuran el pensamiento de que el Brexit será el menos malo posible. Y quieren saber a qué atenerse. “Nosotros, como otros, lo que queremos es entender dónde terminaremos”, afirma Stuart Rowley. Justamente una de las víctimas de su reconversión industrial es el mercado británico, donde prevé cerrar su planta de motores galesa. Rowley no da más datos sobre las intenciones de Ford ante ese cambio geopolítico, pero dice que hay que ser “optimistas”. “Tenemos compromisos, clientes y empleados”, afirma, por lo que espera “un buen acuerdo”, aunque también deja caer, de forma ambigua, que administrarán su negocio “en cualquier entorno futuro”.

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