Desde Valparaíso a los siete mares

La naviera chilena CCNI juega un papel clave en el transporte de mercancías mundial

Un navío portacontenedores de Hamburg Süd, propietaria de CCNI desde este año, atracado en el puerto de Valparaíso (Chile).  Claudio Reyes (AFP)

De tanto surcar los mares, esta multinacional latinoamericana ha aprendido a hablar alemán. En marzo pasado, la firma Hamburg Süd adquirió las operaciones de transporte de contenedores de la Compañía Chilena de Navegación Interoceánica (CCNI) a cambio de 160 millones de dólares. Tras el pacto, la firma seguirá existiendo para la actividad de transporte de vehículos como Compañía Marítima Chilena, mientras que Agunsa, parte del mismo grupo, continuará ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

De tanto surcar los mares, esta multinacional latinoamericana ha aprendido a hablar alemán. En marzo pasado, la firma Hamburg Süd adquirió las operaciones de transporte de contenedores de la Compañía Chilena de Navegación Interoceánica (CCNI) a cambio de 160 millones de dólares. Tras el pacto, la firma seguirá existiendo para la actividad de transporte de vehículos como Compañía Marítima Chilena, mientras que Agunsa, parte del mismo grupo, continuará operando servicios portuarios y logísticos.

La operación confirma la conquista alemana del Pacífico: pocos meses antes, otro armador alemán, Hapag-Lloyd, se había quedado con la gran competidora histórica de CCNI, la también chilena Compañía Sudamericana de Vapores (CSAV). Mantenida la rivalidad, las autoridades chilenas no pusieron pegas a la operación.

El consorcio tiene presencia en cuatro continentes y opera diez servicios entre Chile y el resto de América, Asia y Europa; ocho para carga en contenedores y carga suelta (inferior a lo que transporta un contenedor) y dos servicios para automóviles.

La presencia en Asia es una de las grandes fortalezas de CCNI, que tiene oficinas en China, Corea del Sur y Hong Kong. Con la apertura de las oficinas en Seúl y Busan, CCNI se convirtió en la primera naviera latinoamericana en establecerse en Corea del Sur, después de la firma del tratado de libre comercio de Chile con ese país. En la actualidad, el servicio Asia Express opera con 18 naves y un tiempo de viaje completo de 63 días.

Además, tiene agencias en Trinidad y Tobago, Grecia y Turquía. Asimismo, tiene rutas regulares al Mediterráneo, el norte de Europa, la costa oeste de Sudamérica y las costas oeste y este de Norteamérica, el Caribe, la costa oeste de México, América Central y el Extremo Oriente.

La historia de la empresa comenzó en 1929, cuando las líneas regulares de navegación Braun & Blanchard y Menéndez Behety sellaron un preacuerdo de alianza. Juntas comenzaron a operar el 1 de diciembre con los vapores Valparaíso, Santiago y Atacama, con un movimiento de 11.676 toneladas. El día 18 de diciembre de este mismo año se formalizó el acuerdo. El primer servicio regular fue desde Chile hacia Argentina, Uruguay y Brasil. A los pocos años, el servicio se extendió a Perú, Ecuador, Colombia, México, Cuba y Nueva York (a través del canal de Panamá).

Durante la década de 1970 se inauguró el servicio de buques de línea desde la costa oeste de Sudamérica hacia Japón. Fue la primera compañía chilena con participación en esta ruta. Más adelante, el mismo servicio se extendió a Corea del Sur, Hong Kong, Singapur, Taiwán y Filipinas. También fue la época en la que llegaron dos de los contratos que apuntalaron a la compañía: con Forestal Arauco, para transportar troncos desde Chile hacia Japón y Corea, y con la Corporación del Cobre del Estado de Chile (Codelco), para transportar concentrados de cobre desde Chile hacia Japón.

Resaca de los 2000

La crisis impactó con toda su fuerza en la empresa en 2009. Se combinaron dos efectos: una pronunciada bajada en la demanda de transporte marítimo y un incremento en la oferta de espacio por la llegada de nuevos barcos. Esto produjo una fuerte caída en las tarifas, lo que se reflejó en los resultados registrados ese año.

Sin embargo, 2010 se recuerda en CCNI con mucha alegría. Celebró sus 80 años de vida con los mayores beneficios de toda la historia. El resultado fue la consecuencia del plan de fortalecimiento financiero, una correcta anticipación al crecimiento de la demanda y el cierre de 19 chárteres en forma oportuna. Solo en crecimiento de flota, la compañía fue la tercera naviera de portacontenedores que más aumentó su capacidad durante la temporada, quedando posicionada en el lugar 25 en la clasificación mundial de la consultora Alphaliner.

CCNI también se benefició del auge de la economía regional, en especial la de Brasil, desde donde también salen sus contenedores con destino a Asia. A lo largo de las carreteras sudamericanas existe un solo paisaje común: contenedores azules, verdes, ocres y rojos se apilan como piezas de un rompecabezas desparramados en la ciudad. Con el crecimiento de la demanda y las pasmosas burocracias portuarias de la región, los enormes rectángulos de colores no tienen sitio en muchos de los puertos del continente. Ahora, la naviera puede beneficiarse aún más del comercio global con la puesta en marcha de un acuerdo de libre comercio en el Pacífico, que incluye a EE UU, Japón y otros 10 países, entre ellos Chile.

Una familia poderosa

Como en toda gran empresa chilena, detrás de las luces de neón hay una familia poderosa. En este caso, los Urenda. Decir Interoceánica es decir Viña del Mar (Valparaíso, Chile). Allí vivió y murió Beltrán Urenda Zegers. Abogado, dirigente gremial y político. No le pesó ser descendiente de bolivianos cuando en 2013 declaró que Chile “tiene una costa enorme, que espero que no se reduzca en [los tribunales de] La Haya”, en referencia a la salida al mar que reclama La Paz.

Enemigo acérrimo del socialista Allende y consejero del dictador Pinochet, Urenda fue elegido senador por el pacto de centroderecha Democracia y Progreso en 1989 y reelegido en 1993. En paralelo, manejó los hilos de CCNI desde el clásico edificio de la plaza de la Justicia, 59, en Valparaíso. Llegó a controlar empresas con un valor de mercado que supera los 400 millones de dólares. Una fortuna que al morir, en junio de 2013, fue heredada por sus ocho hijos. Lejos estuvo Urenda de descansar en paz: dos de sus hijas intimaron judicialmente a dos de sus hermanos para que estos “rindan cuenta” sobre el manejo de las inversiones familiares. Las mujeres dijeron que se enteraron por la prensa de la venta a Hamburg Süd de parte de las sociedades heredadas de su padre y la eventual enajenación de acciones en otras sociedades anónimas.

Archivado En