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Los resultados empresariales marcarán la tendencia

El periodo de publicación de resultados empresariales que comenzará la próxima semana será fundamental para restaurar la confianza de los inversores

Son ya seis semanas de volatilidad en los mercados, movidos por las incertidumbres sobre China, la actuación —o no— de la Reserva Federal, elecciones en diversos lugares de Europa y escándalos corporativos varios. No hay duda, las Bolsas han tenido razones para recortar. La pregunta es: ¿tanto?

Las valoraciones de las compañías se han ajustado profundamente y, en cierto modo, muestran cierta disonancia con el comportamiento de la economía real. Llegados a este punto, está claro que alguien se equivoca: o bien la macroeconomía empeorará en el corto plazo y, con ella, los beneficios de la...

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Son ya seis semanas de volatilidad en los mercados, movidos por las incertidumbres sobre China, la actuación —o no— de la Reserva Federal, elecciones en diversos lugares de Europa y escándalos corporativos varios. No hay duda, las Bolsas han tenido razones para recortar. La pregunta es: ¿tanto?

Las valoraciones de las compañías se han ajustado profundamente y, en cierto modo, muestran cierta disonancia con el comportamiento de la economía real. Llegados a este punto, está claro que alguien se equivoca: o bien la macroeconomía empeorará en el corto plazo y, con ella, los beneficios de las empresas, o bien el deterioro será menor de lo esperado, y serán, por lo tanto, las Bolsas las que reboten. Las valoraciones se corregirán, bien por el lado de los beneficios, bien por el lado de los precios.

En este sentido, el periodo de publicación de resultados empresariales que comenzará la próxima semana será fundamental para restaurar la confianza de los inversores. Se da por hecho que las previsiones de las compañías sufrirán una merma debido al deterioro de las expectativas de crecimiento, especialmente en las economías emergentes. Pero si este deterioro no es muy relevante —por ejemplo, si se dan crecimientos de beneficios de un dígito alto en Europa y de un dígito medio en Estados Unidos— y las previsiones para 2016 no reflejan la perspectiva de un panorama recesivo a nivel global, los inversores comenzarán a sentir mayores anclajes por fundamentales en un mercado que no ha dado tregua desde que China decidió devaluar su divisa, en ese ya lejano 11 de agosto.

En cuanto a la renta fija, el enfriamiento de la expectativa de una subida de tipos de interés por parte de la Reserva Federal, unido a la baja inflación —que persistirá mientras las materias primas sigan en niveles casi de saldo— y a la menor previsión de crecimiento global, ha aplanado las curvas de tipos de interés en los principales mercados, puesto que los bonos de largo plazo han servido como refugio a las carteras. No obstante, serían también los grandes perdedores en caso de que se verificasen mejoras macroeconómicas a nivel global, comenzando, cómo no, por los emergentes. Prudencia, por lo tanto, con ese tipo de activo, que en estos momentos anticipa un crecimiento global muy bajo y con inflación prácticamente nula. Una vuelta al mensaje restrictivo por parte de la Reserva Federal y una mejora sustancial de los indicadores adelantados de actividad en China —especialmente los manufactureros— podría generar fuertes reacciones al alza en los tipos a largo plazo, anticipando crecimiento e inflación, y un empinamiento de las curvas, con pérdidas asociadas para los bonos a largo.

En definitiva, nos encontramos ante mercados muy irracionales y sedientos de información para decantarse en un sentido u otro. La información necesaria está al cabo de la calle. Mientras llega, prudencia y cabeza fría. Mantener también es una decisión y, en muchos casos, es la acertada.

Alejandro Vidal es director de Estrategia de Mercados de Banca March.

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