Análisis

Un drama (in)evitable

El desencuentro entre el expresidente de Abengoa, Felipe Benjumea, y su sucesor, José Domínguez Abascal, estaba cantado

Cuando la condición humana se cruza con la racionalidad y está sometida a mucha tensión se produce un drama. La sorpresiva destitución de José Pepón Domínguez Abascal de la presidencia de Abengoa es un paradigma de ello. La decisión del consejo de administración se debió a las condiciones que el anterior presidente, Felipe Benjumea, exigió para aprobar el plan de viabilidad: Inversión Colectiva (IC), tenedora de los títulos de los accionistas tradicionales que controla más del 50% de los derechos de voto, votaría en contra si, al mismo tiempo que le retiraban el contrato de asesoramiento, no s...

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Cuando la condición humana se cruza con la racionalidad y está sometida a mucha tensión se produce un drama. La sorpresiva destitución de José Pepón Domínguez Abascal de la presidencia de Abengoa es un paradigma de ello. La decisión del consejo de administración se debió a las condiciones que el anterior presidente, Felipe Benjumea, exigió para aprobar el plan de viabilidad: Inversión Colectiva (IC), tenedora de los títulos de los accionistas tradicionales que controla más del 50% de los derechos de voto, votaría en contra si, al mismo tiempo que le retiraban el contrato de asesoramiento, no se iba Pepón de la presidencia.

Fue la forma de morir matando de Benjumea, cuyo desencuentro con Domínguez estaba cantado casi desde que Abengoa entró en preconcurso. Benjumea, al igual que el núcleo duro de accionistas, se sintió traicionado por Domínguez, a quien fichó como secretario general técnico tras pasar por el Gobierno andaluz. El expresidente no quería que fuera el sucesor impuesto por la banca quien le defendiera su patrimonio, y el sucesor se ha dejado la piel para asegurar la continuidad de la compañía y para que los más de 24.000 asalariados cobrasen a fin de mes, algo que en febrero no ha ocurrido; pero no en perpetuar a la vieja guardia.

Al final ha podido más la amenaza que la gestión sensata de Pepón, que seguirá de consejero al menos hasta la junta del 8 de mayo. La banca, que le colocó como solución interna por su conocimiento del grupo, no ha tenido más remedio que sacrificarle. A cambio, el núcleo duro salta por los aires.

Es muy posible que este episodio desestabilizador sirva para estabilizar las negociaciones

Mientras tanto, la negociación acaba de entrar en la prórroga (el mes adicional que permite la ley después de los tres que han pasado desde que se presentó el preconcurso) y, a las primeras de cambio, se produce penalti en contra. Y si no se detiene, lo único que puede ocurrir es que pierda la empresa.

Fue premonitoria la petición de ayer mismo del secretario general de CC OO, Ignacio Fernández Toxo, de que todas las instituciones se comprometieran en rescatar una empresa clave. De eso se trata ahora. Lo esencial es sacar adelante la empresa y no llorar sobre la leche derramada. Por eso, el consejo ha cerrado filas en torno al nuevo presidente, Antonio Fornieles, auditor procedente de KPMG fichado en su día por Benjumea, pese a que tres de los miembros (Josep Borrell, Claudi Santiago y Ricardo Hausmannn) votaron en contra de la destitución.

Es muy posible que este episodio desestabilizador sirva para estabilizar las negociaciones. Si es así, en la junta los acreedores habrán tomado el control de la sociedad vía la capitalización de deuda y el núcleo duro se habrá quedado con una participación en torno al 5%. Es decir, testimonial.

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